Cada romería de Cuatrovitas es irrepetible y eso lo saben bien los más de 22.000 romeros que acompañaron ayer a la patrona de Bollullos de la Mitación en su peregrinar hasta la ermita. También este año el cielo se alió con la fiesta y con las 120 carretas que hicieron los cuatro kilómetros de camino.
Como cada cuarto domingo de octubre, el día comenzó ayer más pronto que de costumbre en el pueblo. La cita: a las ocho de la mañana en la iglesia de San Martín de Tours, donde la tradicional misa de romeros marcaba el comienzo de una fiesta que no pierde fuelle por más que arrastre ya 413 años de historia y sea una de las más antiguas de la provincia.
Una hora más tarde, Bollullos de la Mitación se reencontraba con la patrona del verdeo del Aljarafe y- desde hace 51 años- también del municipio. El cortejo que acompañaba a la Virgen de Cuatrovitas emprendió el camino por la calle Larga. Por primera vez, este año los carros formaron en la carretera que une el pueblo con la vecina Aznalcázar.
Miles de bollulleros y vecinos venidos de todos los rincones de la provincia partieron entonces hacia el pinar de la Juliana, donde el rezo del ángelus -a las doce de un mediodía que fue bastante soleado- regaló algunas de las imágenes más bonitas de un día de fe y devoción.
Buen tiempo Z. Muchos romeros miraban al cielo desde bien temprano temiendo que la lluvia -un molesto invitado que suele ensombrecer esta fiesta- hiciera acto de presencia. No fue así y, quizás por eso, la romería de Cuatrovitas volvió a batir su propio récord. De romeros -más de 22.000- y también de carretas (11 más que el año pasado). De todas ellas, ocho se batieron en el tradicional concurso de carretas que, por segundo año consecutivo, premió a la de La Estrella.
Otro momento inolvidable del día fue la llegada de la Virgen a la ermita de Cuatrovitas en torno a las dos y media de la tarde, cuando comenzó el desfile de presentación de las 150 carretas y 50 carros. También pusieron su nota de color los caballistas, muchos de ellos venidos desde pueblos del Aljarafe.
A partir de entonces, el entorno de la ermita de origen almohade fue testigo de una jornada de convivencia y diversión. La tranquilidad fue la nota dominante del día donde no faltó la música, la comida tradicional y el baile por sevillanas hasta la hora de regresar hasta Bollullos de la Mitación, prevista para las siete y media de la tarde.
