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Actualizado: 11 ene 2016 / 09:46 h.
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  • Eduardo Maciá y Juan Carlos Ollero, durante la rueda de prensa en la que anunciaron la destitución de Mel. / Inma Flores
    Eduardo Maciá y Juan Carlos Ollero, durante la rueda de prensa en la que anunciaron la destitución de Mel. / Inma Flores

El consejo de administración del Betis tomó anoche la decisión de destituir a Pepe Mel tras las cuatro derrotas seguidas, cinco partidos sin marcar y ocho sin ganar que lleva el Betis, y, sobre todo, las pésimas sensaciones que transmite el equipo de la mano del entrenador, al que se veía sin la ilusión de antaño, deprimido y muy afectado por los gritos de la afición en su contra, la misma que durante años no cesó de corear su nombre porque casi siempre cumplió con los objetivos trazados y sacó con la gorra dos veces al equipo del pozo de la Segunda división. Particularmente, no creo que fuera el momento idóneo para la destitución, por diversos motivos, justo antes de un derbi copero que está casi imposible y los compromisos ante Villarreal y Real Madrid, dos de los gallitos de la competición. Pero la decisión que ha tomado el consejo tampoco se puede considerar injusta, en especial tras escuchar las últimas declaraciones del entrenador, que parecía estar pidiendo a gritos la destitución.

Echar ahora a Mel, que tenía al equipo cinco puntos por encima del objetivo, costará un pico y es una decisión arriesgada pero valiente, pues ni en el consejo confiaban plenamente en el entrenador ni el entrenador en el consejo y la dirección deportiva, con la que trabajó codo con codo el pasado verano en la confección del plantel, que el propio técnico calificó de «sobrado para lograr la permanencia» tras el cierre de mercado en septiembre. El sábado, tras la cuarta derrota seguida en Getafe, Mel se quejó que «desde julio» hacen falta varios fichajes, unas palabras que a buen seguro han precipitado su destitución, sustentada también en la falta de sintonía que mantenía con buena parte de la plantilla. Pese a todos esos condicionantes, yo no lo hubiera echado ahora y habría esperado unos partidos, pero entiendo que lo hayan decidido así. La segunda etapa de Mel acaba y ahora lo que es menester es que Maciá acierte con el sustituto y que éste sepa sacar mayor rendimiento a un plantel que sigo pensando que está capacitado de sobra para lograr la permanencia, objetivo que se viene cubriendo desde que arrancó la temporada pese a las pobres sensaciones que ha ofrecido el juego a las órdenes del propio Mel.