A pesar de su juventud, Beatriz Rodríguez Delgado (Sevilla, 1980) posee una amplia trayectoria en el mundo de la edición, primero en el grupo Anaya, Trama y La Fábrica, y más tarde al frente de su propio sello, Musa a las 9, especializado en edición digital. Lo que solo su gente más cercana sabía es que también escribía desde siempre, pero solo ha sido ahora cuando se ha decidido a pasarse al lado oscuro con todas las de la ley. En concreto, con una novela, La vida real de Esperanza Silva, que acaba de ver la luz en Casa de Cartón.
En realidad estoy en el lado oscuro desde que tenía 12 años, que es más o menos cuando empecé a escribir, subraya Rodríguez. La edición es una pasión de lectora, la escritura suele ser algo que va casi con la forma de entender la vida.
También viene de largo el personaje que da título a la obra, una enigmática pintora. Es un personaje que me acompaña desde hace muchos años. Tenía unos 17 cuando un amigo me contó una historia en la que aparecía una mujer con ese nombre. Me llamó tanto la atención que empecé a nombrar así a mis personajes femeninos, y poco a poco se fue creando el personaje de ficción. Cada vez que algo me llamaba la atención, en el metro, en un bar, pensaba: ¿qué haría Esperanza ahora?, recuerda.
Y, como insinúa el título, hay muchas vidas en la vida de Esperanza. Como todas las vidas, diría yo, lo que me llama la atención de eso que llamamos vida, es que nunca hay un solo punto de vista, una sola experiencia, depende de quien te observe, del momento concreto en el que un recuerdo de te viene a la cabeza, añade la autora, que se sirve de la pintura para estructurar la obra.
La idea del capítulo-cuadro me parecía que encajaba bien con la personalidad de Esperanza. Ella ve la vida de una forma un tanto peculiar, le cuesta distinguir entre la realidad y la ensoñación en la que suele estar, así que sus cuadros son una referencia sobre su propia vida. Me parecía que de esta forma captaba mejor esas esencias sobre las cuales gira una vida, que no tiene nada que ver con la linealidad, dice. No obstante, Rodríguez Delgado no cree que la pintura y la escritura estén tan emparentadas como se cree. Tal vez los escritores que usan a pintores como personajes buscan simplemente un apoyo menos obvio, pero que sea igualmente creativo, dice.
A ratos, La vida real de Esperanza Silva puede leerse como un libro de relatos sin dejar de perder su unidad. Quería contar la vida de Esperanza, desde su nacimiento hasta su muerte, desde distintos puntos de vista. Cuando se lo di a leer a varios escritores, todos coincidieron en que no era un libro de relatos. En realidad creo que la estructura de un género es algo que no puede estar encorsetado. En este libro es importante leer un cuadro tras otro para entender al personaje, y eso un libro de relatos no te lo exige, pero si alguien quiere darle una vuelta de tuerca y experimentar, también funcionaría, admite.
Una última curiosidad: ¿cómo debuta en papel una editora digital? Bueno, he tenido la inmensa suerte de que un editor ha querido publicarlo. En los tiempos que corren, sea papel o digital, ya es una valentía apostar por nuevos autores. Siempre he defendido dos cosas: que lo importante son los contenidos y que es mejor no editarse a uno mismo, como editor, si haces eso estás dando una imagen un poco distorsionada de tu catálogo, apostilla.
