La inmaculada Constitución

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Álvaro Romero @aromerobernal1
08 dic 2017 / 19:08 h - Actualizado: 08 dic 2017 / 19:08 h.

La Constitución Española de 1978, que sigue amparando este estado de derechos en el que vivimos con todos sus errores a cuestas, es la novena constitución que nos hemos dado en este país definido por el alemán Bismarck como «la nación más fuerte del mundo». Argumentaba el fundador de Alemania que los españoles llevamos toda nuestra historia intentando autodestruirnos como nación sin conseguirlo. «El día que dejen de intentarlo, volverán a ser la vanguardia del mundo», apuntilló. La incendiaria declaración de aquel canciller tuvo lugar años después de La Pepa, la primera de nuestras constituciones, que se quedó en el papel mojado de la Bahía de Cádiz, a la espera de que sus hijas consolidaran aquel régimen de libertades que en 1812 solo se soñaba...

En ese siglo y medio que queda en medio, hubo constituciones que sirvieron más para la guerra que para la paz. De modo que la actual, con sus 39 años de sosiego inédito en este país y con un referéndum que la avaló entre el pueblo llano, es seguramente la mejor de todas las Constituciones que se nos han ocurrido hasta ahora, sin ser inmaculada, por supuesto. La única Inmaculada en este país laico solo cuando nos conviene es la Virgen María, y no por ningún referéndum, sino por un dogma del papa Pío IX en la misma época en que Bismarck concebía la unificación de su país, si bien la idea popular de que la que parió a Dios debía de haber sido concebida a su vez sin mácula original comenzó a consolidarse el mismo año en que nació Murillo, el pintor que más la retrató con esa obsesión plástica hasta la saciedad y hasta influir seguramente en declararla Patrona de España.

Este puente que pasamos es metáfora civil y religiosa de un país que sigue sin aprender con Cristo a darle a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César; que dispara sin sentido contra la Inmaculada mientras convierte en inmácula una Constitución revisable, aunque la revise para bien de los poderosos en cualquier fin de semana.