Menú
Local

Polémica Real

No obstante su prudencia y discreción, la Familia Real española se ha visto envuelta en los últimos años en algunos debates de relativa trascendencia, pero de notable presencia mediática, circunstancia a la que no estábamos acostumbrados los españoles, al estar protegida la Monarquía por una especie de pacto de silencio, manteniéndola al margen y por encima de la confrontación política.

el 15 sep 2009 / 17:50 h.

No obstante su prudencia y discreción, la Familia Real española se ha visto envuelta en los últimos años en algunos debates de relativa trascendencia, pero de notable presencia mediática, circunstancia a la que no estábamos acostumbrados los españoles, al estar protegida la Monarquía por una especie de pacto de silencio, manteniéndola al margen y por encima de la confrontación política. Pero hoy la "revolución mediática" impone su lógica que llega hasta la modificación de la forma de gobernar; y buen ejemplo de ello es la hiperactuación del Presidente Sarkozy que ha sabido integrar esa lógica en su actuación política. Por ello, nada tiene de extraño que llevemos varios días de comentarios, declaraciones, editoriales, tertulias, etc, cuyo único tema son las declaraciones atribuidas a doña Sofía y recogidas en un libro de reciente publicación.

Como cualquier persona, la Reina tiene derecho a opinar sobre todos los asuntos políticos, económicos, sociales y culturales, que estime conveniente. Incluso esa actitud demuestra su interés y conocimiento de la realidad nacional e internacional; su preocupación por estar al día y tener criterio propio. También considero naturales sus opiniones sobre temas tan controvertidos, como puede ser el matrimonio entre homosexuales, el aborto, la eutanasia y la educación religiosa. No hay que olvidar su trayectoria vital, su nacimiento, su educación y formación y su experiencia personal han podido conformar unas opiniones conservadoras, que son tan dignas de respeto como cualquier otra.

Pero el error está en haberlas publicado, al afectar a cuestiones de política nacional e internacional, de especial sensibilidad para un amplio sector de la sociedad española y por su posible repercusión en las relaciones con países como Estados Unidos o Marruecos, con los que no siempre es fácil mantener una situación de normalidad y equilibrio.

El error se acrecienta aún más, si, como parece, antes de su publicación las pruebas del libro se sometieron al control de la Casa del Rey y el responsable de turno no supo percibir la trascendencia y las consecuencias políticas de las manifestaciones de la Reina. Una actuación correcta hubiera evitado la polémica. Por ello no es de extrañar que, si no de inmediato, en un corto plazo, se proceda a remodelar con tacto y discreción la organización de la Casa del Rey. Las instituciones con siglos de historia y de experiencia, como la Iglesia o la Monarquía, saben actuar en estos casos con sabiduría e inteligencia.

Durante más de treinta años, los Reyes han desarrollado una meritoria labor y han encarnado con altura y prestigio la Jefatura del Estado. Una Monarquía, cuya legitimidad de origen vinculada al 18 de julio era inaceptable para una inmensa mayoría de los españoles, ha sabido alcanzar una legitimidad de ejercicio, sobre todo en momentos de especial dificultad como el 23-F, que la ha convertido en clave de la convivencia democrática y pacífica de todos los españoles.

Antonio Ojeda Escobar es notario

  • 1