Para La Línea no basta el artículo 155

Image
Juan Luis Pavón juanluispavon1
08 feb 2018 / 22:12 h - Actualizado: 08 feb 2018 / 22:13 h.
"Pasa la vida"

En la Bahía de Algeciras hay dos colonias que recuperar: Gibraltar y La Línea. El paraíso fiscal de la primera busca reinventar su estatus para que el ‘brexit’ no les desampare. En el paraíso narcotraficante de la segunda aún no hay un ‘¡Basta ya!’ ni político ni social. Hace ya muchos años que declararon su independencia los barrios dominados por las familias cuya economía está apadrinada por los cabecillas de la flota de planeadoras que arriban a la playa urbana con los fardos de droga incluso a plena luz del día. Y con multitud de bañistas en la arena, atónitos al comprobar cómo quienes acuden raudos y veloces son las cuadrillas de porteadores para llevarse cuanto antes el cargamento hacia sus escondites. Respaldados por numerosos compinches cuyo oficio y beneficio consiste en hacer turnos y estar apostados desde miradores camuflados para detectar cuanto antes, en cualquier momento diurno o nocturno, la posible presencia o llegada de agentes policiales de uniforme o de paisano.

Ni en los ‘años de plomo’ con ETA gozando de mucha complicidad e impunidad para asesinar, ninguna cuadrilla de proetarras envalentonados en ‘herriko tabernas’ se atrevió a asaltar un hospital para liberar siquiera a algún colega atendido por magulladuras tras detenido por la ‘kale borroka’ de incendiar autobuses. En La Línea las fuerzas vivas del narcotráfico sí han traspasado ese límite para llevarse a uno de los suyos, humillando al Estado de Derecho y proclamando el triunfo del espíritu contrabandista. En esta ciudad gaditana no toca aplicar un artículo 155 para rescatar la democracia y al vecindario decente, sino el artículo 116, que regula los estados de alarma, excepción y sitio. Es mucho más grave el diario desacato a la ley que se vive en La Línea, con las consecuencias para la salud pública por toda España que depara la introducción de tantas toneladas de droga, en comparación con la súbita huelga de controladores aéreos que motivó en 2010 la declaración del estado de alarma y la movilización de militares por parte del Gobierno Zapatero para gestionar el tráfico de la aviación civil.

Y tampoco se ejerce el democrático principio de autoridad para atreverse a sacarle los colores al Reino de Marruecos con el fin de que en sus despachos y en su orilla la corrupción sistémica no facilite tanto un negocio tan tradicional.