Que en verano se abandonen tantas mascotas es algo que dice muy poco de nuestro país. En 2016, se abandonaron casi ciento cuarenta mil mascotas, de las cuales, solo el 45 por ciento fueron adoptadas después. Es decir, que casi la mitad acabaron en una cuneta o sacrificadas. Los motivos son variados: económicos, por el mal comportamiento de los mismos animales o, simplemente, porque hay quienes no tienen corazón. Dejar diez días a un perro en una residencia es más barato que invitar a gambas a la familia, unos ochenta euros. Mi perro agradece que lo deje de vez en cuando en una guardería, donde tiene más espacio que en casa, se mezcla con otros perros y está perfectamente atendido. Sin embargo, cuando voy a recogerlo y me ve llegar se quiere saltar la alambrada y al abrazarlo noto cómo se le acelera el corazón y se le humedecen los ojos. Surco entiende, lo sé, que lo deje en una guardería algunos días, pero jamás entendería que lo abandonara a su suerte en una carretera. Le partiría el corazón y entonces mi vida sería un calvario, una auténtica mentira.