Cuando ser del Écija es una tarea de héroes

El Écija necesita un mecenas. Un tejido empresarial con euros para esquivar el más triste final de un cuento de hadas que fue posible gracias a la locura de cinco corazones enamorados del Écija Balompié.

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18 nov 2015 / 10:52 h - Actualizado: 18 nov 2015 / 10:52 h.
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Hubo un tiempo en el que el Écija era aclamado en San Pablo. Hubo una época en la que Gordillo lucía sus medias manchadas de fango y el personal vociferaba a ras de banda. En aquellos días de rosas, vino y pesetas por castigo, el conjunto astigitano militaba en Segunda División. Hasta Estudio Estadio resumía en apenas unos segundos las andanzas de unos tipos que popularizaban con su fútbol las bondades de la Ciudad del Sol, majestuosa en Semana Santa y dinámica en Feria. Hoy, dos décadas después de aquella peripecia irrepetible e inenarrable para los ahora imberbes, el club de la Calle José Herrainz, el hombre que evitó el caos, busca el aliento y el auxilio de su gente, aquella que solía responder de forma masiva durante las campañas de abonados.

En 2015 es tristemente diferente. La masa social se ha deprimido, la afición ha perdido efectivos de la misma forma que Indurain eliminaba enemigos camino del Tourmalet en aquellas tardes de sobremesa de agosto y el presidente, un hombre bonachón, no dispone de un plan B. El Écija, el de aquellas noches de éxtasis y júbilo, necesita un mecenas. Un tejido empresarial con euros para esquivar el más triste final de un cuento de hadas que fue posible gracias a la locura de cinco corazones enamorados del Écija Balompié: Esteban Molina, Guillermo Pavón y José Luis González y dos jugadores que personificaron la sangre azul en el vestuario durante meses, Alejo y Úbeda. Y la afición, su fiel infantería, debe movilizarse para que el corazón del Écija lata más vigoroso que nunca.