Velá de Santa Ana

El bar de Triana donde las tapas parecen raciones: "Para nosotros el plato es la media"

El Gordito de Triana, situado en la calle Manuel Arellano, sirve desde hace 28 años fritura, carne, guisos y aliños bien despachados y a precios económicos

Una opción barata y rica para las noches de la fiesta grande del barrio de Triana

El solomillo al whisky del Gordito de Triana.

El solomillo al whisky del Gordito de Triana. / El Correo

Carlos Doncel

Carlos Doncel

En El Gordito de Triana las tapas parecen raciones. Los pinchitos casi podrían venir en jabalina, las medias de boquerones hacen preguntarse a cualquiera por la continuidad de la especie. Todo se sirve bien despachado en este local de la calle Manuel Arellano: "Mi hermano cogió la costumbre de poner los platos grandecitos. Como a él le gusta comer, siempre lo hizo así", cuenta con guasa Mari Carmen Mas, copropietaria de este bar castizo, de los de mesas de madera y barra de chapa.

Este local es una alternativa purísima durante la semana larga que dura la Velá de Santa Ana, que tiene su propia gastronomía y tradiciones pero, con frecuencia, también tiene casetas donde es complicado comer por la cantidad de gente que se agolpa en sus barras.

Por eso son muchos los que acuden a la fiesta grande del barrio marinero por excelencia de Sevilla y, antes o después de disfrutar de las actividades y actuaciones que se programan en el Altozano y la calle Betis, disfrutan de tapas y raciones en una buena barra. Hay muchas opciones en Triana, pero la de Gordito es un valor seguro.

La aritmética es la clave

"Para nosotros el plato es la media", aclara Mari Carmen. Y detalla unas cuentas muy claras: "No engañamos a nadie: la media ración aquí son como tres tapas juntas, y si alguien pide la entera, cuatro. Y lo cobramos así, de manera proporcional", afirma esta hostelera.

Bajo esa aritmética en este local sirven aliños, frituras, serranitos, carnes y varios platos del día. "Todo lo que ofrecemos lo prepara mi hermano Manuel de forma casera: flamenquines, albóndigas, carne con tomate, cachopos por encargo...", apunta Mas. "Hay guisos que hace mi madre: las fabes con langostinos, las calderetas, el menudo o las papas con chocos, por ejemplo".

Aunque el plato estrella de este establecimiento es el pescaíto, que destaca por su fritura limpia, nada aceitosa. "La clave está en utilizar un buen aceite y renovarlo en cuanto se oscurece. Y la harina debe ser de calidad también, claro", señala Mari Carmen Mas. En este apartado de la carta, boquerones en adobo y al limón, chocos y, dependiendo de la temporada, pijotas, acedías o salmonetes.

Casi tres décadas con la misma propuesta

El Gordito de Triana -en homenaje al cantaor Manuel Mas Pacheco, abuelo de los dueños- abrió hace 28 años con la misma idea que mantienen hoy día: cocina casera, bien servida y a precios económicos. "Hemos seguido siempre la misma línea, nunca hemos cambiado. Las tapas o los serranitos son iguales que los que hemos preparado siempre", asegura la copropietaria. "Lo único que ha variado en este tiempo es mi hermano, que ahora tiene más experiencia en los fogones".

Aunque en esta trayectoria también ha habido baches: "La crisis de 2008 fue durísima. En aquella época nos llevamos seis años sin vacaciones y echando muchas horas: abríamos para los desayunos y a veces nos daban las cuatro de la mañana", recuerda Mari Carmen. "Nos planteamos cerrar, pero decíamos: 'Si cerramos, ¿dónde vamos?, ¿qué hacemos con la hipoteca'. No nos quedó otra que aguantar el tirón".

Todo cambió después de la pandemia. "Después del covid pegamos un subidón, gracias a dios. Ahora todos los días tenemos las reservas casi al completo", declara Mas. De estar cerca de cerrar a ver la sala llena de gente. "Creo que estamos viendo el resultado del esfuerzo de todos esos años en que esperábamos los dos sentados a que entrara alguien".

La historia de este local trianero es la de una familia trabajadora que hace años apostó por la comida de siempre para cualquiera. Tardaron en que se les reconociera, pero por fin las mesas de El Gordito están llenas de boquerones, calderetas y gambas al ajillo. "Todo trabajo tiene su recompensa, y la nuestra ha llegado ahora", reconoce emocionada Mari Carmen. Los veranos sin vacaciones, las jornadas eternas y la sala vacía quedaron al fin atrás.

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