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Pragmatismo, según convenga

En épocas como la actual donde algunas de las prácticas que han tenido lugar en el pasado reciente están siendo cuestionadas por la fuerza de las evidencias, más que un ejercicio de autocrítica, a todas luces necesario, se opta por hacer de la necesidad virtud y se recurre, a través de un malabarismo cargado de irresponsabilidad...

el 15 sep 2009 / 17:46 h.

En épocas como la actual donde algunas de las prácticas que han tenido lugar en el pasado reciente están siendo cuestionadas por la fuerza de las evidencias, más que un ejercicio de autocrítica, a todas luces necesario, se opta por hacer de la necesidad virtud y se recurre, a través de un malabarismo cargado de irresponsabilidad, a conceptos que, sin el menor rigor, son adoptados y adaptados a las circunstancias. Es necesario ser prácticos, es la expresión de moda. No es tiempo ahora para perdernos en disquisiciones filosóficas o moralizantes, en explorar jardines enojosos, que no nos conducirían a ninguna parte.

La 'pragmática' se erige, en este contexto, en el vocablo recurrente. Ser pragmáticos, desde esta perspectiva, consiste en pasar un tupido velo sobre lo acontecido y ponernos manos a la obra. Tal vez, con el propósito de dar la impresión de que algo está cambiando, aunque los vicios que dieron lugar a tan incómodas consecuencias queden impunes, o que algunos de ellos persistan.

En cierto modo, ésta es la percepción de buena parte de la gente. Una sensación que aumenta su incredulidad ante proclamas que anuncian cambios. Si se interroga acerca de cómo vislumbramos el futuro más o menos inmediato, la respuesta es contundente: no demasiado bien. Según el barómetro de opinión de septiembre, el último publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas, el 93,2 por ciento de los encuestados respondía que la situación económica española era regular, mala o muy mala. El 44,9 por ciento contestaba que iría a peor. Y el asunto que menos interesa, los temas políticos. Es un dato.

Nathan Houser, del Institute for American Thought, rescata una definición de pragmatismo formulada por William James en 1898 y recogida por el Oxford English Dictionary. Lo principal del pragmatismo ?según este diccionario? es la pista a través de la cual podemos seguir nuestro propio sendero. La función del pragmatismo, en consecuencia, es algo menos prosaica de lo que se presume. Más bien se encomienda asimismo la tarea, nada fácil, de guiar el pensamiento. Se concibe como instrumento capaz de reconstruir críticamente, de manera razonable, la práctica del día a día. Encaminado a la acción creativa, mejorando lo existente. La creatividad social es uno de los rasgos heredados de la tradición pragmática. No se trata de un elemento ornamental, estético. Que está ahí para poder ser utilizado cuando convenga. Está en la base de nuestro devenir. Proceso de ensayo y error, con una buena dosis de intuición. Ya que la imaginación tiene sobre nosotros ?como afirmaba el fabulista y poeta francés Jean de La Fontaine? mucho más imperio que la realidad.

Además, la creatividad no puede avanzar de espaldas a la memoria. Es justamente esta última la que permite a la creatividad orientarse hacia las buenas prácticas y corregir los hábitos viciosos. Por ello, pretenderse pragmático e ignorar la responsabilidad propia en prácticas y concepciones que han originado la situación a la que se dice hacer frente no es más que puro cinismo.

Doctor en Economía

acore@us.es

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