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A la de tres

Apúntese a las nuevas visitas guiadas gratuitas al Pabellón de Marruecos, sede de la Fundación Tres Culturas. Una joya.

el 10 feb 2012 / 20:24 h.

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Joya de la Expo’92, el Pabellón de Marruecos es uno de los mejor conservados de toda la Isla de la Cartuja. En la foto, un grupo de visitantes en el acceso principal de Tres Culturas.
Pruebe a hacer un ejercicio de memoria. Si piensa en la Expo'92 lo primero que se le viene a la mente seguro que es la narizota multicolor -y pelín gay- del inefable Curro. Si se estruja un poco más las neuronas recordará un espectáculo molón en el lago y pabellones. Muchos pabellones. Ahora bien, si, llegado el caso, es capaz de recordar las sedes de Islandia, Checoslovaquia, Dinamarca o Estados Unidos entonces, directamente, es usted un superdotado. La mayoría de los mortales sólo alcanzarán a rememorar el gran cuadrado blanco del sosón Pabellón de España y la actual sede de la Escuela de Ingenieros -que acogió a los países iberoamericanos-. Pero, por encima de cualquier otro, el de Marruecos, ese edificio que parecía directamente mangado por la noche de alguna ciudad del país vecino o intercambiado en plan engañina por cuatro calesitas de Curro.


Cuando se le abría la capota -como se llamaba coloquialmente a su techo- la gente se quedaba boquiabierta y aquello era, entonces, lo nunca visto. Gracias a la Fundación Tres Culturas , que lo ocupó sin ‘k' tiempo después, el Pabellón de Hassan II-como originalmente se llamó- sigue reluciendo en la Isla de la Cartuja y ahora, justo en el XX aniversario de la muestra, una iniciativa de la propia institución permite conocer a fondo uno de los escasos edificios que se conservan -ya lo hemos dicho, en perfecto estado de revista- de aquella época dichosa, gloriosa, inolvidable (......rellenar la línea de puntos con más adjetivos) que vivió la ciudad.

Descubriendo Tres Culturas propone un recorrido por este singular inmueble que conserva el esplendor de antaño, presente ya no sólo en su concepción arquitectónica (obra del francés Michel Pinseau, autor entre otras obras de la segunda mezquita más grande del mundo, la Mezquita de Hassan II en Casablanca), si no en cada uno de sus detalles.Puede resaltarse, en este sentido, los arcos de tradición almohade, los paños de sebka similares a los de la Giralda, la azulejería tradicional islámica, la elaborada marquetería de puertas y techos, las fuentes exteriores e interiores, elementos presentes en las cuatro plantas del inmueble, pero también en los jardines que lo circundan.La visita, de una hora de duración aproximadamente y siempre gratuita, se adapta a todo tipo de grupos (escolares, adultos, personas con discapacidad, etcétera) y puede realizarse en español, inglés o francés (por facilidades no quedará). Además, el recorrido se lleva a cabo de la mano del propio personal de la Fundación, de manera que los visitantes puedan conocer de primera mano la filosofía de Tres Culturas y disponer de información pormenorizada sobre las actividades programadas en cada momento por la institución.

Todos aquellos interesados en participar en este programa, pueden solicitarlo a través de la página web de la Fundación (www.tresculturas.org ), ya sea en nombre de una asociación, colectivo determinado, o bien a título particular. Por otra parte, quienes no puedan desplazarse hasta el edificio y prefieran realizar una visita virtual en 360 grados, también pueden acceder a esta opción a través del link http://www.tresculturas.org/galeria/visita360.html ). Si finalmente ha llegado al pabellón y ha disfrutado de la visita a buena hora luego se encontrará, probablemente, en medio de un lugar semidesconocido: la Cartuja.
No se marche tan pronto.Aquí, entre empresas y universidades, puede continuar olisqueando lo que queda de la Expo. Encontrará el ya citado Pabellón de España -actualmente ocupado por las oficinas de Isla Mágica-.

Frente al Puente de la Barqueta contemplará nuestra Torre de Pisa hispalense, el Pabellón de Andalucía, sede de la RTVA y obra del arquitecto Juan Ruesga Bono. En el Camino de los Descubrimientos podrá visitar el remozado Pabellón de la Navegación diseñado por Guillermo Vázquez Consuegra. Y uno más escondido, en la calle Marie Curie el conocido como ‘garganta del infierno', nombre de un accidente natural de Finlandia evocado en su angosto pabellón todavía en pie. Por último, no olvide admirar el esbelto Pabellón de Francia, un homenaje a la tecnología que se desarrolla en el subsuelo. Rastros todos ellos inequívocos del sueño que aquí se vivió.

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