Todo se reactivó en 2017 cuando un promotor inmobiliario pidió licencia para derribar el número 35 de la calle Cristo de la Sed, una casa del arquitecto regionalista Aníbal González. Saltaron las alarmas y diferentes colectivos pidieron de nuevo la protección de inmuebles sin catalogar como éste. Y como otros 30 o 40 que ya han desaparecido en el viejo Nervión. Según los expertos, «Nervión ha perdido ya más del 50 por ciento de las construcciones regionalistas».
La casa con un majestuoso torreón en la esquina de José Luis de Casso con Eduardo Dato, de los años 20, o el chalé del arquitecto Juan Talavera en Marqués del Nervión 73 fueron los últimos en caer por la piqueta, pero la destrucción de patrimonio viene de lejos. De hecho, la Asociación para la Defensa del Patrimonio de Nervión nació hace 18 años reivindicando lo mismo que ahora piden vecinos, asociaciones conservacionistas y arquitectos, que le reprochan al Ayuntamiento que «a buenas horas, mangas verdes».
Pero no todos están a favor de que se protejan más casas. Algunos propietarios alegan que su edificio está ya «mutilado», a la mitad, y que en esa mitad derribada hay ya un bloque nuevo de viviendas. «¿Por qué no construir entonces en la otra mitad?». «Si me prohíben construir, ¿a cambio de qué?». Alguno ya anuncia su recurso. Otros propietarios aseguran que están de acuerdo con la protección siempre y cuando tengan «algún tipo de compensación» porque el mantenimiento de estas casas, la mayoría de grandes dimensiones, es muy alto «para un salario de pensionista».
Incluso hay quien alega que «nadie quiere ya una casa antigua con nueve dormitorios, sólo los promotores para construir un bloque nuevo», así que la catalogación supondría «aniquilar el único patrimonio que tengo para garantizar mi jubilación». Y es que los afectados por lo que Urbanismo ha llamado «catalogación preventiva», que afecta a 20 edificios, están divididos. Así nos lo han contado muchos de ellos.
Pero empecemos por el principio. ¿En qué situación están estas casas? El Gobierno del socialista Juan Espadas empezó el pasado verano a tomar medidas para proteger los inmuebles de Nervión que guardasen valor patrimonial por su arquitectura regionalista del siglo XX. Así, se aprobó suspender provisionalmente la concesión de licencias de demolición o reforma en el eje entre Luis Montoto, Cruz del Campo, Cristo de la Sed, Goya, Alejandro Collantes y Beatriz de Suabia, así como en la zona que conforman las calles Juan de Dios, Juan de Padilla, Beatriz de Suabia, Deán Bermúdez, Marqués de Nervión y Antonio de Solís, además de la plaza Antonio Aparicio Herrero.
Se trataba de una medida provisional mientras la Gerencia de Urbanismo estudiaba qué edificios son «merecedores» de protección. La junta de gobierno del Ayuntamiento aprobaba recientemente el documento inicial del «catálogo» concreto de protección de casas –actualmente en periodo de alegaciones–, que contiene una decena de inmuebles ya recogidos en el catálogo periférico del PGOU a los que se les asigna distintos niveles de protección.
Además, incorpora 18 edificios de estilo regionalista hasta ahora sin protección, así como el parque de La Ranilla, y también atribuye una catalogación «preventiva» para proteger provisionalmente 20 inmuebles hasta contar con informes más detallados sobre ellos. Los vecinos afectados –o casi todos– recibieron una carta avisando de la suspensión de las licencias, pero no de la inclusión en la lista de «catalogación preventiva».
Entre esos 20 edificios están tres colegios, Borbolla, Sagrada Familia y San Miguel, así como casas como la de Pedro, en la calle Alejandro Collantes. Este vecino denuncia la «incertidumbre» creada por el Ayuntamiento y avisa: «Si se cataloga mi casa con algún tipo de protección, recurriré. Iré al Contencioso, al Supremo y donde haga falta».
Pedro ha tenido que frenar las negociaciones con varias promotoras inmobiliarias ante la suspensión de las licencias de obras en la zona y asegura que su casa «ya no tiene ningún valor porque está mutilada». Está encajonada entre dos bloques nuevos y originalmente era el doble de grande. Además, desconoce qué arquitecto la diseñó, aunque sí sabe que tiene más de 80 años. «¿Tiene el Ayuntamiento archivados proyectos tan antiguos? Lo dudo. Yo no he podido averiguar quién la levantó y ya nadie creo que lo sepa».
Este vecino de Nervión añade que tanto él como su mujer no podrán vivir dentro de unos años «en una casa tan grande y con tres plantas», así que pensaba mudarse, algo que sólo podrán hacer si vende su actual residencia. Y ahora mismo sólo los promotores inmobiliarios están interesados en este tipo de chalés.
Francisco vive desde hace 40 años en una casa en Beatriz de Suabia que pronto cumplirá los 75. Su edificio tiene un hermano gemelo al lado, convertido en hostal. No le consta que sea de arquitectura regionalista, así que no está de acuerdo con su inclusión en la «catalogación preventiva». «Es una lástima todas las casas que se han tirado en los últimos años que sí eran regionalistas, pero creo que más tarde o temprano, todas las derribarán», vaticina. La razón: «Ya no hay familias con 5 o 6 hijos como antes. Estas casas no interesan para vivir, sólo para construir bloques nuevos. Mis hijos, por ejemplo, no podrían vivir aquí», añade desde el patio de su casa, con ocho dormitorios.
Rosario vive en Villa Dolores, con más de cien años, y cree que debía estar protegida «desde hace mucho». «Es un sacrilegio tirar estas casas y, sin embargo, han caído muchas, como Villa Rosario, de mi abuela». La familia de Rosario sólo conoce que su casa la construyó Luciano Ros y ve bien la catalogación nueva, aunque pone un pero. «¿Quién nos ayuda a mantenerla? Porque con el sueldo de un jubilado es imposible», lamenta Isidoro, quien exige más información por parte de Urbanismo y facilidades para afrontar los gastos que genera una casa como la suya.
También en Cardenal Lluch, pero en el número 66, se encuentra la casa donde vivió Jorge Guillén en Sevilla. Actualmente tiene tres propietarios, uno por planta. Uno de ellos aplaude la medida municipal y apunta que «la catalogación permitirá acceder a ayudas para la rehabilitación, según el grado de protección ¿no?». «Esto se debió hacer mucho antes, en esta calle se perdió la fisonomía antigua», apunta tras señalar que su casa se construyó en 1929 y que no sabía que Urbanismo la incluyó en su «catalogación preventiva».
Desde uno de los caserones más grandes de Beatriz de Suabia, Fernando apunta que «no tiene intención de especular con su casa». «Si es digna de proteger, que la protejan», sentencia. Y seguramente la protegerán. Según su dueño, aparece en una fotografía aérea realizada desde el Zeppelín en 1925 que consta en el Ayuntamiento, si bien no logró averiguar de qué arquitecto es. «No es de Aníbal González ni de Talavera», afirma este vecino cuya casa reza en el Catastro desde 1960 porque en ese año se sometió a una fuerte reforma.
«Más vale tarde que nunca, pero da pena todo lo que tiraron ya», apostilla. Tanto que el profesor titular de Urbanística de la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla Jorge Benavides señala que «más del 50 por ciento de las casas regionalistas de Nervión ya no existen».
Benavides, que realizó un catálogo sobre las villas de este tipo en Nervión, asegura que Urbanismo debería plantear «no un catálogo lleno de prohibiciones, sino uno proactivo», es decir, que no sólo diga la tipología y grado de protección, sino que informe a los propietarios de lo que les preocupa, como las posibles ayudas a la rehabilitación, o que desarrolle actividades que incentiven a los vecinos y a los sevillanos a conocer este barrio.
Joaquín Egea, presidente de la Asociación en Defensa del Patrimonio de Andalucía (Adepa), es tajante: «No se puede indemnizar por la protección de una casa porque ya se le da valor histórico, pero sus dueños sí pueden tener rebajas en las licencias de obras y en el IBI».
Adepa prevé formular alegaciones al «catálogo» de inmuebles de Nervión susceptibles de protección para, por ejemplo, incluir las naves de la calle Fernando Tirado diseñadas por Aníbal González, cuya demolición está aprobada para la construcción de un bloque de pisos, como adelantó este periódico en marzo, y otras casas como el número 4 de la calle Maese Farfán.
UNA VILLA MUNICIPAL ARRENDADA DESDE 1936
Una de las casas incluidas recientemente por la Gerencia de Urbanismo en el catálogo de edificios protegidos tiene una curiosa historia. Villa Pombo, el número 83 de la calle Marqués de Nervión, tiene ya un grado de protección C al ser un ejemplo de casa regionalista del siglo XX del viejo Nervión. Sin embargo, este bello inmueble no ha contado hasta ahora con ningún tipo de protección pese a ser municipal. Eso sí, desde 1936 está alquilada a una familia, que tiene la intención de seguir en esta casa haciendo uso, si procede, de la segunda subrogación a la que dicen tener derecho.
Además, el Ayuntamiento ha protegido casas de su propiedad en Nervión como Villa Encarnita, del arquitecto Juan Talavera, y Villa Julita. La primera ya salió a subasta sin éxito, mientras que la segunda va a ser recuperada por el Consistorio para uso vecinal. En la relación de elementos catalogados también aparecen el Humilladero de la Cruz del Campo (grado de protección A), Villa Gracia (C); los apartamentos Huerta del Rey (C); Eduardo Dato, 44 (C); Casa Duclós (B); el edificio de oficinas Sevilla 1 (C); la subestación Sevillana Endesa (C); el patronato municipal de Casas Baratas en Ramón y Cajal (C); el antiguo Matadero (C); y la iglesia de la Concepción (B).