Sevilla es una provincia andaluza que tiene casi dos millones de pobladores/as. La autonomía roza los nueve. ‘Vivos’ sobre la herencia son legión entre sevillanos/as. Antaño había un plazo de respeto sobre lo que reparte quien entrega su vida al féretro. Existía compostura en notaría, bajo el respeto al difunto/a, a quien regala a sus herederos lo que decidió.
Las normas vigentes dan a entender que heredar es un derecho sobre legitimidades filiales, de ascendientes y da espacio a esa libertad que los perceptores sólo cuestionan al no ser favorecidos. Las tres partes de la masa hereditaria se reparten en la legítima, de mejora y libre disposición. Pero no es menos cierto que se hereda lo que hay al momento del óbito. Y más que menos veces los ‘herederos forzosos’, hijos y padres, entran o salen de la notaría con la cara descompuesta. O les costará heredar o pagar si hay más deudas que activos. Rechazar una herencia es posible o aplazarla ‘a beneficio de inventario’ lo que entraña más líos y conflictos por lo oculto.
La herencia, además, acusa un proceso largo. Más se dilata cuando hay conflictos; estos ahora son omnipresentes sobre la armonía de antaño. La ‘herencia yacente’ es la que se produce desde que ocurre el fallecimiento hasta que se acepta, o repudia, la herencia. Es mal momento para muchos.
Sobre estos pilares, nuestros días configuraron una picaresca, maldades, obstáculos para tapar verdades que se ocultan tras la palabrería y laberintos jurídicos, plazos y sumas que deben anticiparse antes de cobrar un céntimo. Vale decir que las herencias son baratas ahora, cuando hasta el millón de euros del valor de lo ‘heredable’ tiene franquicia. Pero el fisco lo revisa todo, especialmente cuando puede cobrar. Las ‘complementarias’ son habituales entre herencias donde se mueven millones.
Otro factor que aplaza procesos de herencias es por pagar, y quién, los gastos que generan. Abogados, gestores, notaría, escrituras, pleitos y tributos hay que pagarlo. Y hay quien tiene prisa por cobrar, sin pagar.
El foco de este artículo, no obstante, no es lo correcto y aceptable. Bascula sobre la jeta, para no andar con rodeos, y codicia de patología que se desarrolla entre algunos humanos cuando hay dinero o activos de herencia. La fase ‘yacente’, repetimos, es la que más chispas salta entre quienes tienen la mano extendida para el cobro sin ‘paganini’. Ese tiempo alimenta las guerras sin cuartel donde la yugular sobresale del cuello a más de uno/a que invoca lo más peregrino para trincar más que el resto, proteger lo rapiñado o confundir sobre la realidad patrimonial que subyace.
Mejor describir -con humor- algunas situaciones entre herederos/as, si se admiten más coloquialismos de los debidos aquí. Perdonen por las descripciones de personajes que aparecen, o se inventan, cuando el muerto vive, está caliente aún o demasiado frío por los trastos que se tiran los deudos-herederos/as. Los personajes que perfilamos se sustentan sobre ‘casos reales’ ubicados en la nunca bien ponderada provincia sevillana:
HIJA ‘ENFERMERA’, HERMANOS LEJANOS: Las mujeres suelen estar más cerca del dolor, de apretar las manos, del respeto y..... de las cuentas del que murió o lo estará pronto. Compra-ventas a ‘precio vil’ o irrisorio que disfrazan donaciones premortem-, vaciados de cuentas, facturas ‘fake’ o gastos imposibles e increíbles aligeran la herencia por hija-enfermera sobre hermanos que creían en su ternura. Las enfermeras-herederas tienen cómplices y enemigos. Cada familia es un mundo. Pero, como las meigas gallegas, haberlas haylas. No es un tema de género
INCAPACITA QUE ALGO QUEDA: Los juzgados de familia experimentan auge de demandas de incapacidad de mayores, discapacidad y menores. Las tutorías registran opacidades en cuentas anuales o albergan las del ‘gran capitán’. Vaciados los asilos de abuelos con buenas pensiones, incapacitar judicialmente la demencia, la movilidad, amnesias o silencios seniles es una constante para los ‘hermanos listos’. Casualmente, son tutores también. Esa realidad aplicada a prósperos negocios familiares, millonadas en cuenta, pisos, locales y cortijadas o dividendos bursátiles es negocio con ‘cash’. Más rápido es obtener poderes ‘de ruina’ de algún anciano/a que ya sale poco de casa. Hay notarías donde aparecen médicos-amigos que ‘completan la capacidad’ del testador, muy socorrido cuando la senilidad hace de las suyas deteriorando la cabeza. También, galenos destacados en asilos que firman lo que sea. El/la fedatario/a calla y avala.
OKUPAS, JETAS Y ‘AQUÍ ESTOY YO’: El ‘maná’ por heredar dineros o patrimonio no trabajado reinventa algunos perfiles personales. Cuando los herederos aceptan o deciden algo sobre capitales siempre hay algún ‘enterado/a’ que usurpa cual ‘okupa’ el piso o negocio familiar. Haya muerto o esté en ello el testador. Si hay más donde avasallar la caradura se fortifica hasta el nivel jeta con climatizador, asesoría legal y amigos de élite para asustar. Es decir, el ‘aquí estoy yo’ planta al personaje donde no se distinguen sexos, ni edades. El fin: quedarse con todo, cueste lo que cueste. Estos sujetos parecen pistoleros del far west de gatillo fácil, pero cobardes para explicar cómo y por qué se comportan lejanos a la generosidad e igualdad que pretende el testador. El que no tiene culpa de nada.
PRETEXTOS: TRAUMAS, CUÑADOS Y VENGANZAS: Las herencias afloran en ciertas personas una conducta distinta a la conocida. De pronto, para descalificar a hermanos o familiares afloran traumas o agravios infantiles plasmados en privilegios, preferencias paternales o heridas sentimentales. Los/as cuñados/as, además, meten baza que incendia cualquier pacto. Y tal terreno es perfecto para colmatar la venganza. Hay peleas por ajuares, cuadros, joyas sin valor, relojes... Si se tasaran su precio certificaría que es ínfimo al lado del daño causado: pleitos perdidos, impuestos impagados, rechazos personales...
EL NEGOCIO DE HEREDAR: Lo que parece más increíble es que el lío, conflicto y pleito sobre herencias tiene aventajados. Viene al pelo aplicar el principio jurídico ¿Qui prodest?: ¿A quién beneficia? para analizar la situación. Los litigantes antes de juzgados eligen a algún abogado o asesor que no es parcial. Cuenta historias y con valores parciales para convencer.
Esa labia no ‘cuela’ cuando hay otro letrado o gestor replicante. O hay dinero para los dos que lo agiliza todo, aunque esto parece fantasía. Es más negocio no heredar acorde a testamentos o realidades que no se arreglan en juzgados. Por ejemplo, la recaudación en efectivo que controla algún ’okupa’ de negocio familiar difícilmente se cobra por los bloqueos que surgen siempre. Las ‘herencias yacentes’ se dilatan porque quien no quiere presentar cuentas o repartir perderá cuando se acepte la herencia. Y mejor seguir con la mangancia mientras se aplazan pleitos, dictámenes, pericias. No iluminar cuentas es negocio porque la verdad descubre al ladrón.
MÁS LÍOS, MÁS FRACTURAS: Los ‘bloques’ de afectos y disidentes en las herencias se multiplican cuando hay divorcios, hijos/as de distintos padres, muertos por causas no naturales o expatriados entre los herederos. Si se dan tales circunstancias todo se complica más de lo debido. Y los pleitos, sumando la lentitud judicial, aconsejan un arbitraje o mediación de pago que todo lo acelera.
TESTAMENTOS ‘FAKE’: Entre algunos ‘herederos yacentes’ hay miopía ante testamentos manipulados, inveraces que escaparon a la profesionalidad del fedatario. Es complejo para un notario establecer sin ser médico la ‘capacidad de obrar’, de la que se plasma la escritura. Y confirmar si es verdad lo que dice quien testa: si tiene o no hijos o ascendientes vivos o la certeza del estado civil. Como ‘desheredar’ exige condiciones leoninas legar al hijo/a mas desafecto con la ‘estricta legítima’ es lo más fácil para culminar esa desherencia pretendida.
Mirar a la compañía del testador, si hace de portavoz, le aconseja o da pautas al fedatario/a es importante para detectar manipulación en el testamento. Y si éste se elabora a pie de cama hospitalaria o asilo, a domicilio de impedidos cuando se corrigen igualdades entre herederos la cosa huele fatal. A pleito, querellas o peleas infinitas entre legitimados.
HISTORIAS LOCALES: Las ‘herencias yacentes’ no se entenderían bien si no se ilustran. Una es que por Sevilla pulula un mendigo vasco. Usa varias identidades en albergues cuando hace frío, quiere asearse o tiene hambre. Una notaría bilbaína le persigue, con detective sevillano incluido, pues su firma repartirá millones en Neguri. Pero el tipo es insumiso a todo y rechaza firmar nada; da señas ficticias y confunde sobre su paradero.
La dueña de una farmacia, madre de familia numerosa, padece Alzheimer. Su tutor, primogénito bendecido en Tierra Santa por cura VIP, ni da cuentas al resto de hermanos en plazo ni reparte el ‘trinque’ en efectivo que logra de la botica. Invita a rezar y pide al cielo arreglo de codicias terrenales, sin percatarse que la suya es de patología. La boticaria no se entera de la rapiña. Su longevidad vegetativa lo avala todo.
Una finca que jubiló a quien la hizo de regadío, y millonaria en cosechas, soporta gresca porque el ‘hijo-tonto’ no suelta prenda de nada, prohibió el paso a sus ‘hermanos’ mientras vive como un rico, con dinero ajeno. El patriarca testador, aún vivo se quiere morir tras ver a sus vástagos con navajas, peleados, querellados entre sí tras abandonarle su cónyuge.
La última historia anuncia sangre. Una fallecida, que negó a hijo en notaría, murió ‘en secreto’. Su marido, ex portero discoteca, ya liquidó el patrimonio de la fallecida y cuentas para beberse whisky de borracheras infinitas. El dinero se acabó. El busca pelea en juzgados. El testamento, de impugnarse anuncia lo evidente: tiene el valor del papel mojado.
Para concentrar los delitos basados en trifulcas por herencias (yacentes, aceptadas y rechazadas), tutorías de incapacitados/as y testamentos heterodoxos, el Código Penal es aplicable. Pero pocas veces hay condenas. Los ilícitos se traman minuciosamente, los litigantes-víctimas llegan tarde por la prescripción delictiva. Además, las pruebas, testimonios o dictámenes favorables a la verdad desparecen con el tiempo o la peor voluntad humana.
Los primeros capítulos entre herederos peleados son contra la honra: calumnias e injurias. Siguen cotos de la libertad: Coacción, acoso, agresiones, daños físicos-psíquicos. Delitos societarios son omnipresentes en empresas familiares: auto-facturación, administración desleal, falsedad documental, alteración de precios... La apropiación indebida en historias donde hay herederos es un ilícito adosado. La culpa es del maldito parné.