Bocadillos sin complejos

Chefs y restaurantes de renombre recuperan el bocadillo como recurso gastronómico de primer nivel. La reinterpretación de este plato tan popular ofrece posibilidades infinitas

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14 oct 2017 / 19:32 h - Actualizado: 14 oct 2017 / 19:41 h.
  • Bocadillos sin complejos

El bocadillo es tendencia. Restaurantes de postín y chefs reconocidos introducen bocadillos (o versiones de bocadillos) en sus apetitosas cartas. Incluso algunos renombrados establecimientos abren franquicias dedicadas exclusivamente al mundo bocata y sus infinitas posibilidades. La creatividad tiene mucha miga. A menudo se ha considerado el bocadillo una comida pobre, un recurso de urgencia. Pero qué va. Todo depende de lo que le metamos dentro al pan, e incluso de elegir el pan adecuado para cada relleno. Ea. Es cuestión de ponerle una deconstrucción bien condimentada con reducción de algo y una cebolla en pétalos (pétalos de cebolla, en serio), y ya tenemos un bocado para gourmets.

Y si uno quiere algo más exótico se tiene que tomar un bao, una especie de minibocadillo asiático con pan cocido al vapor y relleno de carne. Los gastrónomos dirán que si se ha puesto de moda el bao también hay que darle una nueva oportunidad al bocadillo, algo tan bueno y tan de aquí. Pues eso, que ya se pueden ustedes comer un serranito o un mantecadito, con la tranquilidad de que no es un almuerzo poligonero y tal, sino un plato trendy a más no poder. La fecundidad creativa va más allá de los cerebros de la nueva cocina, dado que los panaderos tienen tanto que ver como ellos en la elaboración del bocadillo. Ahora tenemos pan de trigo, de centeno, de maíz, de millo, de yuca, multicereales, de aceite, de ajo, de aceitunas, de cebolla, de bollo, de mollete, de telera, de baguette, de hogaza, de pita, de payés, de huevo, de molde...y un largo etcétera porque en España pueden comprarse más de 300 variedades distintas de panes. Entre la globalización y la competencia, que obliga a una superación continua y una permanente innovación de los productos, el día menos pensado comemos pan de esparto y tan contentos. Y tan rico en fibra.

Dios me libre de poner pegas al desarrollo gastronómico. Y bienvenidos los bocadillos a la moda, porque hay pocas comidas que estén más buenas sin pan. Mis padres decían «come pan que te van a sentar mal las lentejas», un consejo que supongo heredado de tiempos en los que había que llenar el estómago y no había mucho más con qué. Claro que también decían «pan con pan, comida de tontos», que era como una llamada a no abusar. Lo cierto es que cocineros de prestigio han reconocido el valor de un buen bocadillo de jamón, de tortilla, de filete, de atún, de chacinas y hasta de calamares (aunque en ese rebozado veo yo algo del «pan con pan»...), lo cual me parece un hallazgo o más bien dicho, un reencuentro. Sin embargo me preocupa que la moda del bocadillo le suba el caché a una comida que resultaba tan asequible hasta el momento. El día que me pidan precio de gourmet por un bocata los consideraré perdidos para siempre. Y me los haré en casa, claro.

Qué no habremos preparado (y disfrutado) en bocadillo en este país. Desde la típica tortilla de papas que apenas alcanza la boca para darle el mordisco y que si no le echas agua te atoras, hasta un atracón de albóndigas de lata he visto yo. Cada uno tendrá sus gloriosas combinaciones, que los bocadillos se prestan a hacer volar la imaginación. Y a un concurso, no digan que no. Entre mis favoritos se encuentra el pan tumaca, a ver si los catalanes se aclaran con la declaración (o no) de independencia y podemos tener el bocata en paz.