Un siglo y cuarto de historias taurinas

El Correo de Andalucía ha sido testigo de excepción y ha llevado a todos los aficionados la más completa información del mundo del toro

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05. Morante, antes del paseíllo.jpg / Antonio-Delgado-Roig

Un siglo y cuarto de vida dan para mucho. Son 125 años de periodismo, de contar historias, del día a día de la ciudad. Sus obras, sus vecinos, sus comercios, sus barrios, sus políticos…Y por supuesto, de sus plazas de toros, sus toreros, sus ganaderos y sus aficionados, que al fin y al cabo son quienes sustentan la fiesta.

Si 125 años dan para contar infinidad de historias, imaginen las que puede haber taurinamente hablando en una de las grandes capitales del toreo mundial como es Sevilla. Afortunadamente, este periódico ha podido ser testigo desde que lo fundara Marcelo Spínola en 1899 de las más grandes historias taurinas y también de las más duras y desgarradoras. Porque el toreo, como bien saben, es un cara y cruz. Muchas veces salió cara, pero también apareció la cruz.

El Correo de Andalucía ha sido testigo de excepción y ha llevado a todos los aficionados la mejor y más completa información de cuanto sucedía alrededor del mundo del toro, y siempre con grandes plumas de excepción que hacían de las crónicas y reportajes grandes piezas literarias dignas de buscar en la hemeroteca.

Les tengo que reconocer que me aficioné a leer El Correo de Andalucía en casa de mi abuelo Antonio, que fue durante casi toda su vida suscriptor del decano de la prensa sevillana. Allí en la casa de Carlos Cañal dejaban todas las mañanas un ejemplar de El Correo, un diario que fue contemporáneo a mi abuelo dado que el periódico nació en 1899 mientras que mi abuelo lo hizo en 1902. Podríamos decir que crecieron juntos y respecto a lo taurino, he de recordar la gran afición que tuvo siempre mi abuelo por la fiesta de los toros y además siempre se declaró un gran partidario de Joselito el Gallo.

Si me permiten la acotación, y por paradojas de la vida, aquel niño que se aficionó a leer El Correo con el paso de los años tuvo la fortuna de ser un periodista de su plantilla durante 18 años. Y aún sigue diciendo que El Correo es su casa.

Volviendo al ruedo, estábamos aquí para recordarles el paso de la tauromaquia a través de los 125 años que cumple este periódico lo cual nos sitúa prácticamente en todo el desarrollo del siglo XX, el gran siglo de la Tauromaquia. Y lo que llevamos del siglo XXI, que tampoco se queda atrás en lo que a grandes acontecimientos taurinos vividos en Sevilla y reflejados en El Correo.

Y hemos de empezar por la Plaza de Toros, parte fundamental de la fiesta en Sevilla y que a primeros de siglo XX estaba recién estrenado la reforma que ejecutó en ella el arquitecto Juan Talavera Heredia. Después, se realizaron nuevas modificaciones por José Sáez (1912), Aníbal González (1914) y Aurelio Gómez Millán en 1946, hechos que fueron bien cumplimentados en El Correo, al igual que las últimas reformas ejecutadas en los primeros años de este siglo y que convirtieron las estrechas y habitualmente gradas por unas localidades muchas más cómodas. Y también más caras.

En la Edad de Bronce del toreo, los toros no tenían la embestida que conocemos hoy día y eran auténticas alimañas complicadísimas de lidiar.

Una vez repasado el continente, volvemos al contenido y a los albores del siglo XX, donde era habitual la presencia de toreros como Bombita, Machaquito, El Gallo o Pepete así como las imágenes de los caballos de picar muertos por el ruego ya que no llevaban las protecciones de hoy. Estos años, conocido como la Edad de Bronce del toreo, los toros no tenían la embestida que conocemos hoy día y eran auténticas alimañas complicadísimas de lidiar.

La rivalidad entre Joselito el Gallo y Juan Belmonte

Poco tiempo después, en el segundo decenio del siglo XX, El Correo de Andalucía tuvo la fortuna de poder seguir a dos de los dos toreros más grandes que ha dado la historia. Y los dos, sevillanos. Uno de Gelves y otro de Triana. Uno se llamaba José, y el otro Juan. Estamos ya en los inicios de la Edad de Oro del toreo y José Gómez Ortega, Gallito o Joselito el Gallo como quieran llamarle, y Juan Belmonte, rompieron los moldes del toreo, cada uno con sus estilos. Y fueron tan tan grandes que todavía son la referencia para miles de aficionados y para muchos profesionales del toro.

Ellos dos sentaron las bases de lo que es el toreo hoy día y mantuvieron una importante rivalidad en los ruedos hasta que un toro mató a Joselito en Talavera de la Reina con 25 años en 1920. Belmonte, ya retirado, también terminó su vida de forma trágica al pegarse un tiro en su finca en 1962 ya con 69 años. Un suceso del que dio buena cuenta El Correo por la grandeza del personaje y, por supuesto, por lo inesperado y trágico del suceso.

El Correo también uno de los diarios locales que se hizo eco, hablando de Joselito El Gallo, del grandísimo y faraónico proyecto que puso en marcha el torero de Gelves, aunque con poco éxito. Nos referimos a la plaza de toros Monumental de Sevilla. Un coso taurino inaugurado en 1918 que se levantó en los terrenos del barrio de Nervión, en lo que hoy día es el cruce entre las avenidas de la Buhaira y Eduardo Dato, muy cerca del barrio de San Bernardo.

La plaza de toros Monumental de Sevilla se inauguró en 1918 en los terrenos del barrio de Nervión, en lo que hoy día es el cruce entre las avenidas de la Buhaira y Eduardo Dato, muy cerca del barrio de San Bernardo.

Con esta plaza, que superaba las 23.000 localidades y rebasaba en 10.000 asientos a la Real Maestranza, Joselito quería acercar aún más fiesta de los toros al público haciendo que los precios fueron mucho más accesibles. Tristemente, algunos problemas de estructuras que presentaba la plaza y la muerte de Joselito fueron la puntilla a esta plaza, que terminó siendo derribada unos años después de la moral cornada del torero de Gelves.

Las páginas doradas de la tauromaquia

Continuaba avanzando el siglo XX y comienzan a aparecer también en las páginas de este diario nombres que ya son auténtica historia del toreo como Chicuelo, Ignacio Sánchez Mejías, Domingo Ortega, Niño de la Palma…hasta que al año después de la Guerra Civil apareció en Sevilla el que entonces fue un nuevo califa del torero cordobés: Manolete.

Contemporáneo al fenómeno cordobés destaca en la capital andaluza el maestro de San Bernardo Pepe Luis Vázquez, quién copó páginas y páginas en El Correo hasta su fallecimiento. Poco antes, aún con vida, pudo presenciar la inauguración de su estatua frente a la plaza de toros. Esta familia tan torera, los Vázquez de San Bernardo, tuvo continuidad con varios miembros toreros entre los que destacaron Manolo Vázquez Garcés, Pepe Luis Vázquez Silva, recientemente fallecido, y el novillero Manolo Vázquez que tomó la alternativa a primeros de septiembre.

Continuaba creciendo El Correo a la par que continuaban apareciendo en sus páginas toreros cada vez más grandiosos. Llegamos a los años de Pepín Martín Vázquez, Manolete, Luis Miguel Dominguín, Manolo González…Grandes toreros que dieron paso a una siguiente generación ya a mediados de siglo como Antonio Ordóñez o El Cordobés. De todos ellos y sus grandes faenas se dio cumplida cuenta en El Correo, como la gran hazaña del fenómeno de masas de Palma del río y el histórico rabo que cortó en 1964 a un toro de Carlos Núñez.

Por supuesto, fueron los primeros años también de uno de los grandes mitos taurinos no ya de Sevilla sino de Andalucía y España y que ha ocupado páginas y páginas en este periódico. Curro Romero.

El Faraón, uno de los toreros más longevos de la historia, ha trascendido más allá de lo puramente profesional hasta convertirse en un auténtico mito del torero. Su forma de torear, su manejo del capote, su personalidad y también las broncas toreras que se llevó muchas tardes han hecho de él una auténtica leyenda de tanta magnitud que incluso tiene un monumento a pocos metros de la plaza de toros y del que muchos incluso dicen que huele a aroma de Romero…

El diestro Curro Romero saluda al público asistente tras matar a su segundo toro durante la corrida de Feria de Abril, tercera de "farolillos",celebrada esta tarde en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla

El diestro Curro Romero saluda al público asistente tras matar a su segundo toro durante la corrida de Feria de Abril, tercera de "farolillos",celebrada esta tarde en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla / Emilio Morenatti

Fueron también los años de Paco Camino, del rabo de Ruiz Miguel, los hermanos Campuzano, Diego Puerta, y del malogrado Paquirri. Otro torero cuya muerte en Pozoblanco también ocupó páginas y páginas y que sirvió al menos para que se revisaran todos los protocolos y medios sanitarios obligatorios allá donde se celebre un festejo taurino.

No fueron las únicas tragedias que tuvo que contar el decano de la prensa Sevilla ya que dos hombres de plata perdieron la vida en el ruedo maestranza. El camero Ramón Soto Vargas y el valenciano Manolo Montoliú, ambos en el tráfico 1992.

Este decenio supuso también el encumbramiento como máxima figura del toreo de otro torero de la tierra: Juan Antonio Ruiz Román ‘Espartaco’. Un torero poderoso, también muy protagonista en estas páginas cientos de veces, como ese grupo de contemporáneos que tuvo que también marcaron un antes y después como Emilio Muñoz, Paco Ojeda, José María Manzanares.

Finalizando el siglo XX y en lo que llevamos del XXI, este diario les ha llevado también la más completa información de grandes tardes de toros que han protagonizado El Tato, Emilio Muñiz, El Cid o Morante de la Puebla y su histórico rabo de 2023, El Juli y sus siete puertas del Príncipe, Manzanares hijo, Manuel Escribano…Estos tres últimos han tenido incluso el honor de indultar a un toro, cuyos nombres ya han quedado para siempre grabado en la memoria de los aficionados: Orgullito (Garcigrande), Arrojado (Núñez del Cuvillo) y Cobradiezmos (Vitorino).

No están todos los que son pero sí son todos los que están. Un siglo y cuarto dan para mucho. Pero lo mejor de todo, es que aún queda mucha información taurina que contar y El Correo estará ahí para seguir haciéndolo. Por muchos años más.