José Manuel Soto, ayer en el Castillo de San Jorge.
Si las personas merecen una segunda oportunidad, también son dignos de ellas los temas musicales. José Manuel Soto (Sevilla, 1961) presentó ayer en el Castillo de San Jorge su nuevo disco, Puro Soto, cien por cien autoeditado, 11 canciones perdidas en más de 25 años de carrera que ahora, con nuevos arreglos, con nueva vida, protagonizan este álbum con la esperanza de que, al menos tres se conviertan en éxitos del calibre de Por ella o Lástima de tanto amor.
Grabado el pasado mes de abril en el Teatro Lope de Vega, el disco es una apuesta muy personal del cantante: Me apetecía recuperar ciertos temas que no tuvieron recorrido, que quedaron orillados por otros más pegadizos pero que yo pienso, sinceramente, que son realmente buenos. De un tiempo a esta parte, El aguacero y Volver a empezar son algunos de ellos, exponentes diáfanos de esa canción ligera con aires de rumba que tan bien sabe hacer el músico.
Puro Soto es también un cedé especial por otra razón, será el último que publique. El disco, como tal, se acabó, hay que adaptarse a los nuevos tiempos, asegura. Lo que vendrá a partir de ahora serán canciones sueltas que iré colgando en Internet y muchos conciertos, explica. Hace algún tiempo José Manuel Soto vivió una época de profundo desánimo. Entonces llegó, en 2011, el concierto de la Maestranza, donde estuvo arropado por Pasión Vega, Rosario Flores y Arturo Pareja Obregón. De allí salió Soto y amigos, en el que grabamos los temas que me han dado más fama, ahora, Puro Soto, es otro trabajo fundamental para mis seguidores, son dos discos que de alguna manera sintetizan mi carrera, indica.
En el futuro quedará seguir batallando en los escenarios, porque él sólo es una persona que un día decidió querer ganarse la vida con la música a pesar del estigma de señorito sevillano que tanto daño asegura que le ha hecho.
