Especial Billy Wilder

«Avanti!»: La muerte vista desde el amor

Algunas de las obras que Wilder presentó a partir de 1960 se han considerado menores y una muestra de la decadencia del realizador. Una de ellas es «Avanti!» (título traducido en España como «¿Qué pasó entre mi padre y mi madre?» sin que sepamos si el autor de semejante desastre fue detenido inmediatamente). Sin embargo, «Avanti!» resulta una comedia deliciosa en la que Wilder descarga toda su sabiduría como cineasta

28 jun 2020 / 15:36 h - Actualizado: 28 jun 2020 / 15:47 h.
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  • Jack Lemmon y Clive Revill. / El Correo
    Jack Lemmon y Clive Revill. / El Correo

El amor es eso que puede cambiar la vida de cualquiera; es eso que no puede controlarse por más intentos que uno pueda hacer; eso que nos arrastra y debemos recibir sin hacer grandes ejercicios de resistencia porque es la mayor de las fuerzas con las que se enfrenta un ser humano. Si en lugar de amor escribimos la palabra muerte, estas afirmaciones funcionan del mismo modo. Este es el mensaje que envía Billy Wilder con su película «Avanti!» (1968). Un trabajo preciosista, lleno de romanticismo, que se calificó como menor en la filmografía de Wilder y fue recibido por la crítica con indiferencia. Sin embargo, encierra buen cine, la acidez en estado puro del director y aspectos narrativos que son magníficos.

Wilder enfrenta dos mundos. Europa y Estados Unidos. Enfrenta dos formas de entender el amor y, por tanto, la vida. Y la muerte. Enfrenta dos universos con todas las armas que tiene a su alcance. Contrapone en la partitura las melodías más sensuales con tintes italianos (destaca el tema «Senza Fine» de Gino Paroli) con la música más rosada utilizada en Hollywood; contrapone a un personaje frío, rígido, puritano, hermético (Wendell Armbruster encarnado por Jack Lemmon) con otro que intenta disfrutar de la vida, que maneja sus sentimientos más profundos y sinceros, que intenta escapar del yugo de lo material (Pamela Piggot interpretada por Juliet Mills). Wilder enfrenta lo enorme de unos Estados Unidos en plena fase intervencionista con una pequeña población de la isla de Ischia que enseña todas sus caras sin temores. El realizador coloca una cosa frente a otra para intentar demostrar que, a pesar de las diferencias, finalmente todo es amor y todo se mueve gracias a él. Todo es muerte y todo se mueve gracias a ella. Todo es y todo se repite (la escena en la que los protagonistas descansan sobre una piedra de cara al sol, como hicieron sus padres durante los últimos diez años, refleja muy bien esa idea de repetición, de aprendizaje de los padres).

«Avanti!»: La muerte vista desde el amor

Arranca la película con un momento en el que la suplantación (recurrente en el cine de Wilder) toma toda la importancia. Y ya señala lo que va a suceder. El protagonista (un tipo que confunde Verona con Venecia; un tipo que cree que el café expresso sabe a lodo; un tipo que cuida su apariencia hasta la extenuación) tiene que cambiar su traje con un compañero de viaje al que no conoce. Wilder no se anda con rodeos. El personaje cambia le guste o no. A partir de aquí, el universo se coloreará para que el protagonista vaya descubriéndolo, para que se vaya descubriendo a sí mismo. De tratar a todos con despotismo o con insultos (a la protagonista le llama gorda sin problema alguno), de no entender que el mundo es poliédrico, de creer que las relaciones personales se establecen desde la cercanía; se establece un tránsito en el que el personaje se descubre en un entorno acogedor y lleno de matices que le permiten crecer y creer.

Para que todo esto pueda ocurrir, Wilder confía en la fotografía de Luigi Kuveiller. Brillante, nítida y en busca de encuadres que destaquen los tonos idílicos del escenario. Es una fotografía minuciosa con los destalles que iluminan a cada uno de los personajes. Y para que esto pueda ocurrir, Wilder utiliza el tono caricaturesco, añejo, extravagante y costumbrista de los italianos (el papel de Clive Revill es espectacular) que contrastan con un Wendell Armbruster retirado de una realidad que redujo desde siempre a su propio yo.

Se criticó mucho la duración de la película. Es verdad que una comedia de más de 140 minutos puede parecer excesiva, una especie de inmolación. Pero es que Avanti! es algo más que una comedia de enredo. En esta película se habla, como tema principal, de la muerte y de lo que representa la ausencia, de lo que representa la continuidad de los que quedan y de lo que dejaron los que estuvieron. De forma amable se mezclan lo más clásico con lo que puede ser el futuro. Caronte en helicóptero (última escena de la película) no deja de ser Caronte. El amor no deja de ser el amor aunque se presente en distintas formas que podrán ser discutibles dependiendo de la mirada, pero amor al fin y al cabo. En «Avanti!», sin ir más lejos, se apuesta por la infidelidad y solo en época de vacaciones. Las cosas de Wilder que hasta para ensalzar algo como esto gasta una dosis de mala leche importante.

Billy Wilder era un genio. Y cada una de sus películas (hasta la peor de ella) es una demostración de lo que supone hacer cine de primera. Y es que el peor de sus trabajos es, comparado con otros muchos, importante.