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Trasplante en un hospital público andaluz. / El Correo
Aparte de constatar que la solidaridad es un fenómeno creciente, el hecho de que las donaciones y los trasplantes de órganos hayan aumentado notablemente en Sevilla y en toda Andalucía en lo que va de año promueve pensamientos tan obvios como inevitables. Uno de ellos conduce hacia uno de los escritores más limpios de espíritu de toda la literatura francesa, Anatole France, premio Nobel por más señas, quien dejó escrito que «nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas». Quienes hayan aguardado en los pasillos de un hospital una palabra esperanzadora contra todo pronóstico sabrán que hay una categoría de milagros que dependen del ser humano, y que entre ellos está la lucidez de decidir que nuestro cuerpo siga alumbrando vida cuando nosotros ya no estemos vivos. Solo en Sevilla se han producido de enero a julio de este año 176 trasplantes de distintos órganos, un 33 por ciento más con respecto a 2016; un 33 por ciento más de actos de extrema generosidad que la sabiduría de los quirófanos han convertido en prodigios y que hoy son el mejor y más esperanzador de los ejemplos.