‘Julia’: Deliciosamente triste

Una de las películas que mejor han ganado la batalla al paso del tiempo es ‘Julia’ de Fred Zinnemann. Una elegante y refinada puesta en escena, además de las interpretaciones de sus actrices principales, ayudan mucho a que eso sea así. Con algunos problemas de guion, la película de Zinnemann resulta deliciosamente triste, amablemente cautivadora

16 sep 2017 / 08:59 h - Actualizado: 15 sep 2017 / 00:10 h.
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  • ‘Julia’: Deliciosamente triste
  • Imagen correspondiente al arranque de ‘Julia; un atardecer otoñal como parece ser la vida de una de las protagonistas en el momento de recordar. / El Correo
    Imagen correspondiente al arranque de ‘Julia; un atardecer otoñal como parece ser la vida de una de las protagonistas en el momento de recordar. / El Correo
  • Las protagonistas de ‘Julia’ junto a Zinnemann. / El Correo
    Las protagonistas de ‘Julia’ junto a Zinnemann. / El Correo
  • Cartel de la película’Julia’ del realizador Fred Zinnemann. / El Correo
    Cartel de la película’Julia’ del realizador Fred Zinnemann. / El Correo

Fred Zinnemann filmó en 1977, Julia, una de sus películas más conocidas. Con su habitual distancia respecto a lo narrado, intentando no obligar a los espectadores a adoptar un punto de vista concreto, utiliza la adaptación de un relato de Lillian Hellman, de carácter autobiográfico. No sabemos si ese texto se ajusta a una realidad concreta o forma parte de la fabulación de la autora aunque eso es lo de menos.

El mundo se convirtió en una especie de olla a presión durante los años de entreguerras. Todo era posible. Incluso que una joven burguesa se convirtiera en activista contra el fascismo. Incluso que una escritora fuese capaz de triunfar en un mundo hostil con el trabajo creativo que realizaban las mujeres.

Julia pasa por ser una historia sobre la amistad. Sin embargo, aunque puede parecerlo, no es así. Es mucho más y la amistad no deja de ser un vehículo narrativo y no la única esencia del relato.

La evolución de los personajes principales se dibuja en sentido contrario. Mientras Julia nace en una familia rica, adquiere una cultura importante y desarrolla una personalidad fuerte y atractiva; la otra, aun consiguiendo fama y prestigio, convierte su vida en una gran fiesta en la que no puede dejar de arrastrar sus debilidades. Su amistad está siempre lastrada por esa superioridad moral de Julia respecto a Lillian. Julia está siempre un escalón por encima. Y eso convierte la relación en algo parecido a lo que conocemos como amistad. Por esto, ver en la película del realizador austriaco sólo un trasfondo soportado por esa relación de amistad verdadera y pura, es una equivocación. Al fin y al cabo, Julia utiliza a su amiga para conseguir objetivos que nada tienen que ver con ella. Recuerda mucho la película de Zinnemann a la excelente novela de Fred Uhlman Reencuentro.

Un aspecto más que interesante de la película es la peculiar forma de relacionarse que tienen estas dos mujeres. Es posible que el amor que siente Lillian por su amiga Julia sea absoluto. Sin embargo, Zinnemann, que durante la cinta no deja de sugerir, se cuida de no traspasar una línea que, quedando difuminada, hace que el espectador tenga que sacar sus propias conclusiones. Así, la película se entiende de otro modo, esa lectura permite que las piezas encajen mejor. De pronto, las actitudes comienzan a tener un sentido que va más allá de lo que nos enseñan en pantalla. Zinnemann demuestra su talento y su honestidad narrativa.

Sin embargo, el perfil de los personajes queda sin detallar con la suficiente solvencia y, sobre todo, sin justificar. Es verdad que sabemos que Julia detesta, desde niña, actitudes que vive en su propia casa respecto a los empleados de hogar; visitando El Cairo reprocha la actitud inhumana de sus abuelos con los pobres de la ciudad... Pero no conocemos las motivaciones que le llevan a convertirse en una activista dejando todo atrás. Lo mismo ocurre con Lilliam.

Jane Fonda y Vanessa Redgrave están espléndidas. Ambas encarnan a sus personajes con una seriedad y una profesionalidad arrasadora. Creíbles a más no poder. Jason Robards, con un papel más corto (encarna al escritor Dashiell Hammett) cumple y, tal vez, no se explota demasiado bien ni al personaje ni al actor. En cualquier caso, Zinnemann hace una demostración magistral de lo que debe ser la dirección actoral.

La puesta en escena es cuidadísima. No se pierde un solo detalle. Y lo que vemos en la pantalla nos resulta real.

La fotografía de Douglas Slocombe busca el realismo más absoluto, pero, al mismo tiempo, los primeros planos en los que, con el uso de filtros, realza la brillantez o la decadencia de los personajes dependiendo del estado de ánimo de cada uno de ellos y el momento de su vida que les hace pensar en un futuro más o menos aciago o luminoso.

El cine de Zinnemann es una demostración de talento y de oficio. Julia uno de los mejores ejemplos.

Jane Fonda y Vanessa Redgrave, protagonistas de ‘Julia’. / El Correo