CAMBIO CLIMÁTICO

La sombra es ya una emergencia nacional en Andalucía

Las ciudades andaluzas afrontan el calentamiento global ancladas en el viejo modelo del 'urbanismo duro' y sin una estrategia decidida de futuro

Plaza dura de hormigón sin sombras, en Córdoba

Plaza dura de hormigón sin sombras, en Córdoba / A. J. GONZÁLEZ

Aristóteles Moreno

Aristóteles Moreno

Lola Ortega libra un combate heroico contra el calentamiento global y sus amenazantes efectos sobre las ciudades andaluzas. En 2019, puso en marcha una ONG cuyo nombre es ya una declaración de principios: Árboles contra el Cambio Climático (ACCC).

Ortega es bióloga y está convencida de que solo la reforestación urbana puede mitigar el inquietante aumento de las temperaturas y la exposición solar que se cierne sobre el planeta. Su proyecto se circunscribe a Granada, pero podría ser válido para la mayor parte de las ciudades andaluzas, cautivas de un modelo urbanístico basado en el cemento y la palmaria ausencia de sombra.

Urgen nuevos modelos urbanísticos

En solo cinco años, ACCC ha promovido siete proyectos de reforestación y ha plantado 8.363 árboles. Su actividad es febril. Realiza informes, coteja estrategias urbanas de otras ciudades, presiona a la administración pública y agita conciencias. "El cambio climático no es cosa del futuro. Ya está aquí", avisa en conversación telefónica con este periódico. La configuración urbana sustentada en el tráfico motorizado y el abuso del cemento eleva la temperatura entre 6 y 10 grados, según sus datos.

La Organización Mundial de la Salud recomienda que la proporción de árboles en las ciudades sea de uno cada tres habitantes.

Y no hay una estrategia municipal para mitigar un desafío de consecuencias todavía imprevisibles. "En Granada hay un gran déficit de arbolado", sostiene. Muchos barrios nuevos se construyen bajo modelos urbanísticos que, según la bióloga, son más propios del siglo XX que de las nuevas coordenadas ambientales que marca el calentamiento global. "Yo estudié la calle Arabial, que se remodeló junto con la calle Palencia entre 2020 y 2023. Y se siguió el mismo patrón que hace 40 años: el mayor espacio posible para el coche, el mínimo para los peatones y muy pocos árboles".

La activista lamenta que la distancia con que se plantan los árboles impide la densidad de copa suficiente para generar sombra. Y eso en una región con altísimos niveles de exposición solar al año convierte el espacio publico en un lugar hostil durante muchos meses. "En otras calles perpendiculares a Arabial, también remodeladas en los últimos años, no se puso ni un solo árbol", protesta. La calle Arabial es solo un pequeño ejemplo. Un modelo que se repite una y otra vez a lo largo y ancho de Granada, según denuncia Ortega.

Meses y meses a más de 30º

El calentamiento global y el incremento de la exposición solar en Andalucía es un hecho incontestable. El colectivo cordobés Meteofreak ha estudiado estadísticamente el aumento de la radiación solar y la temperatura en los últimos sesenta años. Y no hay dudas. Entre 1961 y 1990, Córdoba registró 114 días por encima de 30 grados. Entre 1991 y 2010, la cifra ascendió a 125 días. Trece menos que en el periodo 2011-2020. El crecimiento de días por encima de los 35 grados también ha sido sostenido desde 1961, hasta anotar una media de 76 jornadas desde 2011.

El dato es escalofriante. Hay años, como en 2017, en que los cordobeses vivieron más de cinco meses por encima de 30 grados. En una ciudad, además, cuyo modelo urbanístico en el último medio siglo se ha apoyado en la arquitectura minimalista de granito y espacios abiertos. Solo hay que apearse del AVE, en la plaza de las Tres Culturas, para darse de bruces con un desierto de piedra recalentada intransitable en los meses de verano. 

Un termómetro en Córdoba marca 43º durante la primera ola de calor del verano 2024

Un termómetro en Córdoba marca 43º durante la primera ola de calor del verano 2024 / A. J. GONZÁLEZ

Renaturalizar las ciudades

La arquitecta Cristina Bendala, ya jubilada, se muestra muy crítica con la cultura urbanística contemporánea. "En los años setenta del siglo pasado ya se hablaba del calentamiento global y, sin embargo, se siguieron haciendo plazas duras y un urbanismo de líneas rectas, con un diseño más propio de un cuadro que de la realidad", asegura. Ya entonces eran "plazas inhóspitas" y conforme avanza el cambio climático se han revelado "tremendas" y no aptas para el disfrute ciudadano.

Bendala forma parte de un innovador proyecto diseñado por un grupo de arquitectos y ecologistas para "renaturalizar" un distrito del casco histórico de Córdoba con "microbosques" y permeabilización del pavimento. En un minucioso estudio de casi 200 páginas, catalogaron los espacios libres abandonados, midieron las calles, identificaron las plazas, analizaron los planos y calcularon cuántos árboles se podían plantar en una superficie laberíntica y compleja como el barrio de la Axarquía.

Jardines de Vallellano, en Córdoba

Jardines de Vallellano, en Córdoba / A. J. GONZÁLEZ

Tomaron como referente una tipología de microbosques diseñados por un ingeniero japonés que había experimentado con masas arbóreas pequeñas y densas. "Este tipo de microbosque, compuesto por especies muy variadas, forman una bóveda de sombra y cubre todos los nichos de altura", explica Bendala, que ha trabajado largos años como arquitecta en el casco histórico de Córdoba. También propusieron cambios sustanciales en el pavimento para evitar los suelos impermeables y promover otros más transpirables. 

Axarquía Verde proponía que el Ayuntamiento firmara un convenio con los propietarios de los múltiples solares sin edificar que se encuentran diseminados por el casco histórico. "Todo estaba presupuestado de forma rigurosa", señala Bendala. El proyecto fue presentado al Consistorio y propuesto para recabar fondos europeos. Pero, sorprendentemente, fue aparcado y hoy descansa en algún cajón de la administración local. "Era viable. Solo faltó interés", lamenta la arquitecta.

Calor y pavimento en Sevilla

Pavimento sin sombra en Sevilla / Jorge Jiménez

La sombra, una "emergencia"

La escasez de sombra y el exceso de asfalto es una evidencia generalizada en Andalucía. "La sombra es una emergencia", afirma Paloma Cariñanos, vicepresidenta de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos (AEPJP). Y en el diseño de las insuficientes zonas verdes urbanas se ha primado más la "estética" que la arboleda "refugio", razona. "No se ha pensado en que nuestras ciudades deben de tener una cobertura que sirva de freno a la radiación solar y genere una zona de confort bajo la copa de los árboles".

El fenómeno del calentamiento urbano se ha agudizado, más si cabe, en la última década, según explica la también profesora de Botánica de la Universidad de Granada. La política errática de gran parte de los municipios andaluces ha apostado además por la plantación de árboles poco adecuados que proporcionan escasa sombra, como el naranjo, la palmera o el ciprés. "No se ha ido por delante en el proceso de calentamiento global, mucho más en Andalucía, y ahora nos pilla tarde". 

Una estrategia municipal de reforestación bien planificada podría rebajar la temperatura urbana entre 5 y 10 grados, según los estudios que maneja la profesora Cariñanos. Las ventajas de una buena cobertura vegetal en las ciudades son múltiples. "Es una de las medidas más naturales que podemos adoptar", argumenta. "Los árboles mitigan la contaminación, favorecen la biodiversidad y los polinizadores, regulan el ciclo del agua, promueven el suelo permeable, frenan las escorrentías y rebajan la temperatura", enumera la vicepresidenta de la AEPJP. 

Plaza de Armas cemento sin sombra

La estación de autobuses de Plaza de Armas, en Sevilla / Jorge Jiménez

No hay una cuantificación del número de árboles que las ciudades andaluzas necesitarían para recomponer un ecosistema urbano equilibrado que haga frente al cambio climático. Algunas ciudades sí disponen de un inventario aproximado de unidades vegetales. En Granada, por ejemplo, se contabilizaron casi 46.500 árboles en 2020, a razón de uno por cada cinco habitantes, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda que la proporción sea de uno cada tres vecinos. Según ese cómputo, la ciudad de la Alhambra necesitaría 30.000 nuevos vegetales para mejorar las condiciones ambientales y climáticas de sus vecinos.

Cariñanos advierte, no obstante, que el objetivo no es solo incrementar la densidad arbórea de la urbe sino seleccionar adecuadamente las especies vegetales "multifuncionales". Muchos municipios consultan a la asociación que vicepreside pero, aún así, la experta echa en falta una mayor "planificación" por parte de los ayuntamientos.

Plaza de las Tendillas, en Córdoba

Plaza de las Tendillas, en Córdoba / A. J. GONZÁLEZ

El ecologista Pablo Augustín pronostica que la combinación del cambio climático con el urbanismo duro convertirá a las ciudades andaluzas en un espacio de "tortura". Los ayuntamientos, en su opinión, no han tenido "sensibilidad" con sus ciudadanos y en los últimos años han sido suprimidas grandes masas de árboles. "Antes había muchas plazas y avenidas de tierra y la tendencia es a hormigonarlo todo, porque es más barato de limpiar. Las ciudades se han convertido en una isla de calor, así que tenemos un grave problema", señala este miembro de Ecologistas en Acción con un largo historial de activismo en defensa de un modelo urbanístico sostenible

Augustín protagonizó en el verano de 2022 un llamativo incidente, cuando se encadenó a un árbol en la calle Arabial, de Granada, para impedir la tala de unas cuantas decenas de unidades. "Había olmos que daban sombras espléndidas y fueron arrancados supuestamente porque estaban mal de salud. Pedimos los informes técnicos pero jamás aparecieron. Y pusieron especies exóticas que no dan sombra". 

Antes había muchas plazas y avenidas de tierra y la tendencia es a hormigonarlo todo, porque es más barato de limpiar. Las ciudades se han convertido en una isla de calor.

Pablo Augustín

— Activista y miembro de Ecologistas en Acción

El activista granadino es partidario de eliminar aparcamientos y plantar árboles, en la línea de la política municipal promovida por Anne Hidalgo en París. "Hemos hecho mediciones y hemos detectado temperaturas de hasta 88 grados cerca de los coches en verano. El metal acumula mucho calor", revela. En su opinión, los ayuntamientos andaluces son "biofóbicos" porque huyen de la vida natural y equiparan el hormigón al progreso. "Piensan que dejar las plazas con árboles y albero es un atraso", asegura Augustín. 

El ecologista recuerda que la sombra y los árboles son "servicios ecosistémicos" porque proporcionan salud y bienestar mental e incentivan la sociabilidad en la calle, particularmente la de los niños. "Nos están obligando a privatizar el ocio. Que nos metamos en un bar con aire acondicionado para consumir", protesta. Ecologistas en Acción ha elaborado multitud de estudios sobre la permeabilización del pavimento, la supresión de materiales térmicos y la urgencia de la reforestación urbana.

El césped de plástico puede registrar hasta 30 grados más que el césped natural.

La asociación Árboles contra el Cambio Climático ha denunciado reiteradamente también la instalación de césped de plástico en la línea de metro de Granada. Ese tipo de material alcanza altas temperaturas en una ciudad ya originariamente cálida. Ortega sostiene que el verde artificial registra hasta 30 grados más que una superficie natural. "Lo hemos comprobado con un termómetro”, declara. La del césped de plástico es una de sus batallas. En los últimos años, se han instalado hasta seis hectáreas y es previsible que en los próximos se incremente la superficie artificial. "Es una barbaridad", lamenta. 

"La sombra y la arboleda es una prioridad absoluta en Andalucía", proclama la bióloga. En su opinión, es una urgencia impostergable adaptar las ciudades andaluzas al cambio climático. "Tenemos que aportar sombra. Y los árboles son los únicos que pueden contrarrestar el calor asfixiante que se nos viene encima", concluye.