Opinión | Mollete de calamares
Una riada de odio
El ser humano demuestra lo mejor de sí mismo ante las tragedias. Los miles de voluntarios en Valencia para ayudar a los afectados son un gran ejemplo. Gente que sin dudar está entregando su tiempo y sus mejores intenciones en ayudar a sus vecinos que lo han perdido todo. En el resto de España la oleada de recogida de alimentos y artículos de primera necesidad es testimonio de la solidaridad y de los buenos sentimientos que mueven a las personas ante el sufrimiento del prójimo.
Desgraciadamente, también ocurre lo contrario. Más allá de los saqueos y pillajes, hay todavía una manera peor de reaccionar ante esta emergencia: sembrando el odio. Existen personas en redes sociales cuyo único objetivo es confundir, crispar, mentir solo para generar odio. Y todo aprovechando la vulnerabilidad de quienes están arrasados emocionalmente e indignados por lo ocurrido y una gestión que los primeros días que no está siendo precisamente ejemplar.
Llegará sin duda el momento de pedir responsabilidades. Dirimir si hubo negligencias en la gestión. Preguntarse por qué la Generalitat Valenciana no alertó a la población si la Aemet emitió el aviso rojo a primera hora de la mañana. Por qué el president valenciano no pidió la presencia masiva de militares desde el día siguiente de la tragedia. Por qué el Gobierno central no tomó el mando al ver la parálisis de la administración autonómica. Cómo se ha permitido que en España, en la Unión Europea, en 2024, haya vecinos que lleven días sin agua o sin alimentos atrapados en sus casas.
En las redes, los de siempre, difunden mentiras para culpar al adversario político, para señalar un culpable con los cadáveres aún sin enterrar alimentando el rencor en mitad del dolor
Vendrá el momento de pedir explicaciones, pero ese momento no es ahora. Mientras se siguen sacando muertos de los garajes y despejando las calles de las ciudades y pueblos arrasados es tiempo de remar juntos. Sin embargo, en las redes, los de siempre, difunden mentiras para culpar al adversario político, para señalar un culpable con los cadáveres aún sin enterrar alimentando el rencor en mitad del dolor.
Lo más preocupante es que no son solo cuentas en redes sociales de conocidos difusores de bulos quienes mienten a sabiendas. Aún sigo asombrado con la vergonzosa aparición de Feijóo al día siguiente de la tragedia. Se plantó allí para atacar y señalar a un organismo científico como es la Aemet como culpable porque el presidente autonómico “gestiona en función de la información que recibe, y la información que se recibe dependen de organismos con competencia exclusiva del Gobierno central, véase la Aemet”. No solo eso, sino que hizo perder el tiempo al president Mazón que tiene el mando y la obligación de tomar decisiones.
Alberto Núñez Feijóo fue a Valencia para sembrar el odio y para hacer algo que no se puede llamar política, con una falta de escrúpulos y una bajeza intolerable. Culpando a una institución respetada que lo único que hace es aplicar la ciencia y que fue el único organismo público que advirtió convenientemente y en tiempo de lo que venía. Desde el día 24 avisando sobre la llegada de la DANA y situando el primer aviso rojo a las 7:36 de la mañana y ampliándolo a las 8:04 sin que las autoridades autonómicas hicieran nada para advertir a la población. Hasta poner en duda a los científicos. Todo vale para ganar la batalla de la polarización.
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