Cultura

«Sevilla es la ciudad española que más amo»

El escritor José María Álvarez sigue ahondando en su personalísima poética con nuevo libro, ‘Los obscuros leopardos de la luna’

el 05 feb 2011 / 21:03 h.

Jose Maria Alvarez.
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-Alguna vez ha dicho que Sevilla le inspira, e incluso escribió un poema dedicado a sus vírgenes. ¿Se vería pronunciando un pregón cofrade?

-Nunca doy pregones, pero Sevilla es la ciudad española que más amo.

-¿Le perdonarán los capillitas que haya escrito un poema erótico con la Esperanza de fondo? ¿No teme usted una posible persecución ultracatólica?

-Me he pasado mi vida de fatwa en fatwa.

-No hace mucho, le pidieron una poética y usted remitió a lo que dijera en Nueve novísimos. ¿Se ha movido tan poco su idea de la poesia desde entonces?

-Sí, la ruleta rusa, sin duda, en cuanto a lo que podemos conseguir. Cada vez estoy mas seguro de que lo unico que podemos hacer es eliminar de lo que se nos ocurre aquello que es indudablemente malo. De todas formas, somos excesivamente generosos con nuestros errores. 

-No quiero insistir demasiado en la vieja cuestión novísima, pero le preguntaría qué ha quedado, en su opinion, de aquel movimiento o fenómeno poético.

-Imagino que Gimferrer, Azúa y, según dicen por ahí, yo. Y, por supuesto, Luis Antonio de Villena, que debió estar en aquel libro. Y también Juan Luis Panero, que tampoco estaba. 

-¿Celebró el premio Nacional de Castellet?

-Claro.

-Es usted cartagenero y hombre de mundo. ¿De qué modo cree que condiciona el Mediterráneo su visión del mundo y del arte?

-Absolutamente. No sólo por lo que personalmente me fascina en ese mundo, sino por todo lo que la Literatura y el Arte ahí nacido me han regalado. Yo soy un hombre del Mediterráneo, hasta el último poro. 

- Tiene usted una muy estimable colección de conchas marinas. ¿Qué le dicen si las arrima al oído?

-Oigo a Homero, a Safo, a Teócrito. Y huelo el mar.

-Muchos españoles descubrieron a Kavafis gracias a usted. ¿Cree que se ha leído bien? ¿Le parece -como opinan algunos- que en España se le ha "saqueado" en exceso?

-Se le ha leído. Saquear, en Literatura, sólo sucede si se copia, no si ese espíritu late en uno.

-Ha dicho: "Necesito a Istanbul como el diabético su insulina". ¿De qué le cura la vieja Constantinopla?

-Me cura de tanta imbecilidad in crescendo como azota a Occidente. Pero no menos me cura Alejandría.

-Venezia, en cambio, es para usted "una enfermedad". ¿No ha encontrado remedio?

-En el sentido en que Barrès habla de los enfermos de Venezia. Si, es algo que se nos inocula y que nos convierte en hijos suyos, nos hace desearla, necesitarla continuamente. Yo he vivido mucho en Venezia y cada vez me siento más enfermo, la necesito más.

-Y París, dice, "es mi mujer". Matrimonio bien avenido, puesto que sigue allí...

-Claro. París es mi casa. Tengo casi todo lo que me gusta y muy generosamente. París tiene mucho, como dije en un poema, de la esposa, mientras que Alejandría por ejemplo tiene mucho de una querida.

-Coincide con Lampedusa en el amor por Shakespeare (y tal vez también por Stendhal) y que ambos se vestían en Londres. ¿Qué más tiene usted de Gatopardo?

-Podría hablar de Sicilia casi como hablo de Istanbul. Se respira aire de Dioses. De Gatopardo acaso tenga ciertos rasgos de fin de raza.

-Túnez, Egipto, son escenarios familiares para sus lectores. ¿Qué puede añadir un poeta a los ríos de tinta que corren estos días alrededor de esa nueva revolución?

-Me ha fastidiado, porque tenía que ir precisamente ahora a El Cairo, a un encuentro, y me parece que se suspenderá. No sé qué puede suceder. El problema con todas esas naciones está en lo que cualquier proceso pueda favorecer el integrismo. Es muy delicado.

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