Cecilio Gordillo es la voz de la Memoria Histórica. Sus años de trabajo al frente del grupo RMHSA de CGT le han proporcionado un vasto bagaje que le ha permitido confeccionar una base de datos detallada de cuantos muertos reposan en las cunetas y fosas comunes. Gordillo valora en El Correo de Andalucía los nuevos datos sobre Pico Reja.
—¿Qué significa la fosa de Pico Reja para el movimiento memorialista?
—Es famosa por los fusilados que, se sospecha, están ahí enterrados. Están la corporación municipal, Blas Infante, líderes de organizaciones políticas y sindicales de la ciudad... Eso tiene una repercusión importante más allá de la intriga que significa que las dimensiones sean mucho más grandes de las que en un principio se sospechaba. Esto pone en evidencia la necesidad de investigar las fosas para sacar una idea más aproximada de la extensión que puede haber en cada una de esas fosas.
—¿Y qué supone el anuncio de la inminente exhumación de dicha fosa?
—¡Ya era hora! Han pasado más de 40 años desde que murió el dictador y ya era hora de que se hiciera algo en este sentido. Las solicitudes de exhumación no son actuales. Desde la muerte de Franco, mucha gente comenzó a solicitar exhumaciones. Pero como no había respuesta, la gente se cansó. Ese silencio extraño y casi cómplice le sube la tensión al personal. El que se empiece a hacer estas catas y se hayan dado estos datos, anima a que se haga una intervención en condiciones.
—¿Alberga grandes esperanzas al respecto?
—Cualquier cosa que sea una intervención ya es una esperanza. Las propias catas han sido una satisfacción. Las fosas comunes son un enigma desde su inicio, porque todo el mundo habla de ellas sin comprobar si las hay. Hasta que no se hace el agujero y se ven los restos, no se confirma que hay una fosa común. Cada paso que se da es la resolución de una incógnita. Además, no llega al 20 por ciento los restos de cuerpos exhumados que han podido identificarse, porque hay muchos problemas.
—¿Qué sentirán las familias cuando conozcan el verdadero paradero de sus parientes?
—No es fácil ponerle nombre a unos restos. Una mujer extremeña, cuyo padre era alcalde de un pueblo de Badajoz al que le pilló el golpe de Estado en Sevilla y lo fusilaron, lleva años solicitando la exhumación de Pico Reja. Hace poco dijo: «Me voy a morir y no me van a sacar una muestra de ADN para luego contrastarla por si sacan a mi padre». Mientras se exhuman las fosas, ¿por qué no empiezan a sacar muestras de ADN a los vivos? Se podría ir avanzando en este sentido. ¿Por qué hay que esperar a exhumar los restos?
—¿Qué significaría para Andalucía encontrar los restos de Blas Infante?
—Sería un hito para Andalucía, pero habría que haber dado un primer paso y es que la familia tenía que haber pedido la exhumación. Para ponerle nombre y apellidos a los restos de Blas Infante habrá que cruzar sus muestras con las de la familia y ni un solo miembro de su familia se ha ofrecido a ello. Hay que felicitarse de que el Ayuntamiento de Sevilla sea de los pocos que ha creado la Oficina de Atención a las Víctimas. Por ejemplo, desde CGT nos hemos personado en el caso de José Sánchez Rosa y un grupo de anarquistas. Yo quiero saber si desde el PSOE, UGT o PCE han solicitado las exhumaciones correspondientes.
—¿Qué otras actuaciones requiere la Memoria Histórica en Sevilla?
—El tema de las fosas es fundamental. Si sale adelante, tendremos ocho o diez años de trabajo. Pero habría que señalizar el monumento a Blas Infante como Lugar de Memoria Histórica. Se aprobó en 2011 y aún no se ha señalizado, al igual que tampoco se ha señalizado el lugar donde dispararon a Rodríguez Ledesma, en el Cerro del Águila. Parques y Jardines también ha confirmado que señalizará el campo de concentración que existió en La Corchuela. Asimismo, estamos esperando a que se inicie la instalación del monumento a los sevillanos deportados a campos nazis, que debería estar antes del 5 de mayo de este año y aún no se sabe nada. Estos lapsus hay que ir rellenándolos con información y el Ayuntamiento podría decir algo.
EL DETALLE
«Que mi nombre no se borre de la historia»El proyecto Todos los nombres, no solo evoca la novela con la que José Saramago obtuvo su Premio Nobel, sino que persigue el reconocimiento de todas las personas que perecieron en Andalucía a causa de la represión franquista, siguiendo así el último deseo de Julia Conesa, una de las Trece Rosas fusiladas en Madrid el 5 de agosto de 1939. Cecilio Gordillo es el coordinador general de este trabajo, cuya base de datos cuenta a día de hoy con 93.526 personas registradas, 762 microbiografías, 1.255 documentos generados y un detallado mapa de fosas.