Rugby y cultura

«Las jugadoras de rugby son heroínas de las auténticas»

Alfonso de la Cruz es el Director Deportivo de la Federación Madrileña de Rugby. Repasamos con él algunos aspectos esenciales del rugby femenino actual

16 abr 2021 / 09:45 h - Actualizado: 16 abr 2021 / 10:09 h.
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El rugby podría parecer un deporte exclusivo de hombres. Aunque eso solo ocurre si seguimos cargando con estereotipos y prejuicios; o anclados a unos territorios ya muy viejos en los que el machismo se imponía una y otra vez. Y es que el rugby es un deporte que pueden practicar hombres como mujeres de forma indistinta. Tanto es así que chicos y chicas juegan en equipos mixtos durante años.

Alfonso de la Cruz es el Director Deportivo de la Federación Madrileña de Rugby, una de las federaciones más importantes de España. Tomamos un café frente a un campo en que se practica rugby, uno de los deportes más bonitos que existen. Los valores que se desarrollan por parte de los jugadores alrededor de la práctica de este deporte son los que más pesan en la vida de las personas. Compañerismo, esfuerzo, empatía, perseverancia, respeto, humildad, amistad, generosidad... Rugby es todo eso.

Charlamos sobre el rugby y nos paramos en esa zona en la que se encuentra el rugby femenino con la intención de descubrir qué problemas tiene a su alrededor. Alfonso va desgranando con tranquilidad el problema.

«Las jugadoras de rugby son heroínas de las auténticas»
Alfonso de la Cruz.

«Lo que sucede en el rugby con las chicas es lo que pasa en todos los deportes. Es la tónica general. De entrada, se parte de una premisa equivocada: no existe el deporte femenino y el deporte masculino; el deporte es deporte y no caben etiquetas. Por otra parte, ayuda poco el tratamiento que se hace en los medios de comunicación; es cierto que es lo que demandan los lectores, pero el deporte que realizan las chicas queda arrinconado; porque en la sociedad actual la presencia en las redes y en los medios es esencial para que el desarrollo de las cosas sea el adecuado. En el caso del rugby, al ser un trabajo minoritario, el efecto adverso se multiplica mucho más».

Con las chicas ocurre algo terrible que desde las federaciones intentan aliviar aunque las soluciones no terminan de ser las mejores: las chicas al cumplir 16 años quedan en una situación muy delicada puesto que ya no pueden competir con los chicos (resultaría peligroso y no tendría demasiado sentido). Si le sumamos que son pocas las jugadoras, son muchas las que dejan el rugby por no encontrar acomodo en un equipo o para evitar jugar en equipos de la categoría anterior.

«Este problema tiene muchas aristas. Una de las más acusadas es la percepción del deporte fuera del ámbito exclusivo del que lo practica. Es muy complicado que una chica quiera jugar al rugby salvo que conozca alguien que lo practica y tire de ella para que pruebe. Es difícil que una chica se acerque a una escuela de rugby por iniciativa propia puesto que la percepción que se tiene es muy distinta a la realidad y puede echar para atrás a más de una deportista. Sin embargo, el rugby puede ser jugado y muy bien jugado por chicas. Por otra parte, una vez que tienes jugadoras disponibles es necesario que se sientan cómodas en el entorno en el que tienen que desarrollar sus capacidades y su potencial competitivo. Y es que el deporte, finalmente, te lleva a la competición de una u otra forma. Estas dos circunstancias se pueden llegar a retroalimentar: como no hay jugadoras suficientes y no se genera un entorno adecuado, se sienten molestas y se van; y como no hay jugadoras no llegan nuevas a jugar. El cuento de nunca acabar. El caso es que las jugadoras de rugby son heroínas de las auténticas. Se encuentran con todo tipo de problemas por el camino».

«Las jugadoras de rugby son heroínas de las auténticas»

Le pido a Alfonso que me hable sobre la situación del rugby que practican las chicas en nuestro país.

«En España, el rugby femenino se encuentra actualmente en tierra de nadie. El rugby femenino español es uno de los que mejor liga tiene. Eso hace que las jugadoras sean muy competitivas. Pero el escalón que le separa de los equipos más grandes (Inglaterra, Francia e Italia, sobre todo) es inmenso. En esos países se está comenzando a profesionalizar la práctica del rugby femenino y eso genera una diferencia prácticamente insalvable. Sin embargo, y al mismo tiempo, al tener una liga tan potente, España ha creado una enorme diferencia con el resto de países de Europa. Por ello está en esa zona indefinida que separa del resto a nuestro rugby, un deporte practicado por jugadoras de enorme nivel. Nos cuesta competir con algunas selecciones y al resto las apabullamos. Se trabaja muy bien, pero la situación impide un despegue definitivo. Si en España los equipos masculinos no suelen ser profesionales, imagina la situación de los femeninos».

Supongo que alguna solución tendremos a mano ¿no?, pregunto sin demasiada fe en que la respuesta ayude a tener esperanzas a corto plazo.

«La única forma posible de igualar los equipos es equilibrar las estructuras de los equipos de cada liga nacional y de las federaciones de cada país. Este es un problema que se traduce a dinero, claro. Eso sí, las pequeñas cosas pueden ser poco costosas y muy eficaces. Invertir en formación de entrenadores y entrenadoras, sobre todo de entrenadoras, es fundamental y bastante barato. Y no se puede mirar a otro lado cuando en algunos casos las jugadoras están pagando de su bolsillo la licencia de juego, o cuando no tienen acceso a un gimnasio porque el club no da más de sí... Así es muy difícil progresar de forma contundente. Siempre que hablo de esto pongo de ejemplo al Team INEOS. Es un club ciclista que se marca como objetivo mejorar el 1 por ciento en todo lo que sea posible mejorar. Eso es relativamente fácil y así se acumulan logros pequeños que se suman y se convierten en algo importante. De la noche a la mañana no se puede profesionalizar el rugby femenino; pero si podemos buscar una buena entrenadora, un buen equipo de fisioterapeutas, un preparador físico en condiciones, podemos realizar una campaña de captación para que el número de jugadoras sea mucho mayor... Pequeñas acciones que generen mejores entornos».

¿Qué tiene que tener una mujer para jugar al rugby?

«Ganas de jugar. Lo mismo que los hombres. El mayor talento de un jugador de rugby es la actitud y la perseverancia. El resto de condiciones te llevarán a un lugar u otro, pero para jugar, para disfrutar del juego, lo que hay que tener es buena actitud. Si hablamos de la élite el sacrificio y el compromiso es enorme y estaríamos hablando de otras cosas, pero para jugar son necesarias la actitud y la perseverancia; a prueba de bombas, por cierto».

Mientras hemos estado charlando he podido fijarme en los detalles de la estampa que tenía delante. Un campo de rugby vacío; un espacio esperando a que pase de largo el dichoso coronavirus y en el que triunfarán un buen número de jugadores en el futuro. Un espacio en el que las mujeres correrán, placarán o empujarán en una melé, demostrando que son tan capaces de practicar el deporte más bonito del mundo tan bien como lo han hecho los hombres durante decenas de años.