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Las palabras y el lodo de la fe

Las redes sociales fueron una especie de encuesta a pie de urna. Poyet perdió el plebiscito y los reaccionarios pidieron un nuevo repertorio de tuna. El Betis necesita fe, paciencia y un proyecto claro y su afición, abrazar a la felicidad.

06 nov 2016 / 22:35 h - Actualizado: 07 nov 2016 / 00:54 h.
"Gustavo Poyet"
  • El extremo pontanés del Real Betis Álvaro Cejudo, que en zona mixta exculpó de la crisis a Gustavo Poyet, lucha por un balón junto a Mario Gaspar. / Efe
    El extremo pontanés del Real Betis Álvaro Cejudo, que en zona mixta exculpó de la crisis a Gustavo Poyet, lucha por un balón junto a Mario Gaspar. / Efe

La monotonía agota y la mediocridad enerva. Y la monótona mediocridad es, sencillamente, sinónimo de hastío general de la clientela. El Real Betis Balompié, un ADN inalterable con el tiempo, sucumbió en El Madrigal ante el Villarreal con una sensación de alarmante e inquietante indefensión. En las redes sociales, allí donde conviven los anónimos de perfil oculto y los tipos de sangre caliente con nombre y apellidos, Gustavo Poyet perdió el plebiscito. La paciencia se ha agotado y el uruguayo, entrenador de profesión, es el único eslabón débil de una cadena que ni funciona ni emite señales para la confianza inmediata.

La fiel infantería de Heliópolis renueva su compromiso sin exigir una versión creíble del presunto proyecto de la autoexigencia. Del crecimiento camino de Europa, pura entelequia para las miles de almas que exprimen su cuenta de ahorro para renovar su carnet. Es la estampa del verano. La de los béticos que, atraídos por el imán del sentimiento y el cariño eterno, se afanan en repetir rito estival. Y los cientos de creyentes que tratan de abrazar a la felicidad son los incómodos compañeros de viaje para Poyet y sus hombres, sumidos en la desconcertante decrepitud del fango de la tabla clasificatoria.

Barça y Real Madrid no eran de su Liga, el Granada de Jémez un atrevido visitante, el Espanyol un oportunista guerrero a pie de trinchera y el Villarreal un rival top. Mensajes de cartón y piedra para edulcorar y sazonar una realidad que emana del lodo de la clasificación, allí donde habita una tropa de correligionarios que buscarán huir del caos en su próxima aparición. Enervan y hasta generan ansiedad, pero los béticos de a pie, los mileuristas que recorren la A-92 y la A-49 para regresar a sus hogares las frías noches de partido, buscarán un consuelo en forma de escudo verde y blanco, como el de su Andalucía del alma, para no emitir su veredicto de forma prematura. Aún existe tiempo de reacción, aunque algunos, los más veteranos, ya saben que la faena será de silencio desafiante. Como, por ahora, el presunto proyecto de vocación europeísta.