Economía

«No cabe arrepentirse de nada cuando lo has dado todo trabajando»

El gerente del Grupo Albea ha visto cómo una crisis desconocida ha impactado de lleno en un negocio al que ha dedicado toda su vida. Lo único que lamenta es que esta situación no le haya cogido más joven, para volver a levantarse y continuar caminando.

el 04 sep 2010 / 20:17 h.

Ángel Albea Romero, en las instalaciones de reparación de la empresa ubicadas en el Polígono Calonge.

-2010 ha sido un año especialmente difícil para Grupo Albea...
-Muy complicado. Las empresas de construcción se han venido abajo y, al ser motor de todas las demás, han tirado del resto y lo han parado todo.

-Pero el automóvil tiene además su particular crisis.
-El taller se ha podido sobrellevar mejor porque la gente, al comprar menos coches y mantener el viejo, aumenta la reparación. Pero como consecuencia de no haber dinero, cuando hay una reparación en la que hay que poner una pieza -que es lo que puede levantar la venta- la gente hace uso del desguace para pagar la quinta o la sexta parte de su valor.

-Y este año la situación se complica...
-Yo llevo cincuenta años trabajando y no he conocido esto en mi vida. Después de la Expo hubo un parón importante pero que no tuvo nada que ver, ni un 10% de lo que es la crisis actual.

-¿Cuándo y cómo empezaron las dificultades?
-Hay una base que es primordial, como una ecuación, yo puedo comprar muy bien pero el precio en la calle lo pone la competencia. Ahí está el mal de esto porque hay unos costes medios muy importantes y había que hacer ajustes o era imposible tirar adelante. A primeros de año automáticamente las agencias que aseguraban a los clientes pegaron un corte del 40-60% y los bancos subieron el riesgo.

-¿Cuál ha sido en este tiempo la decisión más dura que ha tenido que tomar?
-Cerrar las cinco tiendas, sobre todo, la del Paseo de Colón.

-¿En qué punto se encuentra la reestructuración del grupo?
-Las tiendas están cerradas y los talleres seguirán trabajando, aunque veremos ahora cuando lleguen los meses de octubre, noviembre y diciembre, que es cuando empieza a bajar el trabajo. La época buena es la del verano porque hay que coger el coche para salir. Y luego la reducción de la entrada en Sevilla, porque la gente deja el coche y hace uso del Metro, de los autobuses... y lógicamente el movimiento del coche en ciudad, que es cuando éste sufre más, es menor y eso también se nota.

-¿Piensa en recuperar las tiendas si es posible?
-Yo ya voy a cumplir 75 años y ya, lo que haga mi hijo, porque yo a los 76 empezaré a descansar.

-¿Cómo afrontó la presentación de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE)?
-El ERE se hizo porque el margen que quedaba de la compra con la venta no daba. Era personal muy antiguo y no se podía sostener. Ahora en los talleres hay entre 40 y 45 personas trabajando, aunque en los buenos tiempos llegué a tener 140 personas.

-¿Y la competencia?
-Está ahora en la calle dándose bofetás. Es una guerra abierta, pero no sólo en este sector, sino en todos: alimentación, ropa... porque yo no he visto en mi vida más descuentos.

-El grupo tiene mucha historia. Cuénteme cómo empieza.
-En 1926. Empezó mi padre en el Paseo de Colón y fui yo haciéndome cargo. A partir de ahí se abrieron tiendas y se fue aumentando el grupo.

-¿Ve el final de esta crisis?
-Para estabilizarse al menos tres años, pero habrá que verlo.

-¿Pesimista, entonces?
-Es que el producto de automoción chino está entrando hasta un 30% o un 40% más barato respecto al que se fabrica en España. Así, no sé si las fábricas españolas se van a poder adaptar. Además, hay muchas empresas que se están yendo a Marruecos a fabricar porque sale más barata la mano de obra.

-¿Qué lección saca en claro de toda esta crisis?
-Pues que ha sido a nivel mundial, no sólo de España. Lo que sí me llama la atención es que por ejemplo Alemania va creciendo más y España no lo hace. Habría que ver qué medidas se han tomado allí y por qué no se toman.

-Y en el ámbito de la gestión de la empresa ¿Qué conclusión extrae tras su experiencia?
-Hay que poner el negocio de manera que uno pueda abarcarlo. No irse a macronegocios porque cuando ocurre una cosa de estas no se puede dominar. No es una crítica porque yo he caído al igual que otros muchos. Cuando crece tanto, no se puede llevar. Pero también hay otro problema en delegar. Si delegas en gente muy buena, te irá mejor.

-¿Por dónde cree que pasa la salida a la situación de crisis?
-Pues por que cambien de idea los bancos porque sin la ayuda bancaria no es posible. Si el banco vive de un producto como es el dinero, yo me pregunto hasta qué punto puede aguantar así ¿de qué va a vivir? Los bancos recibieron ayuda del Gobierno y como contrapartida tenían que haber abierto la mano, pero se han limpiado y no han puesto a disposición ese dinero, lo que ha dado más motivos a una empresa para que ésta cierre.

-¿Cuando mira atrás, se arrepiente de algo?
-No, porque es como una moviola a la que no se puede dar marcha atrás. Lo que está hecho ha dado muchas satisfacciones pero la vida viene así, se trunca al final y uno piensa: he estado trabajando, he hecho todo lo que he podido, no he ido de veraneo, he estado trabajando muchas horas y las cosas han venido así. Lo malo es si hubiera sido un hombre que hubiera estado viviendo la vida y no hubiera estado pendiente, pero cuando tú lo has dado todo -y sigo dándolo-, son las circunstancias. No se puede mirar atrás ni para coger carrera. Lo pasado no tiene solución, tiene que servir de experiencia para que no vuelva a pasar. El problema es que me ha cogido ya con una edad muy mala, si me llega a pasar con 40 años la cosa sería diferente.

Perfil. Un trabajador incansable
"Sólo sé trabajar. Tendré que hacer cursos de dominó". Ángel Albea, a sus 75 años, es consciente de que a su edad tiene que ir pensando en descansar, aunque no sepa bien cómo afrontará ese cambio. Comenzó a trabajar en la década de los cincuenta con su padre, época en la que no había repuestos y muchas de las piezas había que hacerlas artesanalmente. "Empecé barriendo. Mi padre me puso a barrer". Comenzó la carrera de perito industrial pero se quedó a un año de terminarla, por lo que no descarta retomarla en la nueva etapa y quitarse esa espinita clavada. La primera tienda que montó fue en el Paseo de Colón y señala que su cierre le ha dolido como si fuera un hijo más. "No soy capaz de pasar por delante, tengo que dar un rodeo".

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