Tal día como hoy, hace 40 años languidecía y fenecía en la habitación número 112 de la residencia García Morato –actual Hospital Universitario Virgen del Rocío– un albañil del Cerro del Águila. «Francisco Rodríguez Ledesma acaba de fallecer, a las veintiuna horas del 4 de enero de 1978», rezaba el último parte emitido por el equipo médico de la Unidad de Cuidados Intensivos del citado centro sanitario.
Una muerte de tantas pero no una más. Paco, como le conocían sus amigos y familiares –eran siete hermanos–, había sido «víctima del terrorismo de Estado» tras ser «herido mortalmente por bala policial», al menos así lo entienden y reclaman sus vecinos de este popular barrio de la periferia –al menos lo era en aquellos años setenta– donde ocurrieron los hechos que desencadenaron su pérdida. Para explicarlos hay que situarse en el contexto de tensión que se vivía en Sevilla en el verano de 1977 a cuento del expediente de regulación de empleo presentado por Hilaturas y Tejidos Andaluces, S.A. (Hytasa) tras dos años de pérdidas.
Los empleados llevaban varios días concentrándose a las puertas de la empresa de forma pacífica tras concluir su jornada laboral, pero aquel 8 de julio la movilización fue masiva, ya que se convocó a vecinos de otros barrios como Los Pajaritos, La Candelaria, Su Eminencia y Polígono Sur, a las 22.00 horas a las puertas de Hytasa. Lo que sucedió en la hora siguiente no está claro, pero la cuestión es que Francisco Rodríguez Ledesma, que trabajaba como yesero, regresaba a su hogar, sito en la calle Comandante Castejón, número 17 [cabe aclarar en este punto que esta vía pasó a denominarse años más tarde Diamantino García Acosta ya que el comandante Castejón fue un militar de terrible crueldad durante la represión franquista], cuando recibió un tiro por la espalda.
Los testigos señalaron que el autor de este y otros cuatro disparos ¿al aire? fue un hombre alto con gafas y pantalón y cubana claros que había bajado de un coche Seat 1500 con matrícula gaditana, al que identificaron como un policía de paisano.
El fatal disparo ocurrió en la esquina de Héroes de Toledo –actual avenida de Hytasa– con Comandante Castejón y atravesó la zona dorsal de Paco, provocándole el estallido del bazo, la perforación del colon y una hemorragia en el polo superior del riñón izquierdo, según el primer parte ofrecido desde el hospital, al que fue trasladado desde la Casa de Socorro de Nervión. La víctima avanzó hacia su casa pero cayó justo en el cruce con el callejón Rafael Porlán, donde dejó un reguero de sangre.
A partir de ahí, transcurrió casi medio año con Rodríguez Ledesma ingresado con pronóstico grave en García Morato, donde sus familiares le visitaban y le dejaban cada día un clavel. Al día siguiente del suceso, unas 1.500 personas se manifestaban en silencio en el Cerro en repulsa por el incidente, pero no se supo mucho más hasta el fatal desenlace del 4 de enero de 1978. Paco había sido operado por cuarta o quinta vez y llevaba días en estado comatoso e inconsciente hasta que le sobrevino la muerte anunciada, no se sabe muy bien a qué edad –la prensa de la época habla de 56 y 58 años y en 2015, cuando le homenajearon en la Velá del barrio, de 53–. Un millar de personas acudió a su entierro y el asesinato quedaría impune, en el olvido, durante décadas.
LUGAR DE MEMORIA
Hasta que por fin, en los últimos años, el colectivo Aire Libre que preside José Verdón ha promovido iniciativas encaminadas a dignificar su persona. En enero de 2016 esta entidad solicitó a la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta que declarase el lugar donde fue disparado como Lugar de Memoria, lo cual fue aprobado por el Consejo de Gobierno el 18 de julio pasado. Señalizarlo será el próximo paso.
‘CERREÑO DEL AÑO’ 2015, AUNQUE SE HA QUEDADO SIN CALLE POR AHORA
Francisco Rodríguez Ledesma ya fue designado Cerreño del Año por la comisión de festejos de la 74ª edición de la Velá de Nuestra Señora de los Dolores del Cerro del Águila, celebrada en 2015. El 24 de septiembre de aquel año, coincidiendo con la inauguración de las fiestas del barrio, se le concedió tal distinción y se entregó a sus familiares un recuerdo; dos días después hubo un multitudinario acto en homenaje a Paco en la fatal esquina de la Avenida de Hytasa con Diamantino García Acosta. Las entidades vecinales del Cerro, en especial Aire Libre, no han cejado un momento en reclamar que se recupere su memoria y en este sentido solicitaron al Ayuntamiento que se le pusiera su nombre a la calle Mariano Mota, a la que se iba a cambiar de denominación, si bien se ha decidido recientemente que pase a llamarse Cine Candelaria.