Cultura

El aria del espontáneo

Antonio Forte ha llamado a las puertas de su cielo particular, el Teatro de la Maestranza. La esperanza no la pierde este tenor sevillano, dueño de una asombrosa técnica, y que el jueves, en día de función, sorprendió al público.

el 15 sep 2009 / 07:21 h.

Antonio Forte ha llamado a las puertas de su cielo particular, el Teatro de la Maestranza. La esperanza no la pierde este tenor sevillano, dueño de una asombrosa técnica, y que el jueves, en día de función, sorprendió al público con una espontánea actuación para demandar una oportunidad.

Sólo quiere ser escuchado. Y en el horizonte tiene muy clara cuál es su meta: vivir de la música. Sucede que el objetivo se le resiste. Con 37 años y una carrera en la que ha hecho de todo, Antonio Forte sigue decidido a -más allá de puntuales trabajos como informático y hasta albañil-, subirse a un escenario para hacer disfrutar con su arte. Un arte que no viene de la nada. Ha estudiado con el maestro Pedro Lavirgen y se ha costeado estudios en Madrid acariciando siempre el sueño del éxito.

Ayer, apenas una hora antes de que José Bros entonara en el escenario del Maestranza la romanza No puede ser de la zarzuela La tabernera del puerto, Antonio Forte la interpretó ante el público, sorteando una acústica infernal y el ruido del tráfico. Así comenzó su actuación. Su amigo del alma, Sergio, activó el karaoke y las notas de Sorozábal comenzaron a sonar. Tras los primeros momentos de perplejidad -¡un espontáneo a las puertas del coliseo!-, los rostros comenzaron a tornarse admirativos. Y, de pronto, un chaparrón de bravos. Más de uno se acordaba de la madre que trajo al mundo a Chiquilicuatre y lamentó que alguien como el tenor de la calle no hubiera podido estar en Belgrado representando a España en Eurovisión.

Pero Antonio Forte ha ido ya a muchos sitios. Ha cantado en pequeños teatros, ha dado modestos conciertos e incluso probó suerte en el televisivo Tienes talento, pero, "desgraciadamente, era demasiado bueno para ganar un concurso que premia los disparates", dice Sergio, ángel de la guarda del tenor, dispuesto a no dejar su papel de pinchadiscos hasta que no sean otros, "unos músicos de verdad", quienes acompañen a Forte en un recital en condiciones.

Cantó el jueves Una furtiva lágrima, se atrevió con Granada... la tarjeta de presentación estaba hecha. Arreciaban los flashes y los aplausos iban en aumento. Al final, hasta reunió a un nutrido grupo de fans deseosos de llevarse un autógrafo. ¿Firmando discos? Ni en el mejor de los sueños... estampando su firma sobre una octavilla en la que se resume su vida y que sus amigos se encargaron de repartir entre la parroquia, algunos, por cierto, bien conocidos, como el escritor Rafael de Cózar o el humorista Josele, prestos a respaldar al joven cantante.

Sin embargo, aunque la voz de este tenor sevillano, además de potencia, tiene técnica suficiente como para modular, frasear y cuidar la dicción, Antonio reconoce estar cansado: "Ya no puedo más, he decidido ir yo en busca del público como último recurso", afirma. Sin éxito y con muy pocas oportunidades, el artista lleva desde el año 93 volcado en la lírica. "Apenas llego a fin de mes, si no fuera por mi familia y por mi hijo de tres años yo no estaría aquí, ellos me dan la fuerza para seguir luchando, para seguir aguardando el momento de vivir de la música", afirmaba momentos antes de su función, con la mirada cómplice de su madre en segundo plano.

Por allí estaba también, Rosa, melómana y fiel abonada del teatro, que decidió seguir escuchando ensimismada a Antonio: "Tienes una voz que no se puede perder, cantas como Caruso", le dice con la palabra titubeante por la emoción. "Haz una escala", le pide, y Antonio la hace, "haz un semitono", y también. El tenor de la calle aguarda la hora de abandonar su nombre artístico. "Quiero ser el tenor de Sevilla", concluye.

  • 1