El brillo de la corrida del Domingo de Resurrección no siempre fue tan rutilante. Un vistazo al último siglo del hoy lujoso festejo pascual revela distintas épocas y orientaciones hasta que la cita se convierte en el meeting glamuroso que hoy conocemos. Para ello, tuvo mucho que ver la definitiva forja de lo que hoy entendemos por currismo, perfectamente enhebrada con la visión de Diodoro Canorea, que transformó un festejo de circunstancias en un escaparate de lujo.

La Edad de Oro del toreo dejó su impronta el Domingo de Resurrección. Marcaremos el inicio en 1913, primer año completo de matador de Joselito y temporada de la alternativa de Belmonte. Pero es El Gallo, mano a mano con Bombita, el que actúa en Pascua. Juan Belmonte se asoma al cartel en 1914 y repite en 1916, mano a mano con Joselito. Volverían a actuar juntos de nuevo en 1920 para despachar ocho toros de González Nandín en unión de Ignacio Sánchez Mejías y Chicuelo. Mes y medio más tarde –fue un 4 de abril– se cerraba toda una época del toreo con la muerte de José en Talavera de la Reina...

La caída del coloso nos adentra en la Edad de Plata. Chicuelo actúa como único espada en 1921. El diestro de la Alameda de Hércules es habitual en estos años junto a toreros como Varelito, Marcial Lalanda, Litri, Algabeño, Posada, el Niño de la Palma... Ese tono medio se mantiene en la década siguiente aunque hay que anotar –además de alguna novillada– el rabo que corta Pepe Bienvenida en 1939 alternando con Cagancho y el infortunado Pascual Márquez, que tiene revolucionado el cotarro en esos años

Los primeros cuarenta son los años de Manolete que, aunque se prodiga en la plaza de la Maestranza, no aparece en los carteles pascuales –tampoco Pepe Luis– que mantienen el pulso gracias a toreros como Pepe Bienvenida o el propio Pascual Márquez, que otorgan la alternativa a José Ignacio Sánchez Mejías el Domingo de Resurrección de 1941. En el terreno anecdótico podemos reseñar la corrida de 1944: El Estudiante y Mario Cabré caen heridos y dejan a Cagancho, el gitano de los ojos verdes, con cuatro toros para él solito. Podemos anotar a toreros como Manuel Martín Vázquez, Gallito, El Calesero, Albaicín, la alternativa de El Yoni... la década no da para más.

Se llora a Manolete, caído en Linares en 1947, y llegan los 50. Pero el lujo de hoy sigue quedando muy lejos. Ángel Peralta comienza a asomarse a unos carteles en los que se puede destacar la presencia de toreros como el viejo Chicuelo, Gitanillo de Triana, Rafael Ortega, Cagancho, Cayetano Ordóñez, Antonio Bienvenida... Gregorio Sánchez, que cae herido, toma la alternativa en 1956 y un juvenil Antonio Ordóñez se anuncia junto a Manolo Vázquez en 1958 para darle la alternativa a Rafaelito Chicuelo. El mismo tándem repite en el 59 para doctorar a Mondeño.

La década prodigiosa, los felices 60 de la Edad de Platino del toreo, no se refleja en la programación del Domingo de Resurrección. Es frecuente la presencia de los hermanos Peralta a caballo para abrir un cartel en el que desfilan toreros de segunda fila. José Julio, Dámaso Gómez, Corpas, Limeño, Oliva, Zurito o Palmeño, entre otros, marcan el tono discreto de esta década. Ni rastro de Camino, Puerta, El Viti, Ordóñez, El Cordobés...

Curro Romero se anuncia por primera vez en Resurrección en 1969. Lo volvería a a hacer cuatro años más en ese período pero la corrida es aún un festejo de circunstancias en el que no aparecen las figuras del momento. En esos años podemos recordar los nombres de Pepe Limeño, Barea, Riverita, Rafael Torres, Palmeño, Marismeño, José Antonio Campuzano, Currillo... No faltan las alternativas. Son las de Marcelino en 1971, la de Antonio Alfonso Martín en el 78 y la de Pepe Luis Vargas, que llega en 1979. En 1980, con Ostos, Ángel Teruel y Manolo Cortés se eleva el tono y se da cierre a una época.

Pero es, definitivamente, la reaparición de Manolo Vázquez la que abre un nuevo tiempo que no se puede entender sin la presencia, prácticamente ininterrumpida, de Curro Romero en perfecta simbiosis con Diodoro Canorea. Los dos viejos amigos terminan de dar carácter al festejo pascual pero la fecha de partida es 1981: Manolo Vázquez le da la alternativa a su sobrino Pepe Luis en presencia de Romero, que alterna con Paula y Manzanares al año siguiente, el de los Mundiales de Fútbol. En 1983 reaparece el nombre de Manolo Vázquez, que se retiraría triunfalmente en otoño alternando con Antoñete. Su compañero en Resurrección fue Curro. Y el tercero, otro toricantano, Juan Mora.

Paquirri se anuncia en Resurrección por única vez en 1984. Algunos meses más tarde pasaría a la inmortalidad en Pozoblanco. Curro y Galloso completan la terna. Pero es que Curro no se apea ya del cartel hasta 1992 aunque ese año –el de las desmesuras de la Expo– sí se anunció en el lujoso festejo del Lunes de Pascua.

El camero alterna con Paula en 1985 para darle la alternativa a Lucio Sandín. En 1986 aparecen Rafael de Paula y Espartaco, que en esa misma feria forjaría su propio despegue hacia la cima del toreo con el célebre toro Facultades de Manolo González. El camero precede a José Antonio Campuzano y Pepe Luis Vázquez en 1987. Ese bajón argumental se recupera en el 88, con Paula y Espartaco de nuevo en un cartel en el que también será fijo hasta 1995, año de la lesión que le apartó del toreo. Curro y Espartaco alternan con Joselito en el 89. En el 90 le dan la alternativa a Julio Aparicio y en el 91, a Martín Pareja Obregón. En el 92 ceden la fecha a Ortega Cano, César Rincón y el propio Aparicio para retomar su sitio natural en 1993, fecha de la alternativa de Manuel Díaz El Cordobés, que hizo el paseíllo embutido en capote de paseo con el escudo de la Legión. Finito debuta en Pascua junto al equipo habitual en el 94 y en el 95, lo hace Pedrito de Portugal, que vive sus mejores años.

En el 96 hay un nuevo cambio de rumbo. Emilio Muñoz, Rivera Ordóñez, Enrique Ponce, Joselito y hasta José Tomás –que actúa en 1999– serán los nuevos compañeros del camero, que vuelve a alternar con Espartaco en 1999, año de su reaparición. En el 2000 cumpliría su último Domingo de Resurrección acartelado con Ponce y Morante, que debutaba en una fecha que, a partir de ese momento variará por completo su argumento.

La primera década del siglo XXI, en cualquier caso, consagra al Domingo de Resurrección como acontecimiento de la temporada. En 2001 –con el rey Juan Carlos en el Palco– se abre la Puerta del Príncipe para sacar a hombros a José Tomás. En 2002 reapareció Paco Ojeda y el resto es historia reciente. ~