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Gustavo Poyet, muy enérgico de principio a fin, sonríe en pleno desarrollo del encuentro ante el Málaga. / Manuel Gómez
El entrenador del Real Betis, el uruguayo Gustavo Poyet, comparecía en sala de prensa con gesto de fatiga por el desgaste emocional de los últimos minutos. «Nos costó mucho ganar el partido. Hubo pocas diferencias. Una jugada lo podía definir y por suerte lo conseguimos nosotros. Había tensión por ganar como local y eso nos ha hecho sufrir más de la cuenta», comentó antes de elogiar a la afición. «La afición te da ese último esfuerzo y eso lo nota el jugador», expuso.
Sobre el cansancio acumulado por Rafa Navarro, que actuó a pierna cambiada en el carril zurdo, expresó que «esto es la Liga. Podía haber jugado en el filial y no se acalambra. Los jugadores y la afición se lo merecían. Hoy sentí eso que siempre he dicho. Estoy aquí por la gente». Sobre Álex Alegría fue claro. «Le está complicando la vida a Sanabria», dijo. Poyet también justificó el relevo de Rubén Castro. «No entrenó desde el clásico, pero su carácter le hizo asumir este riesgo. Cuando el partido se nos puso un poquito en contra tuve que optar por una decisión valiente», apuntó.
Y para cerrar su discurso se refirió a Joaquín y a la labor del colegiado: «Estuve cerca de dosificar a Joaquín. Él me convenció de que estaba fenomenal. Hay que resaltar el trabajo de Marcos Álvarez. ¿Fue penal? No, fue fuera del área. Yo creo que no era un día fácil para el árbitro. Era complicado venir acá porque si se hubiera equivocado estaríamos hablando de un drama tremendo».