Los archivos históricos consultados (Provincial y Municipal de Sevilla, Biblioteca Nacional, Ministerio del Interior, Jefatura de Policía IVª Región) por quien suscribe documentaron los avatares del galán Bernardo Ranedo Rodríguez, suboficial falangista que murió perseguido por amores furtivos gracias al ‘fuego amigo’ del General Queipo de Llano.
También, situaron las estancias carcelarias del pintor Eduardo Olalla Araiz, cuyo postrero asesinato artístico lo perpetraron aristócratas sevillanas que colocaron un falso Velázquez en Palacio del Pardo a ‘La Collares’ Carmen Polo, esposa del General Francisco Franco
Horas y horas frente a sumarios, legajos y expedientes en papel cebolla, folios de burócratas plagados de cargos, firmas, nombres, números, órdenes y sellos recomponen en parte un mosaico de datos que referencian una cárcel provisional desconocida. Alivió, entre 1937 y 1939, la superpoblada prisión de la Ranilla durante los peores días del sanguinario Virreinato hispalense de Queipo, según la historiadora Victoria Fernández Luceño.
Un poco de historia
Los Remedios, tal y como lo conocemos hoy, antes sucedía lindes de huertas de nobles y terratenientes. Aprovecharon la desamortización de Mendizábal que alcanzó las tierras conexas al Convento de Los Remedios desde 1835. El Convento, cuya ermita se erigió en 1574, colinda con el Muelle de Mulas. Al que arribó antes Juan Sebastián Elcano a bordo de la Nao Victoria en 1522. La inicial ermita, matriz de la parroquia de Santa Ana trianera, conoció muchos usos e inquilinos. Hoy comparten allí sede eventos privados, Museo de Carruajes, Instituto Hispano-Cubano y Fundación González Abreu.
Parte de las tierras no cultivadas se dedicaron a extraer arcilla para la industria alfarera trianera. Un industrial del ramo, Julio Laffitte Castro, organizó –oficiosamente y junto a Ricardo Goizueta- desde 1919 el actual barrio de Los Remedios. Lo configuraron desde el ensanche de Triana, el aún no obrado Charco de la Pava y Tablada, donde después se construirá un aeródromo pionero entre los españoles.
Los Remedios fue diseñado por los arquitectos Secundino Suazo (1924) y Fernando García Mercadal (1927) mediante maquetas que proyectaron una ‘ciudad-jardín’ que repartía casas unifamiliares, amplios viales, zonas comunes y criterios que envidiarían la cacareada sostenibilidad del siglo XXI. Al tiempo, la codicia especuladora de Goizueta adquirió muchas fincas en la zona junto a Daniel Herrera Ortiz, cuya familia ya poseía inmensos terrenos cercanos al arrabal.
Con el horizonte residencial sobre lo rural, y con ocasión de la Exposición del 1929, se constituye Los Remedios SA -en 1920- para urbanizar las huertas. El fiasco de una Expo celebrada sobre aplazamientos previos y la sombra de la barcelonesa en 1929, construyó finalmente pabellones entre el Palacio de San Telmo, el parque de María Luisa y el sur hispalense.
Los ‘hotelitos del Guadalquivir’, hoy casas singulares en Heliópolis, apenas fueron ocupados. Tampoco, los hoteles construidos (Andalucía Palace, Cristina, Majestic -hoy Colón 5*-, Eritaña –hoy Cuartel IIª Zona Guardia Civil- y Alfonso XIII-5*) para tan magna ocasión que, sin embargo, implantó el regionalismo arquitectónico y repobló de vecinos una provinciana Sevilla.
Corral de las Moscas
Según la periodista e investigadora del digital Público, María Serrano, el campo de concentración que se levantó en un genético Los Remedios triangulaba su recinto entre las actuales calles Virgen de Fátima, República Argentina y Prosperidad. Tal ubicación la corrobora el historiador José María García Márquez.
Su excelente estudio, aunque con resultados parciales, de esta cárcel oculta añade que funcionó entre 1937 y el primer trimestre de 1939. Se la conoció como ‘Corral de las Moscas’ y hacinó a presos de toda condición: Antonio Rodríguez de la Borbolla Serrano (Catedrático Escuela de Comercio), el bailaor José Loreto ‘Feongo’, el cantaor Bizco Amate, mendigos, rateros y represaliados hasta un número que se calcula sobrepasó los quinientos.
Otros estudiosos, como el veterano investigador Cecilio Gordillo, no atinan nada concreto la ubicación del ‘Corral de las moscas’ aunque recalca, según María Serrano, que había una ‘casa de presos’ en la calle Salado. La vía trainera es muy cercana adonde se situaría el ‘Corral de las Moscas’, según quedó expuesto.
Más apelativos populares endilgan a esta dependencia de la superpoblada cárcel La Ranilla el nombre de ‘Cortijo del Guajiro’. Así se ‘blanqueó’ la procedencia de adultos y familias que –décadas después- constituyeron núcleos chabolistas en la margen del Guadalquivir contigua al Convento de Los Remedios.
Nos referimos a Barriada Lafitte [toma su nombre del citado industrial alfarero]. Fue abolida durante la construcción de la Fábrica de Tabacos – activa desde 1963 hasta 2007-, y del Puente de Los Remedios -inaugurado por el General Franco en 1968- Gran parte de los chabolistas fueron realojados en el Polígono de San Pablo y otros del sur sevillano.
Presos ‘rentables’
No pasa desapercibido, para esta misteriosa e improvisada cárcel citada a veces como ‘centro de internamiento y regeneración’, en Los Remedios que durante 1937 se levantaron 324 viviendas. Se reparten entre las calles Miño, Niebla, Turia y Arco. La zona, conocida como ‘Los Remedios Viejo’, fue erigida por la Obra Nacional e impulsada por Queipo de Llano.
Los presos que conocieron el ‘Corral de las Moscas’ eran pobres, mendigos, indigente y delincuentes menores. No descarta a homosexuales el historiador José Luis Gutiérrez.
Los pocos datos que hay sobre este también llamado ‘campo de los presos’ no desmienten que muchos de ellos fueran empleados como ‘mano de obra esclava’ por la Obra Nacional y/o la inmensa propiedad que atesoró Queipo de Llano en el término de Camas. Según sus descendientes fue donada por ‘librar a Sevilla’ del dominio rojo. Nos referimos al Cortijo Gambogaz, donde falleció Queipo de Llano durante el año 1951.
Está acreditado que varios miles de presos del franquismo redimieron condenas por su militancia republicana, comunista, socialista o anarquista durante los primeros años del régimen de Franco.
Construyeron el Colector Sur de Heliópolis, el Canal del Bajo Guadalquivir y otras obras públicas que los confinaron en Dos Hermanas (La Corchuela y Los Merinales principalmente).
La opacidad que hay sobre el campo de concentración de Los Remedios se debe -en parte- a la unificación documental que existe sobre los archivos de La Ranilla. Se carece de testimonios de un lugar de paso para presos que parecían excepcionar un cotidiano en la cárcel sevillana por excelencia de tan terribles años de la guerra y períodos posteriores. Hablamos de tiempos donde no se registraban traslados, defunciones, torturas y heridos por temor a exigirse cuentas o concretarse responsabilidades en unos años donde España ardía en guerra y vertían sangre los bandos contendientes.
El ‘Corral de las Moscas’ fue llamado a ser una cárcel invisible donde algunos transitaban hasta las fosas o paredones, la libertad, el trabajo u otros centros donde la verdad sigue esquiva para futuras generaciones.
El plano de Los Remedios SA de su nuevo trazado que ilustra parte de este trabajo sitúa al ‘campo de feria’ la zona que se cree albergó ‘Corral de las Moscas’. La historia posterior le dio parte de razón a un documento elaborado a finales de los treinta del pasado siglo. La otra parte de esa ‘feria’ sitúa allí sufrimiento, trabajo duro, privaciones de toda clase y de la básica libertad.
El ‘Corral de las Moscas’ nos seguirá deparando incertidumbres ‘interesadas’ para conocer lo que ocurrió y quiénes estuvieron allí en su efímera existencia. Son imaginables los hechos allí acaecidos que deliberadamente se ocultan porque destaparían vergüenzas. Pero es imperativo iluminar lo oscuro para que nunca más se repita.