Pasa la vida

El plástico, el WhatsApp y otros inventos cuyo uso regenerar

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
06 ene 2019 / 16:00 h - Actualizado: 06 ene 2019 / 16:01 h.
"Pasa la vida"

Los camellos de los Magos de Oriente no quieren digerir microplástico como los humanos que adoran su labor. Los renos que tiran del trineo de Papá Noel tampoco desean contaminarse como los beneficiarios de sus infinitos viajes. La Sirenita ya no está dispuesta a sumergirse bajo el mar. La familia de Nemo prefiere vivir en un acuario antes que en el océano. Todos los días, también el de Reyes, somos una civilización tan envuelta en plásticos de usar y tirar que ya los llevamos dentro en dosis microscópicas. Y no solo al ingerir pescado. El planeta azul está infestado de partículas de los envases. Quien considere que solo existen los desechos identificables a golpe de vista es porque no se ha dado de bruces con la información sobre los análisis científicos en la flora intestinal y en las heces de algunos congéneres.

El mayor propósito de enmienda que hemos de hacer en el 2019 es reducir drásticamente la demanda de bolsas de plástico, botellas de plástico y otros recipientes de plástico. Hace 70 años fueron un gran invento. Ahora estamos atrapados en un círculo vicioso de falsa comodidad. Y hemos de mentalizarnos sobre lo cómodo que es retornar a hacerse el café sin usar monodosis recubiertas de plástico, sobre lo agradable que es ir a la panadería con bolsa de papel reciclado, y sobre lo estupendo que es rellenar recipientes para comer, beber y limpiar, como se recarga la tarjeta para acceder al autobús o al metro.

Para animarles a este ejercicio colectivo de supervivencia, en aras de hacerles el mejor regalo posible a hijos, sobrinos y nietos, les garantizo que en 2018 no sufrí ni de lumbago, ni de ciática ni de cervicales, ni pérdida de tiempo alguna, por intensificar en mis hábitos cotidianos el criterio de salir de casa con una bolsa de tela y no recurrir a bolsas que te ofrecen en farmacias, panaderías, comercios, supermercados,... Calculo que he dejado de recibir y basurear más de 1.100 bolsas innecesarias. Y en 2019 voy a mejorar fácilmente ese positivo recorte. Basta con aplicar la misma gimnasia mental en eventos, viajes, compra de regalos,...

Estamos desbordados por avances que se nos han ido de las manos al usarlos de modo excesivo o inapropiado. Sucede con el azúcar, con la televisión, con la tarjeta de crédito, con los analgésicos,... Y cuán veloz está subiendo en ese 'ranking' la falta de autocontención en la convivencia con la mensajería de comunicación instantánea. WhatsApp es un gran invento. Cuando sus creadores, Jan Koum y Brian Acton, la pusieron en marcha en 2009, como una aplicación para facilitar que una persona indique a otra si está o no disponible para contactar, no podían augurar la cantidad de usuarios que iban a tener tan poco sentido de la mesura sobre el lapso de tiempo que ha de transcurrir hasta que el interlocutor vea el aviso y responda.

Tanto se está confundiendo por parte de algunos adultos y adolescentes la apertura de un canal como WhatsApp con la adictiva y obsesiva obligación de estar pendiente de la pantalla para exigir que la otra persona conteste de inmediato, sea cual sea la importancia del mensaje y las circunstancias en las que esté ocupado, que es creciente fuente de nervioseras y tensiones en el seno de parejas, familias, pandillas y empresas. Y qué decir de los efectos perversos en las relaciones más tendentes al hipercontrol machista y a la sumisión femenina, pues se está manejando como funesta baza de violencia psicológica que puede desembocar en violencia física.

Para asimilar de modo adecuado cada innovación que se nos pone a tiro como un cambio en nuestras vidas, apliquemos siempre una máxima que no tiene fecha de caducidad: vísteme despacio, que tengo prisa.