La muerte del ‘seny’

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28 ago 2017 / 22:05 h - Actualizado: 29 ago 2017 / 10:42 h.
"Hispalíneas"

Cada lengua y cada una de las colectividades que la hablan tienen palabras propias no sólo de difícil traducción sino también de complicada compresión aunque se traduzcan. Dos ejemplos de esto son los términos seny en catalán y malage en el habla de Andalucía. El primero ha sido definido como sensatez, mesura, sentido común... y, con el andar del tiempo, adquirió el carácter de cualidad que, de alguna manera, formaba parte del alma catalana en la acepción de «espíritu colectivo» del XIX. Malage también fue algo contrapuesto a lo que, tradicionalmente, definía el alma andaluza porque el término no es más que la pronunciación popular de «mal ángel». Ser un «malage o tener malage» significa carecer de bondad, generosidad, simpatía...

Los bárbaros atentados del pasado día 17 en Barcelona y Cambrils no fueron una tragedia local sino internacional y una prueba fehaciente de la interculturalidad de nuestro mundo; una hecatombe con víctimas inocentes de las más diversas nacionalidades puestas por el azar al alcance de los instrumentos homicidas de la contracivilización. El sentido de la mesura y la sensatez, el seny del que simpre hizo gala Cataluña, podría haber sido la respuesta adecuada que, además, colocara a Barcelona en un lugar distinguido entre las ciudades del planeta, pero eso quedó arruinado por las muestras de intolerancia de una parte de aquella sociedad y por el silencio del resto ante ese cerrilismo chauvinista. Parece como si, en la tragedia también hubiera muerto, arrollado, el seny y su lugar lo hubiera ocupado un mal ángel.