La pregunta no es superflua. Es pertinente hacerla en Andalucía, en España, en África y en la mayor parte del planeta porque las reservas de agua dulce se hunden en picado y la población se concentra en las zonas litorales. La Tierra se calienta, se seca, se agrieta y se desertiza, mientras las clases dirigentes distraen al personal con nacionalismos, populismos, integrismos, aislacionismos y fanatismos de todo tipo servidos al ojo y al oído de millones de personas pegadas a una pantalla.
El capitalismo depredador ha robado, saqueado con violencia y destrozado todo el territorio posible hasta deparar el triste escenario de hoy y hacer imposible un futuro mejor. Disculpen si el arranque de esta columna peca de pesimismo, pero la coyuntura no es para menos.
Nuestra miopía social y política nos impide ver más allá de nuestras fronteras más cercanas y darnos cuenta que poco se puede hacer localmente si no pensamos globalmente. No estamos preparados para bebernos el mar a través de desaladoras alimentadas con energías renovables, pero sí lo hemos contaminado a conciencia y sin ningún remordimiento.
No estamos preparados para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con los Acuerdos de París, pero mantenemos en el poder a gobernantes gravemente irresponsables en los cinco continentes.
No estamos preparados para lograr pronto los Objetivos de Desarrollo Sostenible(ODS) fijados por Naciones Unidas, pero sí nos sobra preparación para las guerras y ciberguerras del futuro contra enemigos creados por civilizados gobiernos.
No estamos preparados para bebernos el mar, ni para afrontar los retos trascendentales de la Humanidad, pero ya estamos preparados para bebernos un océano de alcohol el próximo fin de semana. Que no pare la fiesta y que se callen los aguafiestas. Que no nos falte de ná, aunque tengamos que empeñarlo todo.