{Su larga experiencia como profesor le permite a Fernando Alberca (Córdoba, 1966) apreciar con claridad las ventajas e inconvenientes del actual sistema educativo. Escuchándole se ve necesario un cambio profundo. Él tiene algunas recetas.

—¿La comunicación actual entre escuela y padres es satisfactoria? ¿Es una cuestión del canal de comunicación o del modelo impuesto?

—Es una cuestión de falta de destreza comunicativa y de desconfianza. Es necesario mejorarla, hacerlo es fácil dada la defectuosa comunicación que predomina. Es preciso que el emisor (padre, madre o profesorado o directivos) gane previamente la confianza del receptor, demuestre que su hijo está en buenas manos. Hay que hacer un solo equipo entre alumnado, profesorado y familia y jugar conjuntadamente: si no, perderíamos casi todos los partidos, al menos los difíciles, y unos le echarían la culpa a otros.

—¿Por qué cree que la autoridad del profesor ha menguado en los últimos años? —Porque se hizo durante años una campaña para que el profesor y el alumno estuvieran a la misma altura y por fin nos damos cuenta de que el profesor ha de estar en otro plano para beneficiar y tirar del alumno con cariño, amabilidad, consideración, respeto, buena actitud y también esfuerzo, educación y disciplina. Además, porque algunos profesores han despreciado a los alumnos y generado una desconfianza en las familias que han compensado con una mayor sobreprotección; una sobreprotección que dinamita la exigencia del profesorado y la mejora del alumnado. —La mayor preparación de los padres ha aumentado su implicación en las cuestiones de la escuela, ¿es positivo o negativo?

—Los padres están peor preparados porque no tienen tantos apoyos cercanos como antes para educar, están más solos y han oído consejos contradictorios. Se meten en cuestiones escolares, que antes dejaban a profesionales de la escuela, simplemente porque ahora se fían menos de estos profesionales y tienen a menudo motivos para hacerlo.

—¿Qué opina de los grupos de Whatsapp de los padres?—Buen tema. Se han convertido en un género en sí mismo, sobre todo el grupo de whatsapp de madres y padres de 5º. Por un lado, debido a la edad del alumnado y de los padres y madres: con facilidad convergen en él muchos adolescentes; por otro, porque se hace necesario recurrir a un canal de información extraescolar cuando no se siente la seguridad necesaria que deberían otorgar los canales de información escolares. —¿A qué edad deben los niños tener contacto con la tecnología? ¿Deben formar parte de su aprendizaje?

—Son un instrumento, nada más. Ni siquiera aseguran la motivación: ya a nadie le parece novedoso moverse en una tableta. Lo importante no es la nueva tecnología de moda, como no era importante el folio o un rotulador chulo para aprender, sino lo que se hacía con él. La edad para tener un móvil es la que convenga en cada niño: si no sabe nadar aún no debe dejársele solo en el mar. Si ya sabe nadar solo y bien (personalidad, responsabilidad, autonomía, experiencia de libertad bien utilizada...) entonces puede ir metiéndose en el mar, pero en todo caso, poco a poco y bajo la atención de sus padres, que no le abandonan a su suerte cuando se inicia.

—¿La escuela y la familia de hoy fomentan la importancia del esfuerzo? —Ni la escuela ni la familia, pero antes lo importante es asegurar que el esfuerzo compensa al niño o la niña, y que sabe en qué pasos concretos, posibles, asequibles y eficaces, ha de comenzar a ponerlo. El esfuerzo nunca es el obstáculo si se está seguro de que compensa el resultado. Lo malo es que se le está pidiendo esfuerzo a un niño o niña que ha experimentado el fracaso ya y creo que no le servirá para nada. —¿Están los niños ahora más sobreprotegidos?

—Es un mal extendido en el primer mundo y no deja de crecer, aunque ya al menos muchos padres se lo cuestionan. Los efectos son en realidad muy perniciosos: debilitamiento de la voluntad, intolerancia a la frustración y contrariedades, insatisfacción, abatimiento, individualismo, irresponsabilidad, inmadurez, odio a los padres y dificultad para querer, entre otros.

—¿Un pacto de Estado por la Educación sería la solución a los principales males de nuestro sistema educativo? —Es un primer paso, si en el pacto intervienen quienes sepan de educación. Nuestro sistema educativo es uno de los peores posibles. Le falta mucho y le sobra también mucho. Contenidos, asignaturas cuatrimestrales, diferente relación profesorado-alumnado, más prestigio social del profesorado, potenciar la vocación docente temprana con este prestigio y mayores sueldos, dejar hueco para el aprendizaje, recortando el protagonismo casi único del inglés y las tecnologías, un sistema de evaluación menos penalizador y muchísima más importancia a la Humanidad y su desarrollo.

—¿Se está realizando bien en Andalucía la implantación del bilingüismo?

—Creo que no. Sigue las indicaciones de una teoría que está empobreciendo el conocimiento, aprendizaje y cultura del alumnado a una marcha que empezó siendo forzada y ahora ya es vertiginosa. Lo que se aprende de Naturales, Sociales, Historia, Literatura, Lógica... es alarmantemente ridículo.