Somerset Maugham en Sevilla: ¿Espiaba desde el Alfonso XIII?
Sevilla fue nido de espías durante la guerra fratricida (1936-39) y 2ª Guerra Mundial (IIGM, 1941-45). Disfrazados de periodistas o escritores ¿Maughan fue de tal tribu?
Juan-Carlos Arias
William Somerset Maugham (1874-1965) fue un escritor británico nacido en París. Fue un prolífico autor de ficción, cuentos y obras teatrales. También, considerado el escritor más popular y mejor pagado del mundo. Durante 60 años creó más de 100 relatos y 21 novelas. Destacaron igualmente sus piezas dramáticas, biografías, libros de viajes y rigurosos ensayos.
Maugham era bajo, tartamudo, inseguro, brillante, cruel y adicto al erotismo según concurren sus más inspirados biógrafos. Su catálogo de amantes incluía la bisexualidad y la gloria de la fama en los años que vivió: H.G.Wells, Auden, Lytton Strachey y Thomas Mann. Su pareja más duradera fue el joven Haxton. A los 80 años ofertaron reconstruir su vida a 80 escritores. Sólo se logró que aceptaran dos autores, y desconocidos, el empeño. La herencia de Maugham, pues su biografía coral fue inédita, se la disputaron una hija y su último amante.
Maugham, entre otros afamados escritores como Ian Fleming, Le Carré, Graham Greene o Arthur Ransome trabajaron parte de su vida para la Inteligencia Británica (SIS). Lo reveló Keith Jeffrey en la primera historia oficial del MI6 (sucesor del SIS). Somerset Maugham, ficcionó sus experiencias como espía en una colección de cuentos cortos titulada Ashendeen o el Agente Británico (1928).
Nuestro personaje conocía el paño del espionaje. Con Ashendeen implantó el primer agente de ficción proclive al Dry Martini, el famoso cóctel. El escritor antes trabajó en Rusia durante la Primera Guerra Mundial (IGM) como agente británico infiltrado. En las andanzas del espía detalla que captan a un escritor de unos cuarenta años, meticuloso y exponente de los mejores valores de un gentleman inglés [¿su alter ego?]. Le recluta «R», coronel del SIS, para espiar, y evitar, la revolución bolchevique que finalmente triunfó. Ian Fleming, décadas después, retomó a Ashendeen con el cinematográfico Agente 007.
En 1930 el escritor franco-británico, educado para ocultar sus sentimientos, compiló sus primeras experiencias viajeras españolas. Los publica la editorial neoyorquina Alfred Knopf bajo el título Andalusia. Sketches and impressions. Es significativo que el jazzmen Miles Davis también utilizara la misma palabra que Maugham para su maravilloso disco Sketches from Spain (1960) La intensidad vital de Maugham hizo lo propio para reunir fogonazos existenciales y sentidas emociones. Davis y Maughan comparten esos bocetos .
En dicha obra Maugham reparte tres capítulos a Ronda, seis a Córdoba, 21 a Sevilla, Écija y Marchena, 5 a Granada, 1 a Jerez y 2 a Cádiz. A Málaga la posterga con la idea de profundizarla. Sobre Córdoba se fascina en Medina Azahara, la Mezquita, el puente de la Calahorra y la Puerta Nueva. El encalado de las casas andaluzas le sorprende. Llega a concluir que mejor perderse en ese laberinto que sustenta la arquitectura residencial árabe.
El nido sevillano
En #Infraganti no pasa desapercibido el mundo, actual y pretérito, del espionaje local. Ya hemos citado al derruido (en la Plaza del Duque) Hotel Venecia y otros como el Majestic (Hoy Colón), el –cerrado temporalmente- Simón y Alfonso XIII como lugares donde se daban cita espías alemanes, italianos, soviéticos y anglosajones durante la I (1914-18) y IIGM (1941-45) y la guerra fratricida (1936-39). La mayoría apaisanaba uniformes militares o bien fingían ser periodistas, escritores o ejecutivos de compañías reales o ficticias.
La importancia geoestratégica de Sevilla al situarse la metrópolis al sur europeo colindante con África y Estrecho de Gibraltar hizo posible Mincemeat Operation de los británicos para engañar a los nazis para cambiar el curso de la IIGM. La trama se nació en Huelva pero se avaló en Sevilla por el que fuera Cónsul-espía nazi, Gustav Draëger.
Los norteamericanos, amén de los británicos, estuvieron bien representados en Sevilla en cuanto al espionaje. La crónica oficial de Jeffery sobre el MI6 (inteligencia exterior británica) alberga muchas dudas. Agentes que frecuentaron Sevilla y el sur español durante la IIGM como Desmond Bristow le desmienten por las traiciones, filias e intereses del MI6. Juego de Topos (Ediciones B, 1983) es la prueba. Airado por el maltrato selectivo el ex agente que se creció en Huelva y afincó en un antiguo ingenio azucarero malagueño.
Un extraño huésped
Las visitas durante la década de los cuarenta del pasado siglo de Somerset Maughan, ya celebrado escritor mundialmente famoso, a Sevilla tuvieron como eje residencial el Hotel Alfonso XIII donde pasaba temporadas. Paquetes, llamadas y visitas de fans del afamado escritor más el impenitente cartel en la puerta de su pieza que pedía ‘do not disturb’ (no molestar) daban que pensar a ojos de extraños o lugareños.
El escritor salía mucho por la ciudad. Su estampa de gentleman y su pasión sevillana suficientemente escrita. Pero ya dejó perlas en su obra Andalucía, la tierra de María Santísima (1905). Antes de escribir Al filo de la navaja, que le hiciera millonario, describía al andaluz como holgazán e incapaz.
Los nexos de Maugham con el M16, que sucedió al SIS, no están claros ni documentados. La desclasificación de archivos británicos no cita a Maugham como agente ni colaborador durante la IIGM. No es menos cierto que la inteligencia británica aireó lo que más compromete a países foráneos que a sus propios intereses. El obligado secreto del espía no se desclasifica nunca. Pero hay versiones y alternativas, como las que acredita Bristow -junto a su hijo- en una obra relevante, pues sabe de lo que escribe.
Maugham estuvo muchas veces en Sevilla de relax durante la posguerra española, justo los días de la IIGM sobre los que apenas escribió. Hizo coincidir sus estancias hispalenses con fiestas tradicionales (semana santa y feria, rocío) y para degustar la gastronomía. Se sabe que era poco rancio y que fue entrevistado por el prometedor colega Manuel Barrios y visitado por entusiastas de su obra que estudiaban filología inglesa.
Las remozadas paredes del Alfonso XIII si hablaran explicarían por qué vino tantas veces Maugham a principios de los 40s a Sevilla. Como espía hizo un trabajo impecable que son ha dejado huella alguna. Como escritor todo está inédito, y nos tememos que siga así. Pero la verdad es que la fama de Maugham es cobertura perfecta para usar ese parapeto para los menesteres que sospechamos del imperecedero autor.
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