Cosas que cambian

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29 abr 2017 / 08:51 h - Actualizado: 29 abr 2017 / 08:53 h.
"Pareja de escoltas"

El análisis y hasta la resaca amarga de los sucesos de la Madrugada han dado para mucho. Buscando las causas y las consecuencias de las avalanchas coincidentes en el tiempo y en el espacio hemos ido llegando a una conclusión común: el escenario en el que se mueven las cofradías de la segunda década del siglo XXI ya es muy distinto del que acogió las del mismísimo año 2000. Sólo hay que echar un vistazo al paisaje apocalíptico que presenta cualquier calle después del paso de una cofradía. Aceras y calzada quedan convertidas en un estercolero inmundo que sólo es la consecuencia natural de esa corte de los milagros –sillitas, mesas de playa, naipes y meriendas repugnantes– que antecede a la llegada de la Cruz de Guía de cualquier corporación. El déficit de educación es una certeza. Pero si vivimos en una sociedad que está a punto de tolerar que los bachilleres lleguen a serlo con dos suspensos en la talega, difícilmente podremos atajar estos problemas desde la raíz. La Semana Santa no es ajena al estiércol que ahora impregna tantas y tantas facetas de la vida cotidiana. La fiesta se ha convertido en un pasaje más en el que salir a la calle –es gratis– y pasar horas y más horas para matar un tiempo que quizá ya no es tan hermoso como lo presentimos en esas tardes de ilusiones de febrero y marzo. El reino de los capillitas ha sido conquistado por el imperio de lo friki y la marea de esa masa que le da igual ocho que ochenta.