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¿Viaje al futuro?

Mezcla de Ciencia-Ficción post-apocalíptica con fantasía heróica, estamos ante uno de los mejores títulos del gran dúo de autores.

el 24 mar 2011 / 17:37 h.

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Portada de este genial cómic.

Con sólo leer los nombres que están implicados en él, uno ya puede hacerse una idea de que no está ante un tebeo cualquiera: Antonio Segura (uno de los mejores guionistas que tuvo el noveno arte en nuestro país durante los ochenta) y Jordi Bernet, del que poco o nada habría que decir a estas alturas que no se haya dicho ya por activa y por pasiva. La combinación del talento de ambos ya nos había dejado esa magnífica obra llamada Kraken, título puntal (¿acaso hay alguno que no lo sea?) dentro de la tebeografía de Bernet que, contra todo pronóstico, se ve superado por este Sarvan, un tebeo sobresaliente se mire por dónde se mire.

Aparecido en las páginas de la mítica revista CIMOC (de la que hay pendiente una suerte de nueva versión online), y con dos volúmenes de Norma recopilando en blanco y negro y color las aventuras de esta despampanante fémina (dicho sea de paso, bastante complicados de encontrar, a no ser que quiera usted gastarse muchos más euros de lo que suele normal en un cómic), sería Planeta la que, muchos años después (tantos como los 12 que transcurrieron entre 1986 y 1998) y ante la complicada perspectiva de poder hacerse con el primero de los tomos editados por Norma, terminaría por agrupar por completo y, de nuevo en blanco y negro, las historias que Segura y Bernet habían creado tiempo atrás en un tomo que, de nuevo, está tan descatalogado como poco disponible en puntos de venta online como Todocolección o eBay.

En Sarvan, el tándem de autores construye un mundo fantástico cuya ambientación queda definida a medio camino entre el universo post-apocalíptico que el guionista ya había explorado a conciencia en Hombre (de la que ya hablamos largo y tendido el pasado mes de julio) y otro, completamente opuesto a él, que se situaría en la línea de fantasía heroica definida por el Conan de Robert E.Howard que tantos clones generó a raíz de su adaptación al cine a principios de los ochenta.

A tan explosiva combinación habrá que sumarle deidades en conflicto, referencias religiosas nada veladas (ese final) y visitas de razas extraterrestres. Tal mezcolanza de referencias y géneros habría devenido en un batiburrillo inconexo con cualquier otro escritor, pero Segura sabe darle un hálito de coherencia a un conjunto que, si en la superficie podría no pasar de ser un tebeo más de escapismo, en el fondo guarda ciertas reflexiones que van asentándose con calma conforme avanza la lectura.

Arropada por un erotismo nada soterrado (algo propio de la época que provoca que a la protagonista se le vea la delantera a la mínima de cambio y aparezcan objetos fálicos cada vez que nos descuidemos), Sarvan es una lectura vivaraz que derrocha imaginación por los cuatro costados, inventándose Segura todo un microuniverso al que, lamentablemente, nunca ha vuelto a viajar.

Y dando respuesta pertinente a todo ello está el gran Jordi Bernet. Que el dibujante catalán es capaz de cuajar unas mozas de infarto es algo que nadie pone en duda y su diseño de Sarvan no hace más que ponerlo de relieve. Pero, como también ha demostrado hasta la saciedad, sus capacidades como artista gráfico no se limitan a esculpir cual Miguel Ángel beldades femeninas sobre el papel sino que su asombroso talento queda plasmado también en esos imposibles adonis masculinos y, en términos generales, en cada página del volumen, mediante una imaginación que en ningún momento le va a la zaga a la del guionista. De factura impecable, asombroso control de los claroscuros y una narrativa alucinante, cualidades todas que ya hemos desgranado aquí una y otra vez, el trabajo de Bernet en Sarvan es, en definitiva, otra pieza más en el enorme y fabuloso puzle que componen todas y cada una de las obras del genial autor español.

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