El verano del año pasado una motosierra iniciaba la que sería la ‘guerra del árbol’ al talar, sin previo aviso al vecindario, los olmos que daban sombra a la emblemática plaza del Pumarejo de Sevilla. Desde ese fatídico día el Ayuntamiento de Sevilla, gobernado por el socialista Juan Espadas, se lanzó a una tala frenética que le ha costado ya la vida a más de 4.000 árboles a lo largo de toda la ciudad. Durante meses la ciudadanía se ha organizado y mantiene reuniones cada martes en el centro social del Pumarejo para coordinar acciones que frenen una tala que se ha llevado por delante árboles históricos, anteriores algunos de ellos al mismísimo Jean Claude Nicolás Forestier, el arquitecto paisajista francés creador del emblemático Parque de Maria Luisa.

Al frente de las órdenes de tala en Sevilla, un ingeniero de caminos: Adolfo Fernández Palomares, director general de Medio Ambiente y responsable de la ejecución (nunca mejor dicho) de las políticas de la Delegación de Parques y Jardines de la ciudad. Bajo su mandato se inició el ‘arboricidio’ que se está perpetrando sin darle explicaciones a la ciudadanía, pese a que la Plataforma Salva Tus Árboles Sevilla, ha acudido hasta en 8 ocasiones al pleno municipal para pedir explicaciones de lo que consideran un contrasentido en la ciudad que el alcalde dice que es el “refente de ls sostenibilidad de Europa”.

Cortar por lo sano (Teaser) from Ecoperiodismo on Vimeo.

Adolfo Fernandez Palomares, que ha eludido hacer declaraciones a Ecoperiodismo, accedió al cargo de director general de Medio Ambiente de Sevilla tras abandonar la dirección del parque metropolitano del Alamillo, donde también protagonizó una polémica tala de 620 pinos piñoneros

argumentando que era una actuación “inevitable” debido al “riesgo de caída”. En el ‘arboricidio’ que dirige en Sevilla el argumentario es el mismo, después de que el Gobierno de Juan Espadas entrase en pánico tras la muerte de un visitante al Alcázar por la caída de la rama de un árbol. Apenas un mes después del accidente, el director general de Medio Ambiente desempolvaba un informe de 2015 sobre el estado de la arboleda sevillana que indicaba el mal estado de 2.500 ejemplares y recalcaba con tres años de retraso la “urgencia” de la tala (denominada eufemísticamente ‘apeo’ por los responsables políticos del PSOE sevillano). Sin embargo, según fuentes consultadas por Ecoperiodismo, el árbol causante del accidente no aparecía en ese listado de los 2.500 árboles en mal estado. El listado de los 2.500 árboles sentenciados a muerte por el Consistorio nunca se ha suministrado a la Plataforma Salva Tus Árboles Sevilla, como tampoco se ha dado el inventario de la arboleda de la ciudad, pese a haberse pedido hasta la saciedad por parte de diferentes organizaciones ecologistas y ciudadanas. La Plataforma Salva Tus Árboles Sevilla sostiene que muchos de los árboles talados se podrían haber salvado y que otros muchos gozaban de excelente salud. La petición de reevaluar el estado de la arboleda que esta plataforma ciudadana ha pedido al Ayuntamiento ha sido también ignorada por el equipo de gobierno municipal. Por contra, el afán de tala ha llevado ya a cortar por lo sano más de 4.000 árboles en la ciudad, realizando además muchos de estos ‘apeos’ en época de cría de aves, sin tener en cuenta que Sevilla es una de las ciudades con más diversidad de avifauna urbana.

El último capítulo (por ahora) del ‘arboricidio’ en Sevilla lo protagonizan 11 melias de gran porte arbóreo que están desde hace décadas dando sombra en el antiguo mercado de la Puerta de la Carne en el barrio de La Florida. El proyecto urbanístico presentado con todo el boato y apoyo del alcalde de la ciudad para rehabilitar este espacio público, planea eliminar estos árboles porque ‘molestan’ en el planeamiento de una empresa privada que quiere poner en esa zona establecimientos ‘gourmet’, lo que traducido para los vecinos del barrio es privatizar ese espacio urbano con veladores para que quien quiera disfrutar de la sombra pague la consumición. Una ingeniería de ciudad con menos árboles y con la sombra ‘privatizada’.