El libro negro: En la guerra todo vale

Holanda, 1944. Al Führer le quedan diez días de vida. La Segunda Guerra Mundial llega a su fin. Una joven judía lleva una doble vida: amante de un oficial nazi y espía para los comunistas. Una causa: liberar a un grupo de rebeldes encarcelados en el cuartel de las SS. ¿Interesante? Este es un relato de supervivencia.

11 mar 2017 / 12:14 h - Actualizado: 09 mar 2017 / 10:07 h.
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  • Rachel, encarnada por Catherine Van Houten, tendrá que conquistar a uno de los verdugos nazis siendo judía. / El Correo
    Rachel, encarnada por Catherine Van Houten, tendrá que conquistar a uno de los verdugos nazis siendo judía. / El Correo
  • El libro negro: En la guerra todo vale
  • La película de Paul Verhoeven escapa de los estereotipos en los que unos personajes son muy buenos y otros muy malos. / El Correo
    La película de Paul Verhoeven escapa de los estereotipos en los que unos personajes son muy buenos y otros muy malos. / El Correo
  • El libro negro: En la guerra todo vale
  • Cartel de la película. / El Correo
    Cartel de la película. / El Correo

Frente a la ocupación alemana, durante la Segunda Guerra Mundial, la población se dividió entre colaboracionistas con el régimen y la resistencia. El director holandés, Paul Verhoeven, se interesa por ambos en su película El Libro Negro, un trabajo que ha tardado casi treinta años en escribir.

A este género, a pesar de estar ya muy manido, el realizador le logra dar un punto de distinción con varias cartas a su favor.

El film se desarrolla en La Haya, ciudad natal de Verhoeven, que vivió allí los últimos años de ocupación y aún recuerda los últimos bombardeos y cadáveres en las calles.

La protagonista, Rachel Stein, es una cantante judía que pierde su trabajo con la ocupación alemana. Tras el asesinato de toda su familia se une a una cédula comunista. Su misión será conquistar, con su físico y sus encantos, a Lüdwig Müntze, un alto mandatario nazi. Rachel es interpretada por la actriz Catherine Van Houten, quien logra con mucho éxito una actuación creíble, llena de matices y colores. Además, es todo un lujo disfrutar de su exquisita voz. Este personaje resulta misterioso bajo esa máscara seductora sin aparente miedo a nada. ¿Qué esconderá? ¿Qué le mueve a actuar así? ¿La venganza? ¿El odio? ¿La esperanza de un mundo mejor? ¿El instinto de supervivencia?

¿Hasta dónde será capaz de llegar si ya no tiene nada que perder? ¿Hasta dónde llegaríamos nosotros bajo esas circunstancias?

La acción avanza a buen ritmo, el guión logra hilar escena con escena, llevando de la mano al espectador a un final inimaginable. Lo mejor del guión es la variedad de personajes y sus respectivas actitudes que muestran frente al antisemitismo. Logra reflejar las diferentes posiciones y reacciones de los holandeses ante semejante genocidio.

Algunos personajes se muestran indiferentes, lo que les convierte en cómplices de la causa, huelga decir. Otros, a pesar de luchar contra el nazismo no esconden su desprecio hacia los judíos. Por último, están los verdaderos héroes, aquellas personas que aún a riesgo de perder su vida, se sacrifican y ayudan dentro de sus posibilidades a los demás.

Dentro del partido nazi también hay disidencias internas. No todos comparten los brutales actos que el partido lleva a cabo. No todos se definen como antisemitas. Günther Franken , interpretado por Waldemar Kobus, parece estar más preocupado por su propio bienestar que por la causa nacionalsocialista. Manda asesinar indiscriminadamente a judíos – en un intento de huir a Bruselas, ciudad liberada- con el único fin de robarles sus joyas y pertenencias. La otra cara de la moneda es Lüdwig, papel de Sebastian Koch quien se enamorará de Rachel, a pesar de ser judía. Considera que una vez terminada la guerra, es inútil el derramamiento de sangre judía.

No hay ni personajes buenos, ni personajes malos, solo seres humanos. Todos ellos ambiguos. Todos ellos con sus miedos, sus sueños, su avaricia, su egoísmo o su misterio. Todos nosotros nos ocultamos bajo una máscara que esconde nuestras verdaderas intenciones. A lo largo de la obra, los personajes se desenmascaran, no por cómo se definen ellos mismos o cómo los definen los demás, sino por sus acciones. El público tendrá la última palabra.

Más allá de la ficción, tal y como declaró el propio Verhoeven, en la Haya vivían ciento cuarenta mil judíos y al final solo sobrevivieron treinta mil. Una cifra escalofriante que habla por sí sola. Detrás de cada muerte, como en cada guerra, hay un nombre, con su familia, su pasado y una vida aún por vivir. .

A pesar de que la película fue estrenada en 2006, me parece conveniente rescatar este largometraje, por el papel que juegan las mujeres en él. Verhoeven muestra a las mujeres fuertes, independientes y seguras de sí mismas.

La película vale la pena ser vista aunque solo sea por el último giro del tercer acto y por la actuación de Van Houten. Nada es lo que parece ser y nadie es quien dice ser. En la Guerra todo vale.

Lo mejor del guión es la variedad de personajes y sus respectivas actitudes que muestran frente al antisemitismo. / El Correo

En la Haya vivían ciento cuarenta mil judíos y al final solo sobrevivieron treinta mil. / El Correo