El modelo del Sevilla está claro desde hace alrededor de 15 años: comprar jugadores en proyección, sacarles el máximo partido y aprovechar su crecimiento individual para venderlos, generando unas plusvalías que permiten presupuestos generosos para hacer frente a las ambiciones del club. Gracias al éxito de esta fórmula, no pocos futbolistas eligen Nervión como lugar idóneo para crecer, trampolín ideal para sus carreras. Muchos de quienes se convirtieron en cracks vistiendo del Sevilla siguen hoy etiquetados como estrellas. Algunos abandonaron Nervión empujados por el club y su necesidad de hacer caja. Otros, sin embargo, apostaron por un equipo de ambiciones superiores incluso desechando ofertas sevillistas fuera de mercado. No todos acertaron. No todos se pueden permitir hoy decir que no echan de menos el Sevilla.
Echando la vista hacia atrás sólo un poco encontramos ejemplos variados. Desde la petición de aumento de sueldo de Federico Fazio, que acabó marchándose al Tottenham sin despedirse, hasta el declive de uno de los grandes delanteros que pasaron por Nervión, Álvaro Negredo, pasando por el adiós de Unai Emery, que desde el banquillo era una pieza clave en los éxitos de las últimas tres temporadas. En estos días previos a la reapertura del mercado de fichajes, nos encontramos con Carlos Bacca pidiéndole a Monchi y Sampaoli un hueco en el Sevilla, pese a ser uno de los puntales de todo un Milan. Hueco tiene, pero esa política del Sevilla, bien definida, impide gastarse muchos millones en un jugador ya treintañero y que se había ganado en Nervión un sueldo top, como así se le ofreció. Muy cerca del colombiano ahoga sus penas Éver Banega, quien salió del Sevilla sin querer renovar y dejando apenas 1,2 millones en la caja siendo uno de los mejores futbolistas de la historia reciente en el Sevilla. La crisis del Inter ha sepultado la resurrección del argentino, quien renunció a la Champions y a la mejor Liga por una cuenta corriente a rebosar.
Quizás el caso reciente más llamativo lo protagonice Aleix Vidal. El interior derecho que había destacado en el modesto Almería fue catapultado por Emery a la Selección a las puertas de una Eurocopa. El catalán levantó sus primeros títulos de sevillista, como tantos otros, pero sucumbió a la oferta del Barcelona. ¿Quién le dice que no al Barça? Muy pocos y bajo condiciones especiales. Aleix dejó en Nervión casi 20 kilos, tuvo que estar seis meses en la grada del Camp Nou por la sanción administrativa al Barcelona, perdió el tren del combinado nacional y ahora es poco menos que un apestado para Luis Enrique. También ha tanteado la opción de buscar hueco en un Sevilla que echa de menos.
Tanto lo echó Fazio que regresó la pasada campaña. Ni siquiera pudo jugar en el Sánchez-Pizjuán, donde la presión del público amenazaba con hundir más su declive. El argentino estuvo casi apartado en el Tottenham y ahora ha encontrado luz en la Roma. Negredo, tras pasar sin pena ni gloria por el City y fracasar en el Valencia, apura su carrera en equipos de perfil bajo de la Premier.
Gameiro se fue al Atlético el pasado verano en busca de una gloria mayor que la que le dio el Sevilla: por ahora cumple con su media de aciertos y fallos, aunque el conjunto colchonero no pasa por su mejor momento. Algo parecido a otros que decidieron decir adiós: Krychowiak y Emery. El PSG parece haberles cambiado su dinámica ganadora mientras el Sevilla, por ahora, sí que no los echa de menos.