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Radicevic entra a canasta durante un partido. / Efe -
Una victoria en los últimos catorce partidos es la ruborizante trayectoria de un Betis Energía Plus que se ve hoy en la tesitura de tener que ganar un partido para no estar abocado prácticamente al descenso a LEB Oro, en el año del 30 aniversario de una entidad que encadena 28 temporadas consecutivas en la Liga ACB. Es el partido más importante, por tanto, de su historia, con los pies al borde del abismo en la primera campaña como sección del Real Betis Balompié, la entidad que permitió su supervivencia y que garantiza su viabilidad. Un descenso abriría de nuevo la puerta a la incertidumbre sobre su propia existencia, en tiempos en los que en el club de fútbol se puede abrir un nuevo escenario de cambio de gobernantes. Ángel Haro, el actual presidente, apostó por el baloncesto, dio un paso al frente y el equipo del San Pablo, deportivamente, no ha sabido responder.
Es la final de las finales. Si el plantel de Alejandro Martínez lo saca adelante, dependerá de sí mismo en las dos últimas jornadas (Andorra y Málaga como rivales), saliendo provisionalmente del descenso, dado que igualaría a Obradoiro a nueve victorias pero con el basket-average particular a favor (ganó en Sevilla 79-74 en la primera vuelta).
Si pierde, se colocaría a dos triunfos de los gallegos, y cambiaría de rival directo, que sería Zaragoza, también a un triunfo y que recibe el domingo al Real Madrid, aunque tiene que visitar al colista y descendido Manresa. Sería casi un imposible. El Betis, con la baja de Nachbar, tendrá que sobreponerse a la presión de la responsabilidad y a la del ambiente que se va a encontrar en el Fontes do Sar, que se volcará con su equipo. Un partido de nervios y tensión, en el que se miden dos equipos con números (malos) similares en las estadísticas, aunque los gallegos han ganado tres de sus últimos seis encuentros de liga.