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Gancho por la integración

El nuevo espacio de Hytasal, en el Cerro, acoge un gimnasio donde las personas con dificultades de visión y audición pueden aprender la disciplina del boxeo. Antonio El Bigote estará al frente de las clases que se impartirán cada semana

el 09 oct 2014 / 12:30 h.

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Antonio El Bigote reconoce que es «lo más difícil» de su carrera. Acostumbrado a enseñar esta disciplina deportiva a personas rebeldes y exadictas que quieren iniciar un nuevo camino de reinserción en la sociedad, ahora tiene ante sí el reto de«hacer boxeadores a ciegos». La iniciativa forma parte del nuevo programa con fines sociales que se pondrá en marcha esta semana y que vendrá a completar el puzzle de actividades que han ido confluyendo en la nueva Hytasal, en el barrio del Cerro del Águila. La que fuera una de las fábricas textiles más prósperas del país y que lamentablemente cerró sus puertas en 2012 acogerá a partir de ahora un gimnasio de boxeo dirigido al colectivo de las personas con problemas de visión y/o audición. boxeo-cerro«La primera vez que me lo dijeron, se me hizo un nudo en la garganta. Pensé que sería imposible. Hay que reconocer que es algo muy raro. Sin embargo, luego cuando les ves las caras de alegría con la que se marcha, dices: Ha merecido la pena», explica Juan Luis Pagés, portavoz de la Asociación de Hermanamientos de los Pueblos del Mundo y Cooperación Internacional, que ya ha apoyado otras singulares propuestas de actividad para Hytasal como la producción de setas y champiñones que abanderaron los 64 trabajadores de la cooperativa o el catering social que atiende a las familias afectadas por la actual crisis. Pagés explica que desde un principio se estudió la «viabilidad» de las distintas propuestas para dar uso a los 12.000 metros cuadrados de la antigua fábrica textil que se creó en plena Guerra Civil para abastecer de uniformes a los soldados. Fue entonces cuando entraron en contacto con la asociación de boxeo que lidera Antonio El Bigote y con la Asociación Española de Familias de Personas con Sordocegueras (Apascide). «Vimos la posibilidad de hacer algo con un fin social. Nos enteramos que Apascide andaba buscando un espacio en el que poder desarrollar actividades de entrenamiento físico y así quemar la adrenalina que acumulan», relata Pagés sobre los orígenes de esta idea. Fue así cómo hace unos meses se empezó con «una experiencia piloto» en la sede que tienen la asociación de boxeo de El Bigote. «Para ellos era una motivación muy importante. Ponerse los guantes, las vendas... toda la adrenalina que sueltan en cada movimiento. El calentamiento, la rutina... y todo lo que conlleva el boxeo», resume Nicolás Fernández, monitor de Apascide, que ha acompañado a los socios a estas actividades. Un relato que suscribe a pies juntillas el presidente de la asociación de boxeo:«Son gente que están esperando que lleguen los dos días de la semana para hacer un poco de boxeo». El Bigote defiende los beneficios de este deporte de combate en el que dos contrincantes luchan utilizando únicamente sus puños con guantes, golpeando a su adversario de la cintura hacia arriba, dentro de un cuadrilátero especialmente diseñado a tal fin, en breves secuencias de lucha denominadas asaltos o rounds. Pues bien, este asalto que busca romper barreras e integrar a todos los colectivos es, en palabras de El Bigote, «una preparación física auténtica» y «el mejor antiestrés que tenemos en estos tiempos tan difíciles que corren». También las personas con dificultades de audición y/o visión conocen todas estas cualidades. Desde un primer momento, explican los monitores, que se han adaptado «bastante bien», tanto «que dan los golpes como cualquier otro alumno de la escuela de boxeo». Las nuevas instalaciones en Hytasal apenas han tenido que adaptarse. «Solo hace falta tener un poco de más espacio para que se puedan mover sin problemas una vez que reconocen el terreno». Eso sí, El Bigote y sus monitores han tenido más cuidado a la hora de enseñar nuevos movimientos y, por su puesto, con las explicaciones: «Con los años hemos tenido que aprender a hablar hasta el idioma táctil y ahora nos está viniendo muy bien», aclara este maestro del boxeo. Los cursos se impartirán durante dos horas a la semana y empezarán con un grupo reducido, en su mayoría miembros de Apascide. Precisamente, desde esta entidad se resaltan las cualidades terapeúticas de este deporte elvado a categoría olímpica. Así, «si bien para la práctica de cualquier deporte se requiere una preparación, en el boxeo el cuidado del púgil reviste más importancia debido a la dureza del deporte. La persona que lo practica ha de tener en cuenta una serie de cuidados para su cuerpo, tanto físicos como mentales». En este sentido, aseguran que los trabajos, en especial, los previos del calentamiento les ayuda a «regular problemas de sobrepeso» y les ayuda a aumentar su autoestima. Ello viene acompañado de una dieta y unos cuidados hábitos de alimentación. «Con cada gancho, cada golpe que dan, están llenándose de energía. Es la mejor terapia que pueden tener para afrontar la vida», añade un veterano del cuadrilátero que alaba el mérito de este colectivo. «Yo no sé si sería capaz ni de ponerme los guantes». No escuchan, no oyen pero dan golpes para ganar cada asalto. Solo el tiempo dirá si sus nombres se sumarán a la lista de los atletas paraolímpicos de los próximos años. De momento, son alumnos de El Bigote en un espacio donde conviven luchadores como los antiguos trabajores del Hytasal –reconvertidos en agricultores ecológicos– y los integrantes del catering social del Distrito Cerro-Amate.

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