Adiós al Carranza

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26 jun 2021 / 12:52 h - Actualizado: 26 jun 2021 / 12:58 h.
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  • Nuevo Estadio Ramón de Carranza. / El Correo
    Nuevo Estadio Ramón de Carranza. / El Correo

En esta semana, el Estadio del Cádiz CF ha cambiado de nombre por imperativo de la Ley de Memoria Histórica.

Ramon de Carranza –padre e hijo- fueron Alcaldes falangistas de Cádiz y Sevilla nombrados por Queipo de Llano justamente después del Alzamiento.

Casi al mismo tiempo, el Ayuntamiento de Cádiz ha derribado el azulejo que recordaba la casa natal de Pemán, cuando ya su Teatro había desaparecido, y ahora lleva por nombre “de Verano” y todo ello aunque su cuerpo siga enterrado en la Catedral de la ciudad.

Este silogismo laberíntico se completa cuando en el debate de las Primarias del PSOE-A, tanto Espadas como Susana Diaz se comprometieron a retirar al propio Queipo de la tumba que lastra la entrada a la Basílica de la Macarena, obra fácil de contraer cuando es a otro (Juanma) a quien compete y no es la sede de San Vicente su sepultura. No sé por qué me da que Juanito era el rival preferido por Moreno Bonilla, aunque creo que el tiempo le demostrará su craso error...

Sevilla y Cádiz son mundos opuestos. La línea trazada a partir de Casa Cornelio, el barrio donde amasaba pan Pepe Díaz, está rodeada de pisos de alto standing y apenas quedan libertarios en el Huerto del Rey Moro, donde aún preside el espíritu ácrata que caracterizó al Híspalis de antaño y rara vez se otean niños pijos de colegios privados como el cercano San Francisco de Paula de Luis Rey.

Aquí Espadas se fotografía comulgando de la mano de Asenjo, jubilado ahora en la calle Becas y solo falta a ese retrato –para hacerlo completo- que hubiera sido Amigo Vallejo quien se la administrara. Y fíjense cómo nada es lo que parece, Amigo sestea de sus días pretéritos por Valladolid, mientras Asenjo ha elegido Sevilla para los venideros.

En cambio, Kichi se viste de carnaval y, como quien no quiere la cosa, consigue cambiar el nombre del Estadio mítico donde se resume toda la parca grandeza del Betis constreñida a varios de sus Trofeos y dos Copas del Rey, caminito desde Chipiona con el bocadillo en la bolsa de Doña Carmela.

Sevilla es el cerrojo, más que retiro espiritual de Occidente. Aquí nada cambia y solo volveremos a llorar la bulla anhelada que ya se atisba a los sones de tambores y cornetas. Si acaso alguien suspirará cuando Manue, el Cristo de los Gitanos, doble hacia la calle Verónica en el clarear del día.

En cambio, debe ser que Yemaná bendijo para siempre Cádiz y La Habana y los pisha superan a los miarma, depilados de memoria con la arena al viento que Herodoto adjetivó como derribando caballos, languideciendo junto al océano que precediera Hades.

Sevilla es secular y alberga la memoria de una Catedral sofocando los cimientos del árabe del nardo español. Entre tanto, Cádiz acogió La Pepa que aquí dejamos pasar... Como mucho, ellos dejaron hundirse el vaporcito de El Puerto a Cádiz, que aquí el tranvía de Monteseirin nos colma.

Mientras Cernuda yace en Méjico y a Machado hasta lo nacionalizan soriano, los gaditanos exilian al Marqués, debe ser que no hay en la Tacita de Plata un Burgos que promulgue Edictos y bulas como centinela desde su recuadro.

Aquí aún se aplaude la monarquía a su entrada en San Telmo, donde se funden el poder mundano y divino; en Cádiz, para qué molestarse en el desdén. Y es que Sevilla es dual, Villamarin o Pizjuan; Macarena o Triana; pero Gades... Cai no es de nadie... Es del océano que languidece mientras sus olas despiden a los protagonistas de aquel tiempo en el que no alzar la mano era un acto de heroísmo y cuya memoria muchos evocan para interrogarse por qué sus abuelos apostaron por el bando equivocado y si aquellas sus penurias fueron necesarias, para seguir siendo tan pobres y ricos los otros...

Y es los sevillanos te dan un canción y hacen un discurso; los gaditanos, de madrugada, con sus dos manos, las mismas de matar...