Ser cultos para ser libres

Image
13 oct 2018 / 10:13 h - Actualizado: 13 oct 2018 / 10:15 h.

Los extremismos van tomando forma y haciéndose un enorme hueco en el espacio político. Los nacionalismos que tantos desastres provocaron hace no muchos años se van asentando en todo el mundo y crecen sin descanso. Solo queremos escuchar lo que nos conviene, los mensajes fáciles que nos prometen acabar con nuestros problemas o con lo que creemos que lo son. Queremos estar colocados por delante de cualquier otra cosa porque ya nos dicen que somos lo primero y eso lo convertimos en religión. Nos prometen que lo que odiamos va a desaparecer y nos desborda la alegría. Nos prometen que los ricos dejarán de serlo y que los pobres también dejarán de serlo y ponemos los ojos en blanco mientras casi levitamos.

Pero lo que nadie nos dice es que esto nos lo tragamos porque somos, cada día, más incultos, más manipulables, seres alienados sin que podamos llegar a intuirlo. Nuestro criterio está construido con cuatro cositas que encontramos en las redes sociales y nos quedamos tan campantes. Leemos poco y lo que leemos lo interpretamos mal. Despreciamos todo lo que no nos parezca rentable. Lo material reina en todo el mundo.

Ser inculto, ser atrevido y proclamar la gran fuerza de la ignorancia, ser consumidor de cultura aunque no te enteres de la misa la media, y utilizar las redes sociales para que parecer menos insignificante a base de mendigar seguidores y aplausos virtuales, parece que es lo único que nos emociona y nos llena la vida de sentido.

Sin embargo, ser incultos nos hace débiles, nos convierte en carne de cañón. Ser incultos nos hace ser prescindibles.

Conviene leer, conviene escuchar distintas opiniones, conviene discutir intentando asumir que nuestras carencias hay que eliminarlas. Conviene valorar eso que llamamos cultura. De cualquier otro modo, nuestro criterio seguirá siendo un desastre y, con el tiempo, pintaremos menos que ahora. Todavía menos.