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Promesa relativa y temporal

Joan Laporta y Ramón Calderón han dado su palabra a José María del Nido de que este año al menos no le van a tocar más la plantilla, refiriéndose especialmente a los casos de Diego Capel y de Luis Fabiano, dos de los jugadores más apetecibles de este nuevo Sevilla. Ya es mucho fiarse de la palabra...

el 15 sep 2009 / 10:45 h.

Joan Laporta y Ramón Calderón han dado su palabra a José María del Nido de que este año al menos no le van a tocar más la plantilla, refiriéndose especialmente a los casos de Diego Capel y de Luis Fabiano, dos de los jugadores más apetecibles de este nuevo Sevilla. Ya es mucho fiarse de la palabra de presidentes que han sido capaces de faltarle a sus socios, que en sus clubes, no lo olvidemos, son además los electores que los ponen y los quitan de sus cargos. Son conocidas y muy publicitadas sus constantes promesas no cumplidas, pero a lo mejor Del Nido les inspira más respeto que su propia gente. Pero en cualquier caso, lo que es seguro es que la promesa tiene fecha de caducidad. El entorno de Diego Capel, y por tanto el propio futbolista, ya saben que el Madrid lo tiene en su agenda de futuro próximo si la progresión es la apuntada en estos meses que lleva compitiendo en la élite. Al Madrid le encanta la verticalidad del jugador, le gusta que haya salido de la cantera del Barcelona (el morbo adicional que eso conlleva) y además, y muy importante, Pedja Mijatovic sabe que si firma una operación que beneficie a René Ramos y Pedro Bravo, los representantes de Capel y de Sergio Ramos, el central madridista, que tiene ofertas de todos los equipos poderosos del mundo, estaría más lejos de aceptar una de esas suculentas proposiciones. Aunque el problema de fondo, y eso tendrá que arreglarlo el Madrid si no quiere tener un auténtico follón con Sergio Ramos, es que el jugador quiere cobrar como lo que es: uno de los puntales del equipo. Ni más ni menos que seis millones de euros limpios de polvo y paja es lo que pide. Si los agentes están contentos, pues a lo mejor se rebaja algo esa petición. No es éste un caso inusual. El Sevilla, sin ir más lejos, lo ha tenido que hacer en varias ocasiones. Por ejemplo, firmar a Hornos para que viniera Darío Silva. O apostar por un joven Igor (brasileño del filial) para por un lado probar con el jugador pero también para dejar satisfecho al agente del mismo, que también lo es de Adriano. Así se mueve esto.

'Sandokan' no estaría detrás de Bsport

El grupo que se dice que podría comprar el Betis, el ya famoso Bsport, se compone básicamente de gente que es o ha hecho relativa fortuna en Córdoba. Lopera dijo que detrás está alguien con un poderío grande, capaz de reunir millones de euros con cierta facilidad. Se apuntaba a Rafael Gómez, el joyero-constructor cordobés, porque había trabajado estrechamente con alguno de los miembros de Bsport. Pero se asegura desde el mundo de la economía andaluza que el conocido Sandokan, por problemas de salud y sobre todo financieros, no está para meterse en ninguna operación de esta envergadura, si es que fuera verdad que las acciones de Lopera no van a seguir controladas por él mismo o por una sociedad interpuesta. El cuatro de octubre tendremos algunos datos más de esta enigmática operación que no se cree nadie. Lo que es seguro es que en el caso de que fuera una oferta real, no una autooferta como se especula desde la oposición a la gestión de Lopera, los hombres fuertes de BSport no podrían ser los que nos han presentado. Alguien más solvente bancariamente tendría que estar detrás de todo esto.

Koné, un poco defraudado

El Sevilla, y todos los empleados que trabajan para resolver los problemas que le surgen a los futbolistas del primer plantel, no suele fallar, pero con Koné tuvieron un detalle que no le gustó al jugador. Llegaba lesionado al aeropuerto de Sevilla, en un carrito y con la pierna enyesada. El futbolista no quiso avisar a su mujer para que no se llevara la impresión de verlo de esa forma, así que fueron a recogerlo gente del club que sin embargo no lo dejaron en su casa, sino en la puerta de un taxi, que fue el que finalmente llevó al jugador a su domicilio. A Koné no le gustó el detalle, aunque luego entendió que sólo fue un malentendido sin más.

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