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Cartucho, que no te escucho

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Álvaro Romero @aromerobernal1
28 ago 2017 / 22:02 h - Actualizado: 28 ago 2017 / 22:03 h.
"Viéndolas venir"

Sobre la sangre palpitante aún de los muertos por terrorismo en Las Ramblas, se montan sin vergüenza los espectáculos patrios, en plural, porque aquí la unidad sigue siendo una cosa retórica que se dice, pero no se hace. El clásico del duelo sigue siendo el picnic de las pancartas, y el ciudadano en peligro de extinción es una vez más el que se encontraba perdido entre la muchedumbre barcelonesa, apesadumbrado por el dolor de los asesinatos sin sentido, pues aquí casi nadie va perdido, y cuando el personal se junta para manifestarse, cada cual manifiesta lo que le place: contra el estado, contra los mossos, contra la islamofobia, contra el rey, contra el turismo, contra el gobierno, contra los moros, contra Cataluña, contra los separatistas, contra los antiseparatistas, contra los listillos a quienes atacan quienes se creen más listos aún. En fin. Se echaban de menos el otro día pancartas contra el terrorismo. Simplemente. Será por eso que nuestra tragedia es siempre una tragicomedia.

Cuando la tragedia pierde dignidad y se hace grotesca, se convierte en tragicomedia, que es el género español por antonomasia. No un extraterrestre, sino cualquier vecino europeo lo aprecia en cuanto nos observa desde la barrera: más papistas que el papa, y lejos de serenar un discurso lógico contra el terror, empapado de lúcido historicismo, unos jalean al rey y otros a los separatistas; unos aplauden a un vaina disfrazado de cura y otros presumen de tener listas las urnas para el referéndum. Pero todo se debate en los bares, o en las redes, que es lo mismo, y desde el convencimiento de que el otro es siempre un fascista al que solo hay que decirle cartucho, que no te escucho. De modo que la diversidad social con la que soñamos en rica convivencia se transmuta finalmente en un sórdido carnaval que no merecen nuestros muertos, los únicos que mantienen un prudente silencio por sí mismos. Qué pena.