La Cuba de Fidel: Pobreza o libertad

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26 nov 2016 / 23:26 h - Actualizado: 27 nov 2016 / 15:57 h.
  • La Cuba de Fidel: Pobreza o libertad

Fidel Castro ha muerto. Para muchos fue un dictador y poco más. Para muchos otros fue una leyenda de la revolución que peleó contra el imperialismo. Lo cierto es que Cuba desde 1959 se ha visto inmersa en lo que terminó siendo una revolución sangrienta (toda guerra o lucha de guerrillas lo es) que dio como resultado la radicalización de un sistema político que, desde que se instaló en Cuba, robó libertades fundamentales a los ciudadanos a cambio de una igualdad social que llegó aunque por el extremo más bajo si tenemos en cuenta el progreso económico, el social, el tecnológico y el cultural.

Es verdad que Fidel Castro hizo la revolución. Eso es verdad y es lo que le diferencia de algunos políticos europeos que dicen querer hacerla en la actualidad. Son esos que la intentan hacer a través de las redes sociales mientras toman un zumo en el sofá de casa. Castro siempre estuvo involucrado en distintos puntos del planeta en los que él entendía que debían cambiar las cosas. El problema es que creía que los disparos eran la única forma de hacerlo. De hecho, fue el que derrocó a Fulgencio Batista el año 1959 (luchando contra el ejército) o el líder que plantó misiles en territorio cubano que podrían haber provocado una guerra nuclear. Sirvan de apunte estos dos acontecimientos.

Castro acababa con sus enemigos sin compasión o aparecía en la televisión para adoctrinar a los cubanos dictando discursos eternos. Disparos y palabras. Sus dos grandes pasiones.

Fidel Castro ha muerto aunque llevaba muerto mucho tiempo. Desde poco antes de dejar el gobierno de su país el año 2006 debido a una enfermedad intestinal. Ahora ha dejado este mundo, pero estaba muerto políticamente hace ya mucho.

Miles de exiliados cubanos celebran hoy su desaparición. Por otra parte, miles de cubanos, que siempre estuvieron en la isla caribeña, lloran la desaparición de su líder. Unos ya pueden votar libremente y disfrutar de las libertades fundamentales (los exiliados) y los otros, tal vez tengan suerte y puedan hacerlo pasados unos años.

La fascinación que causa la figura de Fidel Castro está justificada. A pesar de lo que fue, el relato de su vida es el de alguien que pasó por el mundo convencido de que su papel era el que desempeñó durante toda su vida. Eso es cierto. Tanto como que ese papel ha provocado muerte, miseria y falta de libertad. De lo único que podría presumir Fidel Castro es de una educación y una sanidad gratuita y universal que funcionó más que bien. Aunque, todo hay que decirlo, en el caso de la educación el sistema se utilizó para adoctrinar a varias generaciones de cubanos.

Fidel Castro ha muerto y con él se entierra lo que fue la guerra fría, lo que supuso para el mundo aquella URSS que atemorizaba al mundo entero a la vez que generaba una fascinación descomunal. Con él se terminan las igualdades sociales a la soviética pagadas con las libertades de cada persona, las igualdades a cambio de disidentes muertos o encarcelados, igualdades rodeadas de falta de alimentos y recursos básicos. Pero, sería injusto no decirlo, con él se entierra una etapa de la historia que ha sido fundamental.

Detrás del muro de Berlín solo estaba Castro. Ahora ya ese territorio está vacío. Millones lo celebran. Otros millones lloran que sea así