Opinión | El trasluz

Me reconozco en ellos

Dado que vivimos en una cultura biologicista, prestamos poca atención a las carencias de orden anímico porque no se ven

Imágenes de escáner de un cerebro. / EP

Me interesan los mancos y las mancas desde pequeño, quizá porque la ausencia de la mano metaforiza una amputación no visible que me afecta. Me temo que soy un manco psicológico, quizá todos los seamos. Ahora bien, dado que vivimos en una cultura biologicista, prestamos poca atención a las carencias de orden anímico porque no se ven. Digo que prestamos poca atención a ese tipo de carencias y tal vez me equivoque. De hecho, el objetivo de los test psicotécnicos que deben superarse para entrar en cualquier empresa no es otro que el de captar las insuficiencias mentales de los candidatos. Ahí ven si eres sociable, si eres agresivo, competitivo, etc.

Ahí ven si eres manco.

El problema es que, una vez descartado del proceso de selección, no te dicen dónde obtener una prótesis. Un manco literal puede obtener ayudas. Cada día se perfeccionan las manos y los brazos artificiales. Hay ortopedias que funcionan mejor que el órgano natural. No hay en el mercado prótesis para el manco psíquico. Y como no las hay en el mercado, se las fabrica él. No de manera consciente, claro, pero es posible que la persona que haya sufrido la ira de un padre maltratador fabrique en su mente un progenitor excesivamente permisivo y al revés. Dadas las insuficiencias estructurales de los seres humanos, no sería raro que todos estuviéramos llenos de ortopedias inmateriales, incorpóreas, que salen a relucir en nuestros rasgos de carácter.

Así, cuando me tropiezo con una persona excesivamente belicosa, me pregunto lo que hay de artificial en esa belicosidad. A efectos prácticos, la bravuconería falsa produce los mismos efectos que la auténtica, pero me gusta distinguir una de otra como me gusta saber, por mera curiosidad, si la mano que me acaba de ofrecer un desconocido es de carne o de titanio.

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En esas me paso la vida, en tratar de distinguir la carne del pescado porque no estoy muy seguro de lo que estoy hecho, si de los primero o de lo segundo. Significa que voy por el mundo buscando gente con las mismas dificultades que yo, buscando hermanos o espejos en los que reconocerme. De ahí que me llamen tanto la atención los mancos y las mancas: me investigo en ellos y ellas.

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