Cultura

Emilio Calderón redescubre el gueto judío de Shangai

Amores cruzados, aventuras, conflictos bélicos... el malagueño Emilio Calderón obtuvo el Premio Fernando Lara con El judío de Shanghai (Planeta), novela que el jueves presentó y cuya idea surgió a raiz de un viaje turístico a Oriente. Sus tres años en Manila le llevaron a familiarizarse China.

el 15 sep 2009 / 06:59 h.

Amores cruzados, aventuras, conflictos bélicos... el malagueño Emilio Calderón obtuvo el Premio Fernando Lara con El judío de Shanghai (Planeta), novela que el jueves presentó y cuya idea surgió a raiz de un viaje turístico a Oriente.

Sus tres años de estancia en Manila le llevaron a familiarizarse con todo el cinturón geográfico de China. Fue allí, indagando en la intrahistoria, cuando Calderón descubrió la existencia de un gueto judío en la ciudad de Shanghai, el único que no fue controlado por los nazis. "El relato narra la historia de amor entre el cónsul de España, Martín Niboli, y Norah Blumenthal, esposa de León, un matrimonio de judíos refugiados en el gueto de Shanghai en 1939", contó ayer el escritor.

Se trata, a juicio de Calderón, de "una historia de amor contada en un tiempo turbulento". Una novela de raíz clásica sobre "una comunidad de 30.000 judíos que vivían junto a 100.000 chinos en apenas dos kilómetros cuadrados con las obligadas condiciones de hacinamiento", subrayó.

Influenciada por la novelística norteamericana, el libro de Emilio Calderón se adentra con una pluma de fuerte carácter cinematográfico por los rincones de un refugio formado "como consecuencia de la emigración obligada desde Alemania, sus países limítrofes y de la negativa de las democracias occidentales existentes a acoger los judíos que pudieron escapar de Hitler", explicó.

Con unos personajes cuyas relaciones pueden recordar a las mantenidas por los personajes de Casablanca, El judío de Shanghai desmitifica también una ciudad que la literatura más reciente se ha encargado de llenar con estereotipos: "En aquella megalópolis tenían cabida todo aquél que necesitara huir de algún lugar y refugiarse en otro porque se trataba de una sociedad internacional, aunque también depravada, que tuvo en aquel tiempo su último fulgor de esplendor antes de que desapareciera a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, cuando volvío a posesión de los chinos", relató.

"Siempre tuve fijación por Oriente porque mi padre era anticuario y cuando viajaba me traía regalos exóticos de la zona", dijo para añadir que el relato tiene, en efecto, "influencias de Greene, pero también de Josep Conrad".

"Creo que el tipo de literatura que hago es más reconocible con la tradición literaria anglosajona, y de hecho, mi anterior trabajo se vendió más en esos países que en nuestro país", dijo. Vinculado durante años a la narrativa juvenil, Calderón reconoció que de esa etapa ha aprendido muy bien que es su obligación "enganchar al lector en las cinco primeras páginas de cada novela".

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